El 28 de diciembre de 1961 nació el distrito de Villa María del Triunfo, uno de los “gigantes” del sur de la capital, con una población que bordea actualmente los 400 mil habitantes, y cuyos primeros pobladores arribaron a finales de la década de los cuarenta procedentes de Surquillo y La Victoria. Allí también llegó el ‘fenómeno’ en 2004.
Dentro de sus 70,54 kilómetros cuadrados encontramos el inmenso cementerio Virgen de Lourdes, en Nueva Esperanza, con más de un millón de nichos, así como el moderno Complejo Deportivo que abrió sus puertas durante los Juegos Panamericanos de 2019.
En sus alturas hallamos el llamado “Ticlio chico”, una zona donde la población residente tiene que soportar temperaturas que bajan hasta los 10 grados centígrados y donde la humedad alcanza el 100%. Pero aparte del frío, en Villa María del Triunfo también encontramos enormes espacios verdes y permanentes jornadas de arborización a cargo del Servicio de Parques de Lima.
Su principal emporio comercial, y punto de reunión de amas de casa y de los mejores cocineros del Perú, es el Terminal Pesquero, donde podemos adquirir pescados, mariscos y productos marinos que llegan frescos a las mesas de los limeños y a los mejores restaurantes de la capital.
Pero el distrito tiene también sus carencias, falta del servicio de agua potable y un crecimiento urbano desordenado. La delincuencia tampoco es ajena al día a día de los villamarianos, quienes en su lucha cotidiana por sobrevivir a las angustias económicas han tenido que sumar a esto los efectos de la pandemia en los últimos dos años.
Si bien se han inaugurado algunos centros comerciales y el Metro de Lima es un medio de transporte que conecta a Villa María del Triunfo con el resto de la ciudad, la sobrecarga de transporte informal, y el pésimo estado de algunas de sus calles y avenidas, dificulta un tránsito rápido y seguro.
El ‘fenómeno’ alborotó a Villa María del Triunfo
Como la imagen de una empresa famosa de cerveza, el ‘fenómeno’ brasileño Ronaldo Luiz Nazario de Lima estuvo en Villa María del Triunfo, donde tuvo un baño de popularidad. No fue recibido como el rival al que hay que hostigar desde la tribuna, sino cómo el ídolo de los niños y grandes, que llega para repartir autógrafos y donaciones.
Para los ‘peloteritos’ que sueñan a ser cracks jugando entre terrales y cerros, la estrella del Real Madrid es un ángel caído del cielo. De él se puede esperar todo. La inesperada visita sucedió el 22 de junio de 2004, cuando el imparable artillero brasileño estuvo en nuestra capital para cumplir distintas actividades y regaló sonrisas y muestras de afecto a sus ‘hinchas peruanos’.
El astro de la ‘verdeamarela’ fue declarado visitante ilustre por el alcalde Luis Castañeda, entregó donaciones en el estadio de Alianza Lima y brindó entrevistas durante las 15 horas que estuvo en nuestra capital. No le recordaron sus incómodos líos amorosos. Solo hubo afecto. Ronaldo caminó como rey entre los entusiastas pobladores de Villa María del Triunfo, protegido por doce gigantes que no le perdían el paso.
Allí posó con muchos niños, en un lugar que seguramente le debió recordar las favelas de San Cristóbal, en donde vivió sus primeros años. El acto central fue la inauguración de un campo deportivo. El implacable goleador estampó su firma en una superficie de cemento para la posteridad. Después ofreció una conferencia de prensa y dos entrevistas exclusivas, donde confirmó que no jugaría la Copa América que iba a realizarse ese año en el Perú.
El brasileño de 27 años elogió al “maestrito” Nolberto Solano. En La Victoria hizo cuatro donaciones, recibió el carnet de socio honorario, pero no aceptó ponerse públicamente la camiseta de Alianza.
¡Vamos al Terminal pesquero!
“Más de un millón de pobladores del cono sur de Lima se beneficiarán con el abastecimiento de pescado fresco a través del moderno Mercado Mayorista Pesquero, que se construye en el distrito de Villa María del Triunfo, con una inversión de 185 millones de soles”. Así lo informó El Comercio en su portada del 16 de mayo de 1980.
Durante la inauguración de su primera etapa se anunció que la totalidad de la obra estaría terminada para el mes de octubre y que la inversión había provenido de las utilidades obtenidas por la Empresa Peruana de Servicios Pesqueros, EPSEP, en 1979.
“Los pobladores del cono sur no podían acceder a los productos hidrobiológicos a pesar de estar a poca distancia del mar, pues no contaban con una adecuada infraestructura de acopio”, manifestó Juan Lavaggi, presidente del directorio de EPSEP.
Al abrir al público la parte inicial de este proyecto, se puso a disposición del público grandes almacenes y una explanada para recibir hasta 15 toneladas de pescado. Este fue el primer centro de abastos de su género que se edificaba en una zona periférica de la ciudad, permitiendo así descentralizar la actividad comercial del Terminal Pesquero de La Parada.