Elmer James Faucett nació en la localidad de Savona, en Nueva York (EE.UU.), un 15 de marzo de 1891. Un hecho que marcó su vida fue, sin lugar a dudas, conocer a los 22 años que en el Estado de Florida se había realizado el primer vuelo comercial de la historia mundial.
Fue el 1 de enero de 1914, en que un solo pasajero, Abraham C. Pheil pagó 400 dólares para obtener el primer ticket de avión de un vuelo comercial en un Benoist XIV anfibio, una avioneta que voló solo 23 minutos dentro de Florida, de San Petersburgo a Tampa.
El vuelo rasante que protagonizó Pheil estuvo a cargo de la empresa St. Petersburg-Tampa Airboat Line y tuvo como testigos a unos miles de asombrados sujetos. Así empezó la industria de los vuelos comerciales. Faucett se sintió inspirado por ese suceso, y no perdió el tiempo porque sintió que ese mundo era el futuro y él quería estar en ese camino.
Al año siguiente, en 1915, empezó su formación como mecánico de aviones. Por azares de la vida, llegó al Perú en junio de 1920. Se había preparado en la empresa Curtis y como mecánico experto llegó con un grupo de pilotos que venían para hacer algunos vuelos de exhibición entre Lima y Trujillo.
Eran los comienzos del “oncenio” de Augusto B. Leguía y el glamour en Lima incluía apreciar esos fantásticos vuelos que el mundo admiraba con aires de autosuficiencia y confianza en la nueva profesión aeronáutica.
Decidió quedarse entre nosotros
Ya establecido en el Perú, Faucett estudió en la primera academia de pilotos civiles, ubicada en Bellavista (Callao). Fue allí justamente donde, según las crónicas de la época, se implementó la primera pista de aterrizaje del país. Todo estaba preparado para que, en pocos años, los viajes comerciales aeronáuticos tomaran vuelo.
El aviador norteamericano se preparó en esa primera academia en Lima y así consiguió su licencia como piloto peruano en mayo de 1921. Su primer vuelo en solitario a los 30 años ocurrió ese mismo mes. Su destreza fue consolidándose año tras año, y antes de que acabara la década de 1920 se convertiría en parte de la historia de la aviación comercial en el Perú.
Faucett era consciente de los peligros. No era un osado de la aviación. Adquirió en su momento de madurez la experiencia necesaria, realizando numerosos vuelos a distintas parte del país. Un ejemplo fue su vuelo de Lima a Iquitos en octubre de 1922, en un biplano que hizo milagros para aterrizar en la mismísima selva charapa.
“Slim”, sobrenombre con el que lo conocían sus amigos y familiares, era un hombre valiente y a la vez alguien con una sólida visión empresarial. Tenía ese espíritu de los recios pioneros, de esos exploradores de los años 20, capaces de hacer realidad sus sueños por más atrevidos que estos fueran. Él se planteó tener su propia compañía aérea y veía en el Perú y en la región americana en general un gran potencial para la aeronáutica civil.
Su carisma lo llevó a contar con el apoyo de quienes serían luego sus socios en la nueva empresa. Entonces implementó su plan y la compañía de aviación “Faucett S.A.” logró realizar su primer viaje dentro de las fronteras nacionales.
El comienzo de Faucett S.A.
Ese primer vuelo fue de Lima a Chiclayo, y se llevó a cabo el 16 de setiembre de 1928. A los 37 años, Elmer Faucett fundó una empresa emblemática para la aviación civil peruana. Pero esa historia encierra en sí misma una aventura especial. Todo empezó el 11 de setiembre de 1928, cinco días antes del “gran vuelo”.
El vapor Santa María había llegado al puerto del Callao para desembarcar allí tres enormes cajas que contenían dos aviones desarmados. Este material fue trasladado desde el puerto al aeródromo de Bellavista; allí los aviones se armaron bajo la inspección del propio Faucett, quien era el director técnico de la nueva compañía.
El 14 de setiembre de 1928, los dos monoplanos Stinson Detroiter estaban ensamblados. El 15, un día antes del histórico vuelo, se hicieron las pruebas aéreas que el reglamento aeronáutico establecía; en estas pruebas, Elmer Faucett y Armando Fabbri, el director de la compañía, socio y amigo suyo, volaron dos veces desde Las Palmas (Surco).
