MDN
Rafael Ballón

En varias ocasiones, Rafael Ballón confesó tener miedo. La última vez fue cuando casi pierde la vida intentando atrapar un pez fortuno, en el mar de Tumbes. Antes, en marzo de 2017, en plena inundación de El Niño costero, un niño al que salvó en Catacaos (Piura) casi lo asfixia debido a su desesperación por salir a tierra firme. Tuvo miedo. Pero no era uno que lo paralizara, o lo quebrara, sino más bien un estímulo, una especie de energía que agudizaba sus sentidos. Porque él era un tipo muy listo.

A Rafael –que falleció el último miércoles en un accidente de tránsito– todos lo recuerdan como un joven entusiasta, emprendedor, que vivía a full. Pero también lo evocan como quien rescató a más de 50 damnificados de la inundación causada por el desborde del río Piura, en la época de El Niño costero.

Buzo profesional, campeón nacional de apnea (una disciplina que consiste en retener voluntariamente el aire bajo el agua) con un tiempo de 5 minutos y 10 segundos, no dudó un instante cuando se enteró, aquel fatídico 27 de marzo de 2017, que todo Piura se inundaba. Cogió sus aletas, su traje de buzo y, con unos amigos, se fue a Catacaos, la zona que en ese momento pedía auxilio a gritos.

-Héroe sin capa-

Cuando llegó esa tarde del 27 de marzo –contó Ballón a El Comercio– vio que todo era caos: gritos, desesperación, agua por todos lados. Se metió al agua y fue buscando, casa por casa, a personas atrapas. Esa era su consigna: salvar a gente atrapada. Llegó hasta el Callejón de los Tigres, que en ese momento era un torrente de agua parduzca, y escuchó los gritos de auxilio. Había una familia que no podía salir de su casa.

“Comencé a sacar a los más pequeños, ayudados por una soga que había amarrado la policía y los rescatistas. Me amarraron a un niño a mi pecho para cruzarlo hacia una zona segura. Avanzaba sin problemas, pero la corriente era bien fuerte. En un momento el niño se me resbaló, y tuve que sumergirme. Lo salvé, pero casi me ahoga por su desesperación. Sí lo llevé a él y a toda su familia hasta la pista”, contó aquella vez.

Después, siguió buscando familias atrapadas, en los techos, en los cuartos de las casas, en medio del agua. Ese día completó más de 20 rescates, ayudado solo con su traje de buzo y unas sogas. Los días posteriores fue a Pedregal Grande y Pedregal Chico, donde completó más de 50 rescates. En ambos lugares se cruzó con Gonzalo Otero, otro rescatista piurano que salvó a damnificados ayudado de una tabla de surf y un unicornio.

Ballón tenía un sueño, y era ejecutar un proyecto para enseñarles a los niños del Bajo Piura a nadar, a retener el aire bajo el agua, para evitar que –ante un nuevo desborde del río– perdieran la vida. Por eso, además, fundó su escuela de buceo. Ahí impartía clases gratis a chicos de bajos recursos económicos. Porque su vida siempre fue amar lo que hacía. Y él la amó hasta el final.

Síguenos en Twitter como

Contenido sugerido

Contenido GEC