La ceremonia de transmisión de mando revistió ayer en el Congreso una solemnidad sin precedentes. Este acontecimiento capital concitó el entusiasmo ciudadano en forma multitudinaria. Las calles que conducen al Palacio Legislativo estaban llenas de gentes animadas de entusiasmo extraordinario.
La sesión se inició a las 3:50 p.m. y fue presidida por el senador por Lima Julio de la Piedra. Actuaron de secretarios, el senador Carlos Malpidca Rivarola y el diputado [Luis] Rodríguez Vildósola.
Tras los primeros trámites, se procedió a nombrar las comisiones de Anuncio y Recibo al presidente de la Junta de Gobierno y de Anuncio y Recibo al presidente Belaúnde Terry, que salieron a cumplir sus misiones apenas fueron aprobados. La mayoría de representantes asistió con traje de calle, pero los que tienen cargos en las directivas o fueron objeto de comisión oficial lo hicieron de riguroso frac.
Fervor
El hemiciclo ofrecía un espectáculo de verdadera aglomeración humana. El público ocupaba todos los accesos a la sala y se desbordaba en ella, confundiéndose prácticamente con los representantes. Fotógrafos y cameramen de cine y televisión no descansaban un momento en su actividad. Flash y fogonazos se sucedían, como fuegos fatuos, casi sin interrupción. En las galerías la expectativa del público se hacía tangible. En las barras altas, el pueblo coreaba diversos eslogans alusivos al triunfo del arquitecto Belaúnde Terry y de la alianza A.P con la Democracia Cristiana. Los más repetidos y entusiastas gritos fueron los de “Viva el Perú, viva Belaúnde” y “Viva el Perú, viva la Alianza”.
Espera
A las 4:30 p.m. hizo su aparición por la puerta principal del hemiciclo el presidente de la Comisión de Anuncio al Presidente de la Junta, Héctor Cornejo Chávez, quien informó al presidente del Congreso que su misión había sido cumplida. Se escuchó, con mayor intensidad, vivas al presidente, a los que se asociaron vítores por el líder demócrata-cristiano y por el general Lindley.
A las 4:35 p.m. el senador Carlos Manuel Cox, presidente de la Comisión de Anuncio al Presidente Electo, dio cuenta a la asamblea de que “dentro de breves instantes el presidente constitucional de la República, estará en este hemiciclo para prestar juramento”.
Llega Belaúnde
Así sucedió. El arquitecto Belaúnde Terry hizo su entrada en medio de una ovación estruendosa que partió de todos los ángulos de la sala y que fue agradecida, con su gesto característico, por el jefe de A.P. [Acción Popular]. Fue una ensordecedora aclamación que culminó con el himno nacional, entonado por todos los presentes. Al terminar la canción patria y siempre entre aclamaciones, el presidente ocupó, en la parte baja del hemiciclo, en lo que podría llamarse el llano, un asiento, desde el que siguió agradeciendo las entusiastas manifestaciones de que era objeto. En esos momentos, en el estrado directivo se encontraba solo el señor de la Piedra, al lado derecho. A su izquierda había tres sillones vacíos.
Compromiso cumplido
La llegada del presidente de la Junta de Gobierno, que ocurrió a las 4:57 p.m., también fue saludada con vivas expresiones de simpatía y prolongados aplausos. El general Lindley portó la banda presidencial en las manos. Este gesto de sobriedad causó grata impresión. Después de entonarse nuevamente el himno nacional, el general Lindley, quien junto con el vicealmirante [Juan] Torres Mattos y el mayor general FAP [Pedro] Vargas Prada, ocupó la parte central de la mesa directiva, pronunció un discurso, en el que destacó la lealtad de nuestras Fuerzas Armadas al compromiso contraído con el país el año pasado, por el que “renunciamos a toda ambición política y a toda clase de intereses personales”; y expresó, a nombre de la Junta, su “respeto y simpatía al arquitecto Fernando Belaúnde Terry, elegido presidente Constitucional de la República por el voto mayoritario del pueblo”.
Al terminar su discurso, el general Lindley hizo entrega de la banda presidencial al presidente del Congreso, quien se la ciñó, y en breve intervención reconoció el cumplimiento de las promesas hechas por la Junta de Gobierno en el sentido de realizar elecciones libres y entregar el mando al vencedor en ellas. “Han sido íntegramente cumplidas” —dijo— y agregó que le era grato poner de relieve la contribución de la Junta para que el Perú recobre su constitucionalidad. Luego, cambió un apretón de manos con el general Lindley, quien junto con los otros dos expresidentes se retiró, ubicándose en el hemiciclo.
Jura el presidente
Llamado a juramentar, Fernando Belaúnde Terry, en medio de un vocerío indenoscriptible y de entusiasmo sin límites. Cumplió el ritual de la juramentación y luego fue investido con la banda, a las 5 y 8 de la tarde. Este acto dio motivo a nuevas demostraciones del público que no cesó un momento de dar vivas al presidente.
