El 27 de marzo la ciudad de Piura se había convertido en una inmensa laguna, con gente desesperada luchando por salir de la feroz corriente del río del mismo nombre. Su caudal extraordinario inundó casi toda la ciudad.
Este sería calificado como el peor desborde en la historia de esta región. Los hechos empezaron en horas de la madrugada en las urbanizaciones de Cocos del Chipe, Quinta Ana María y Los Geranios.
Conforme pasaban las horas, el nivel del agua iba subiendo y alcanzó el centro de la ciudad, llegando luego a la Plaza de Armas y el Bajo Piura. Esta última zona comenzó a inundarse desde las 10 am, luego de que se rompieran los diques de Narihualá, Pedregal y Chato Chico.
Durante la tarde el Ejército del Perú, al mando del general Carlos Escudero, ingresó a Catacaos a rescatar gente atrapada en los techos. En el momento de mayor caudal, el río arrastraba 3.400 metros cúbicos de agua por segundo, muy por encima de su límite máximo estimado en 2.200.
El Comercio fue testigo del rescate de familias enteras, incluida una bebé de apenas 45 días de nacida. Ante las escenas impactantes, la cadena de solidaridad que se gestó desde el día siguiente al desborde se hizo evidente. Voluntarios de todos los rincones de la región y otras zonas del país llevaron ayuda humanitaria a los lugares más golpeados.
Los daños al detalle
Según las últimas cifras del Centro de Operaciones de Emergencia Nacional (Coen) las inundaciones en Piura dejaron 42 mil 983 damnificados, 356 120 afectados, 16 fallecidos, 39 heridos, 4485 casas colapsadas y 4066 casas inhabitables. Pese a que Piura aún no se recupera, la ciudad pugna por salir adelante.