Gobierno, partidos políticos y sociedad civil deben ponerse de acuerdo en temas en común. “Los jóvenes pueden hacerlo, son más tolerantes”, apunta Hernández. (Foto: Víctor Idrogo)
Gobierno, partidos políticos y sociedad civil deben ponerse de acuerdo en temas en común. “Los jóvenes pueden hacerlo, son más tolerantes”, apunta Hernández. (Foto: Víctor Idrogo)
Rafaella León

“Tengo una cierta solidaridad de senectud tanto con Pedro Pablo Kuczynski como con . Uno mira la vida de otra manera”. Max Hernández, contemporáneo del presidente y del ex presidente que han apelado al perdón y a la reconciliación en una misma convulsionada semana, intenta responderse si el indulto otorgado “fuera de timming” (a destiempo), como dice él, debería haber sido un primer paso para una reconciliación nacional, o si en cambio, hecho como se hizo, no suma nada y más bien resta a la gobernabilidad. Le preguntamos en su casa miraflorina cómo las víctimas de La Cantuta podrían perdonar a Fujimori, cómo Keiko perdona a Kenji, cómo medio país perdona a PPK. Hernández, miembro del comité consultivo del Acuerdo Nacional desde el año 2002, va más allá. “Necesitamos procesar todo lo que pasó en el último cuarto de siglo 20 en el Perú”. 

- ¿Qué significan las palabras perdón y reconciliaciónen un país irreconciliable desde hace siglos? 

Ortega y Gasset decía que el problema con el uso de palabras huecas, encubridoras, vacías de sentido, es que comienzan a circular como la moneda falsa y terminan desplazando a la moneda verdadera. La palabra perdón es un ideal al cual todos debemos aspirar. Jacques Derrida dice: si yo perdono al sujeto arrepentido ya no estoy perdonando a quien cometió el delito, ya es otro. Se ha perdido la oportunidad de discutir si el indulto era más importante que la posibilidad de que el ex presidente Fujimori muriera en prisión. Nadie va a convencer a nadie de que esto no fue negociado, porque se presta tantítismo a lo que los lógicos llaman la falacia Post hoc ergo propter hoc. Si el presidente hubiera dicho tal vez invitemos a la víctimas, había un gesto. La política no solo son actos sino gestos. Un gesto como este hubiera podido si no tranquilizar a la gente, decir caramba estamos reflexionando. Nadie está diciendo con ese indulto que el señor Fujimori no es culpable. Lo que hay es un perdón del cumplimiento de la pena. 

- ¿Quién se reconcilia con quién? ¿Puede imponerse una reconciliación? 

El gobernante tiene que oscilar entre la ética de la convicción y la ética de la responsabilidad. Da la impresión de que PPK optó por la responsabilidad de seguir en el cargo y evitar un desgobierno absoluto. Pero para eso sacrificó algo de la convicción democrática, de aquellos que lo habían apoyado a llegar al poder. Una parte quiere una reconciliación, no entre PPK y Fujimori, sino entre quien está gobernando y la oposición que es mayoría. Esa es la reconciliación más importante para gobernar adecuadamente estos tres años que quedan por delante. El problema es que si el indulto ha aparecido como una suerte de gran jugada de ajedrez político entre dos actores, el pueblo en su conjunto se ha sentido al margen de esa decisión. 

Hugo Neira ha dicho que el Perú es una guerra civil sin balas… 

Pero sin balas no hay guerra, ni siquiera una guerra fría. Lo que hay es una suerte de incapacidad para dialogar. Hay una dificultad en entender que la negociación es parte de la política, pero no como se negocia un asunto de gerencia. La política en el Perú ha derivado hacia la lógica de Carl Schmitt: no eres mi adversario, eres mi enemigo, y a un enemigo se le aniquila. La reconciliación que creo que necesitamos es del Estado con sus diversos integrantes, del estado y la Nación. Cómo se produce la reconciliación entre el universo afectado por las violaciones de los DDHH, que afectó fundamentalmente a nuestro mundo campesino y andino? Esa reconciliación es mucho más importante que una reconciliación entre dos fuerzas políticas. 

- ¿Cómo hacer para que el perdón funcione? 

El perdón es una palabra muy grande y muy noble. Pero ¿cómo reflexionar sobre esto si lo único que tenemos es una riada de tuits y textos de las redes sociales donde cualquier que diga algo es absolutamente lapidado? Son piedras y no palabras las que se emplean. 

Si antes enfrentábamos ciertas crisis con humor, ya no hay ni siquiera eso, prevalece el insulto. 

Freud decía que el humor es una de las grandes creaciones humanas para enfrentar lo irremediable, para erguirse frente a la desdicha, para asumir con una sonrisa la brevedad de la existencia. Tengo una confesión, o más precisamente una confidencia. Yo tal vez tenga una cierta solidaridad de senectud tanto con PPK como con Fujimori. Tengo prácticamente la misma edad que ellos y uno ya mira la vida un poquito de otra manera. Hay que tomar eso en cuenta. Yo valoro las protestas de los jóvenes. No hay gremio intelectual que no haya planteado su rechazo (al indulto). Los historiadores, los literatos, los cinematográficos, los artistas plásticos… Eso implica que el tema es grave. 

- Ciento cincuenta historiadores han firmado una carta en la que señalan que un pueblo obligado al olvido pierde su carácter de agente en la historia y que recordar es precisamente un paso para lograr la reconciliación.