Al entregarle la banda, el presidente del Congreso formuló votos para que “el acierto distinga, para bien de la Patria, vuestra gestión gubernativa”. Afirmó de la Piedra que “el poder Legislativo prestará su colaboración al Ejecutivo para acrecentar y consolidar el progreso del Perú”.
El presidente de la república dio comienzo luego a su sensacional y aplaudido discurso, cuyos principales aspectos comentamos al iniciar esta información.
Cuando terminó el presidente, acallado el desbordante entusiasmo provocado por sus promesas patrióticas y sus severos enfoques sobre la ayuda económica extranjera, el presidente del Congreso tomó juramento al primer vicepresidente de la República, Edgardo Seoane; y al segundo vicepresidente de la República, Mario Polar, que recibieron también grandes aplausos. Después de este trámite, el presidente del Congreso agitó la campanilla y terminó la sesión.
Saludo a la Junta Militar de Gobierno
Concretó su idea analizando la utilidad de ampliación del servicio militar de los jóvenes y recordando que en verdad cada cuartel es una escuela, y que las tropas están preparadas para cumplir una misión civil por la educación que reciben.
Hizo hincapié en la obra social que realiza el gobierno, pero añadió que no solo su gobierno hará uso de los zapadores, cuya obra destaca en los campos de vialidad y colonización, sino que estaba dispuesto para que las Fuerzas Armadas en conjunto cumplieran misión en la selva peruana, por ejemplo, para conseguir “victorias en que no haya víctimas” y ganar tierras en “triunfos en que no habrá perdedores”.
“Y este es el momento que creo oportuno para saludar a la Junta Militar de Gobierno”, agregó, reconociéndole su abnegada labor, el cumplimiento de la palabra empeñada y el restablecimiento constitucional de acuerdo a la solemne promesa.
Se refirió a la “austera delicadeza del general Nicolás Lindley”, y añadió que no solo saludaba a su presidente, sino a toda la junta.
Alianza para el progreso
Recalcando que la intención de su gobierno es el de colaboración hemisférica, el presidente Belaúnde, después de reconocer el aporte de la “Alianza para el Progreso”, señaló “graves fallas que deben ser corregidas a la brevedad”.
Expresó que los bancos e instituciones todavía no han superado la repetición de los métodos de los bancos comerciales y reclamó créditos más liberales, que se adapten más a las necesidades de nuestro medio. Criticó también la morosidad con que se conceden los créditos internacionales y pidió que vengan, en las condiciones más convenientes, a auxiliarnos con rapidez.
Afirmó que el subdesarrollo es sinónimo de superexplotación y superespeculación.
Haciendo referencia a las causas de la prosperidad de Estados Unidos (un gran mercado federal de capitales) dijo el presidente Belaúnde, que quería recoger la experiencia de ese país para cosechar ventajas en favor de nuestro país y lanzó la iniciativa de crear un instituto de crédito y de canje de bonos de los países latinoamericanos con bonos internacionales.
Problema de las barriadas
Analizando la importancia de la cooperación continental, recordó precisamente el concepto del incario, que había planificado su economía con un sentido hemisférico, tomando en cuenta la geografía característica del territorio.
Por eso —sostuvo— concebía una verdadera estructura continental de crédito de ayuda, así como pensaba en la constructura (sic) continental de crédito de ayuda, así como pensaba en la construcción de una carretera que pase por Bolivia, Perú, Ecuador y Colombia, que é ha llamado “marginal” de la selva.
En ese punto recordó cómo en tiempo de los incas se fueron creando pueblos de acuerdo con la necesidad demográfica, en cambio, que ahora, por causa de la falta de vialidad y otras razones de tipo económico, el habitante peruano fluía hasta la costa para buscar medios de vida, formando barriadas.
Indicó que el día en que los pobladores precarios se conviertan en fundadores de pueblos, se habrían solucionado grandes problemas del país.
Fervor cívico
Todos los más importantes pasajes de la alocución presidencial fueron motivo de aplausos entusiastas; hubo también suspenso por ejemplo cuando Belaúnde señaló que debía ocuparse de la delicada cuestión de “la Brea y Pariñas”, suspenso que después se transformó en vivas y manifestaciones fervorosas de apoyo al contenido de las palabras presidenciales.
Enfoque:
Fernando Belaúnde Terry había resultado ganador de las elecciones desarrolladas el 9 de junio de 1963. En su edición del 28 de julio de ese año, este Diario destacaba que Belaúnde había sido elegido para un periodo de seis años de gobierno. “Belaúnde se convierte así en el 68º presidente del país, a los 51 años de edad, a los siete años de haber comenzado su lucha por el poder y en la tercera oportunidad que postula a la presidencia de la República. El 9 de junio fue elegido por más de 700 mil votos, la más grande votación que político alguno ha obtenido jamás en el Perú”. Luego, destacaba que a la ceremonia de transmisión del mando asistían 44 delegaciones extranjeras de otros tantos países. Estaban presentes, “entre los visitantes extranjeros, expresidentes de varios países de Latinoamérica, varios candidatos a la primera magistratura de sus respectivos países, grandes figuras de la intelectualidad mundial, de las finanzas y de la diplomacia”.