(Ilustración: Giovanni Tazza/El Comercio)
(Ilustración: Giovanni Tazza/El Comercio)
Fernando Vivas

Cuando hay crisis política, se cambian ministros. Aunque el problema no sean ellos, sino un presidente casi vacado y un indultado de impacto. Igual, aunque no haya justificación técnica, se cambian porque el cásting de refresca y distrae como un ‘ice bucket challenge’.

Primero fue el Interior, cambio sencillo, pues el disciplinado teniente general PNP Vicente Romero era de confianza de y del renunciante Carlos Basombrío. Luego, hubo que buscar reemplazo para los disidentes Salvador del Solar y Jorge Nieto; entonces, ¿por qué no cambiar a todos los que fueran posibles? En un tuit del 27 de diciembre, el presidente anunció: “Me encuentro trabajando con la Premier @MecheAF en nuestro nuevo gabinete de la reconciliación”.

De saque, dos líos gordos: se quedaba porque ya tenía la investidura, porque fue leal a PPK y porque quería quedarse; y eso hacía muy difícil sustentar un cambio esencial y reconciliador. Por lo tanto, había que mover fichas hasta por gusto, aunque estuvieran haciendo bien su trabajo, y así justificar la testa inamovible.

El otro lío fue más gordo: las alianzas son un imposible porque ninguna fuerza política quiere apuntalar a un presidente jaqueado. Ni Fuerza Popular ni Acción Popular ni Alianza para el Progreso ni el Apra quieren asociarse a PPK. Jorge Morelli, el principal asesor político de Kenji, escribió una columna en la que recomendaba a PPK no preocuparse en armar un nuevo Gabinete. O sea, ni siquiera el albertismo en algarabía posindulto quería apuntalar al gobierno.

Así las cosas, la única reconciliación fue la de PPK con su partido PPK, resentido desde que fue apartado del Gabinete Zavala. Fuentes cercanas a Aráoz cuentan que ella aceptó tempranamente darles una cartera. En principio, se acordó que Gilbert Violeta fuese al Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social (Midis). Pero el propio Violeta –de buena fuente– reculó para no dar la mala señal de un presidente de partido al mando de programas sociales en pleno año de elecciones locales. Prefirió mitigar las críticas y colocar en el Midis a otro militante ppkausa, Jorge Meléndez, congresista de Loreto.

Con el Apra, hubo todo menos reconciliación. Fuentes cercanas a la PCM han contado que Aráoz habría tenido una conversación con Alan García antes de la vacancia, y que este le habría dado a entender que su bancada no votaría contra PPK. Pero pasó todo lo contrario, pues los congresistas que más responden a García (Velásquez Quesquén, Mulder y Elías Rodríguez) fueron entusiastas vacadores. Esta contrariedad y alguna posterior conversación con otro aprista que no he confirmado podrían haber llevado a Aráoz a la temeridad de tentar y fichar al dirigente aprista Javier Barreda para Trabajo, a pesar de que Alfonso Grados estaba cómodamente instalado allí y a pesar de que era previsible que el Apra se arrebatara. El caso de Abel Salinas Rivas, fichado para Salud, no entrañaba el mismo conflicto. Es hijo de un dirigente aprista histórico, pero era apenas un militante inactivo.

(Actualización: . La primera ministra también descartó la versión de la fuente de El Comercio)

Salinas, además, ha reemplazado a Fernando D’Alessio, quien se iba de todos modos. Más de una fuente cuenta que chocó fuertemente con Aráoz. Incluso, trató de ignorarla hablando directamente con PPK, lo que desató la indignación de la jefa. De saque, fue descartado para quedarse o para reemplazar a Nieto. Todos estos cambios y vetos demuestran que Araóz tuvo más participación que PPK en el cásting.

—¿Ahora quién nos defiende?—
Frustrada la convocatoria a los ajenos, la bancada propia fue la única cantera para llenar huecos. A Juan Sheput –me han contado– le ofrecieron primero Salud y luego Defensa, pero prefirió quedarse en el Congreso. Al parecer, su relación con Aráoz no es óptima. Como tampoco lo sería la de Pedro Olaechea, quien tuvo que dejar Produce para volver a su curul. Por cierto, las fuentes indican que a Fiorella Molinelli, quien fue obligada a dejar el Midis, le ofrecieron reemplazar a Olaechea, pero prefirió abandonar de una vez el Gabinete. Así que subió Lieneke Schol, funcionaria de la PCM. También me cuentan que en el bolo para Produce estuvo Javier Bedoya Denegri, nieto del legendario ‘Tucán’. Esa, que hubiera podido interpretarse como una tibia presencia del PPC, tampoco se dio. Ni con los aliados del sancochado del 2011 funcionó la reconciliación.

Defensa fue y sigue siendo un rompedero de cabeza. Además de Sheput, llamaron a Ántero Flores-Aráoz para el cargo. También se negó. Sobre AFA, un antecedente indispensable: en setiembre, un día antes de la juramentación de Meche Aráoz, le ofrecieron la presidencia de la PCM en la mañana y le dijeron ‘ya no, gracias’ en la noche. Esta vez, a un ofrecimiento menor, era comprensible que dijera que no. Un amigo de él me contó que le preguntó si le sugirió a PPK nombres para otros ministerios. Ántero le replicó risueño: “No, porque después, si me vuelven a llamar para primer ministro, me quedo sin nombres”.

Y así, Defensa cayó en manos de Jorge Kisic, general FAP en retiro, hermano de la asistente de PPK, Jesús Kisic. Se perdió la tradición de empoderar civiles al mando de las tres armas y el Gabinete se abrió un nuevo flanco débil ante la oposición.

—Sorpresa en Torre Tagle—
Cultura tenía un candidato precoz, Alejandro Neyra, sugerido por el saliente Del Solar. Pero PPK quiso tentar a un intelectual de más peso, Hugo Neira, quien, por sus escritos y opiniones favorables a Fuerza Popular, hubiera dado un tinte reconciliador. Llamé a Neira, quien reside en Chile, y confirmó que recibió la invitación. No quiso decir, para evitar ser infidente, si habló con el propio PPK, pero sí pidió contar que estaba muy agradecido y que declinó el cargo por estrictas razones profesionales. A sus 81 años, prefiere concentrarse en sus compromisos para publicar libros.

La mayor sorpresa, dentro del oficialismo mismo, fue el reemplazo de Ricardo Luna por Cayetana Aljovín. Luna es gran amigo de PPK desde tiempos universitarios. Fuentes de Torre Tagle me contaron que la amistad se había resquebrajado desde que Luna le dijo a PPK, antes de la vacancia, que no veía realista la posibilidad de que la OEA interviniera en el lío y que mejor pensara en renunciar. Sin embargo, hasta el día antes de la juramentación, PPK dio varias señales a Luna de que lo quería en el cargo. A Carlos Pareja, embajador en Washington, se le pidió venir a Lima a informar del impacto del tema del indulto en EE.UU. Ello hizo pensar que era un posible sucesor, pero Pareja lo descartó ante sus amigos. Se barajaron otros nombres en los medios. Uno de ellos, Hugo de Zela, me ha asegurado que nunca lo llamaron.

O PPK se decidió a último momento a reemplazar a su amigo de juventud, o guardó la decisión en secreto. En todo este barajo de cartas sin mayor sustento técnico –se ha cortado alas a ministros que no tenían ni un semestre en el cargo– hubo ajustes de cuentas, provocaciones a los compañeros, vetos y un caprichoso ‘name dropping’; antes que reconciliación.

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