Max Weber, en un extraordinario discurso de 1919, cuando la agitación en Alemania era fuertísima, les planteó a sus estudiantes: ‘Señores, los intelectuales a veces tenemos una debilidad por el alboroto. A veces también los intelectuales tendrían que ponerse a pensar’. Yo no creo que el indulto va a afectar la memoria. Ahí discrepo de los historiadores. Lo que afectaría la memoria histórica es que como consecuencia de esto se obturen los canales por los cuales se circula y se consolida una memoria, que son el Ministerio de Educación y el Ministerio de Cultura. Tenemos que velar porque el primero mantenga la enseñanza de lo que ocurrió en esos años y que el segundo también lo plantee. Yo no estoy en contra de que se proteste, pero ¿se ha examinado exactamente la línea del tiempo de este indulto? ¿La llamada traición de PPK es a quién? ¿A aquel punto cinco por ciento o menos de votos que le dieron el triunfo sobre Keiko Fujimori? Lo dice alguien que no tiene mucha simpatía por el fujimorismo, pero eso no me lleva a tener posiciones radicales anti. He visto durante mi vida el gravísimo daño que hacen los antis. 

- ¿Cómo perdona alguien que se siente traicionado?

Si, como dicen quienes han seguido esto con particular cuidado, el indulto y la vacancia corrieron por cuerdas separadas y lo que hubo fue una coincidencia en el tiempo, ¿por qué PPK no pudo decir ‘señores, señor Kenji, usted que me ha ayudado, entienda que si damos ahora el indulto no va a ser bueno ni para mí ni para su padre’? ¿Por qué no maduramos una manera de hacer del indulto un problema nacional? Necesitamos procesar todo lo que pasó en el último cuarto del siglo XX en el Perú y que fue verdaderamente terrible: terrorismo, hiperinflación, catástrofe política, antipolítica y los ajustes que en ese momento fueron feroces, pero que después plantearon la posibilidad de aceptar una disciplina fiscal y el libre mercado, etc.  

- ¿Reconciliar es pactar? ¿Hay que ceder para perdonar?

Yo no les tengo temor a los pactos, lo que pasa es que estos, que necesitan un primer momento muy privado, tienen que irse mostrando. Lo que ha faltado es mucha conversación. El problema es que si continúa esta violencia en las redes sociales, si creamos una cacofonía de posiciones encontradas, se pone mucho en riesgo. Lo primero: el valor de la palabra. Y no solo en la política, en la vida cotidiana. Necesitamos recuperar la confianza cuando menos en la posibilidad de que Gobierno, partidos políticos y sociedad civil se pongan de acuerdo en algún bien en común. Este país, mi país, necesita reconciliarse desde hace mucho tiempo. Tenemos todavía fracturas internas. 

- ¿Eso nos hace intolerantes, prejuiciosos?

Como psicoanalista, diría: una situación traumática como la que vivió el país en los años 80 y 90 tiene que procesarse recordando aquello que pasó, porque solo el recuerdo permite los procesos que lleven al olvido. Pero gente como Benedict Anderson o David Rieff plantean las virtudes del olvido. ¿Cómo dejamos que el valor curativo del olvido comience a tomar lugar sin que esto implique reprimir aquello que ocurrió? Un poco de equilibrio, moderación, un poco de comprensión es fundamental en este momento. Comprensión de los muchachos que sienten que tienen que salir a la calle, de los intelectuales que sienten que han sido traicionados, por las circunstancias. Necesitamos una vasta reconciliación. ¿Quién va a impulsarla? No lo sé.  

- ¿Es liberador perdonar? ¿Qué pasa con el que no perdona?

El perdón es un acto de una inmensa generosidad de espíritu. Hay una muy fuerte decepción. Para Freud lo que frustra, lo que produce el dolor y la decepción, es la promesa incumplida. Una promesa no necesita ser hecha para que una persona la tome como tal. En el momento en que PPK ganó la elección, su triunfo era implícitamente para muchos una promesa: derrotamos al fujimorismo, no hay indulto.  

- ¿Perdonar es lo mismo que olvidar, que hacer borrón y cuenta nueva, pasar la página? 

El olvido es una cosa, el perdón es otra. El olvido es un mecanismo que tiene virtudes. No hay que olvidar en el sentido de creer que eso no pasó, no en el sentido de pasar la página (que significa que queda escrito). ¿Qué implicó nuestra transición democrática? Hay quienes dicen frases terribles, ‘que se vayan todos’, ‘tenemos los gobernantes que nos merecemos’. En todo ese proceso ha faltado una mayor modulación de las emociones. No puedes hablar de vacancia presidencial como si estuviese haciendo una operación laparoscópica, en un país tan presidencialista como el Perú. Era una operación brutalmente traumática y se ha tratado con una extraordinaria ligereza. 

- ¿Somos una sociedad que perdona? Qué hace falta para ser perdonado?

Qué pregunta… Nos es difícil. Hay que dejar que los procesos vayan dándose. De repente este indulto, así como ha sido dado, a destiempo, fuera de timing, no obstante podría producir que los jóvenes discutan sobre esto. 

- ¿Discutir es el primer paso para reconciliar?

Claro que sí. De la fricción surgen chispas de luz. Yo diría conversar, que la conversación siga adelante. El Perú ha cambiado, hay una juventud menos pacata, menos racista, sexista, más tolerante. Espero que esto que ha ocurrido se pueda procesar.

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