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El amor no tiene raza - 3

Por Andrea Carrión / WUF

Al verlo feliz corriendo por el parque con Nicolás, Mateo y Josué, sus tres hermanos humanos, cuesta imaginar el pésimo estado en el que estuvo hace apenas unos meses.

Noruego fue rescatado de las calles de San Miguel un día que llovía mucho. Entonces no tenía nombre, era hueso y pellejo, y sus patas estaban quemadas y amarradas con una pita.

Afortunadamente, el proceso de sanación fue lo suficientemente rápido como para que este perro, bautizado Noruego por sus rescatistas, fuera preparado y convertido en un Wuf, es decir, un perro rescatado que ha sido cuidado, esterilizado, vacunado, desparasitado y que está listo para tener un nuevo hogar.

Paralelamente, mientras Noruego se alistaba para ingresar al portal digital de y mostrarse ante potenciales adoptantes en la página , en Los Olivos la familia Cesti evaluaba la posibilidad de adoptar un perro. El cabecilla de la operación: Nicolás.

“Yo quería un perro y como quería que fuera adoptado, busqué en Internet hasta que encontré . Ahí elegí las características de todo lo que quería de un perro y salieron un montón de opciones, entonces le pregunté  a mi mamá y ahí empezó todo”, comenta Nicolás de 15 años de edad.

Su madre, Karina, cuenta que la idea de adoptar nació a raíz de una experiencia con su anterior perro, un Schnauzer mediano de nombre Otto Fonzi. Éste fue comprado en una veterinaria, pero al poco tiempo los Cesti debieron cederlo a otra familia porque se mudaron al Cusco y no pudieron llevarlo.

“Eso fue un golpe muy fuerte para mis hijos. Nicolás sufrió un año porque habíamos dejado a su perro. Una vez regresamos a Lima de visita y fuimos a ver a  Otto Fonzi, él nos reconoció y lloró muchísimo cuando nos fuimos, todos nosotros llorábamos abrazados, fue un drama”, recuerda Karina. “Encima en esa época mucha gente sugería que vendiéramos a Otto y después de comprobar el amor que teníamos por el perro y que él tenía por nosotros, nos dimos cuenta que Otto no tenia precio, cómo vender una vida, entonces decidimos que al próximo perro lo adoptaríamos”.

Así que poco tiempo antes de Navidad, la familia puso manos a la obra. Volvieron a la , eligieron varias opciones y al final se quedaron con Noruego.

“Nicolás dijo ‘Siento en mi corazón que él es’ y cuando le mandé la foto a mi esposo Christian –que estaba en el trabajo-, dijo ‘¡Él es nuestro perro!’. Ya luego cuando vimos que sobre la foto de Noruego en lugar de la palabra ‘Adóptame’ salía la frase ‘En proceso de adopción’, Nicolás dijo ‘Ay, se me van a caer las lágrimas de la emoción’. Todos estábamos muy felices”, agrega Karina.

Solo basta con ver la cara de Christian para comprobar que está enamorado de su perro. Él mismo se sorprende pues confiesa que fue de las personas que solo consideraba tener perros de raza pura.

“La gente piensa en comprar perros para sentirse mejor con ellos mismos y andar con un perro caro, por puro estatus. Yo alguna vez fui así, yo también quería mi perro de raza. Antes tuve perros Pastor Alemán o Braco, hasta que compramos dos perritos Poodle que resultaron no ser Poodle. Uno de ellos, Rio, murió envenenado por bocado, y Fonzi vivió 17 años. Fue el más inteligente de todos; abría la puerta y tocaba el timbre, era increíble el perro, con él me di cuenta que todo perro es bueno. Luego caí de nuevo en buscar raza y compramos un Schnauzer. Hasta que Karina me enseñó que no es necesario tener un perro de raza para quererlo y Noruego me ha demostrado que el amor no tiene raza”, comenta Christian.

Todos coinciden en que Noruego es súper educado y disciplinado, y hasta les cuesta creer que pese a su joven y activa edad -1 año aproximadamente-, nunca se haya ocupado en la casa ni haya mordido y/o roto algún objeto de la casa.

“Nos enamoramos de Noruego desde el principio, su nombre es tan impactante como su cara. Fue tanta la conexión que cuando lo fuimos a recoger de la veterinaria de donde WUF suele hacer las entregas, sentimos que solo lo habíamos dejado a bañar”, agrega Christian. “Tantos perros abandonados que hay en las calles y uno pasa delante de ellos con su perro bien caro y peinadito… no, ya no, por eso decidimos rescatar uno”.

Así como Noruego, hay miles de perros esperando a una familia como los Cesti y hoy adoptar es mucho más fácil gracias a plataformas digitales como la de , una asociación sin fines de lucro que buscar generar conciencia sobre la realidad de los perros abandonados en el Perú y que ofrece herramientas necesarias para combatir el problema y hacer de la adopción una excelente alternativa.

“El slogan de WUF es preciso: Cambia dos vidas. ¡Es perfecto! Y es que cambias la vida del perro y la de la persona que lo adopta”, señala Karina. “En realidad, aquí en casa han cambiado seis vidas, mis hijos son más disciplinados, nobles y responsables, y mi esposo y yo más conscientes sobre la importancia de adoptar. Todos estamos muy felices de tener a Noruego, es el cuarto hijo”.

*Para conocer a los perros que están listos para ser adoptados, ingresa a  

andrea@wuf.pe

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