La verdad es que no estaba programado ningún vuelo específico a Chiclayo para inaugurar la compañía. Lo que ocurrió es que el Inspector General del Ejército, el general Faupel debía estar urgentemente el 16 de setiembre en Olmos, por lo que se contrató para ese fin uno de los aviones de Faucett S. A.
De esta forma, ante una urgencia oficial, el 16 de setiembre de 1928, desde las 7 y 30 de la mañana estaban preparados para alzar vuelo a bordo de un monomotor Stinson-Detroiter. Los oficiales y directivos de la empresa, además de amigos y familiares de los viajeros, observaban el acontecimiento frente a la pista del aeródromo de Santa Cruz (donde actualmente está el conjunto residencial de Santa Cruz), el cual pertenecía a Elmer Faucett.
A las 7 y 40, los empleados de la nueva compañía aérea colocaron en el compartimento destinado a la carga varios paquetes que debían ser transportados. La gran novedad fue que uno de estos contenía cien números de la edición de El Comercio del día anterior, que urgía llegar cuanto antes al norte del país. Así, el diario decano participó en este momento histórico.
Antes de las 8 de la mañana, Faucett dio vuelta a la manivela para encender el motor que rugió con verdadera potencia. Exactamente 32 segundos después, el avión de dos tripulantes y cinco pasajeros levantó vuelo. Por la tarde, un despacho procedente de Chiclayo avisó que el aterrizaje, a las 12 y 23 de la tarde había sido todo un éxito. Luego Faucett haría un segundo vuelo corto a Talara (Piura).
Con los años, Elmer Faucett asoció su nombre a la compañía aérea que llegó a servir a su público hasta los años 90 del siglo XX, transportando entonces a más de 3 mil pasajeros al día a través de sus rutas nacionales e internacionales.
La figura imponente de Faucett
El aviador y empresario había empezado así el “servicio aéreo interprovincial” en el Perú. Con seguridad, el gobierno de Leguía lo consideraba un aliado de la modernización que su régimen representaba. Y no estaba fuera de lugar el dictador, pues el pionero movilizó el país aeronáutica y comercialmente.
Faucett dio trabajo a personal técnico y profesional, y desarrolló una industria pujante y moderna, ya que fabricaba sus propios aviones. No era de sorprender que le reconocieran su aporte al país, como lo hizo el presidente Óscar R. Benavides otorgándole los reconocimientos de la Gran Cruz de Aviación en 1935 y la Orden El Sol del Perú en 1937.
Los vuelos de la compañía Faucett fueron los primeros que se hacían a las diversas zonas del país; y es muy recordada la hazaña aérea de llegar en 1932 a Yungay (Ancash). Pero las pistas eran escasas aún, todo estaba por hacerse en el Perú a inicios de la década de 1930. Para empezar, Lima necesitaba un aeropuerto de verdad, pues lo que había eran pistas de aterrizaje, ya sea la vieja pista de Bellavista o los campos de aterrizaje en Santa Beatriz y Santa Cruz. Estos no se darían abasto para el tránsito aéreo comercial que se avecinaba.
En esas circunstancias, el aviador norteamericano fue testigo y protagonista del primer edificio del terminal aéreo de Limatambo, que fue inaugurado por el presidente Benavides, el 3 de noviembre de 1935. Se ubicó en parte de los terrenos de la hacienda Limatambo, de la familia Brescia.
Era solo el comienzo, ya que en ese mismo lugar la Corporación Peruana de Aeropuertos y Aviación Comercial (Córpac) se encargó de completar su trabajo con la apertura de un gran aeródromo de primer nivel. El aeropuerto de Limatambo se hizo realidad el 23 de setiembre de 1948, durante el gobierno de José Luis Bustamante y Rivero. Faucett también estuvo presente en ese instante clave de la historia de la aviación nacional.
Sin embargo, a fines de los años 50 el avance de las urbanizaciones rodeó el aeropuerto. Entonces se pensó en construir un definitivo aeropuerto en Lima. Faucett, sin duda, participó de esa idea y coincidió en que el Callao era el espacio ideal para hacerla realidad.
Cuando empezaban con fuerza los trabajos en lo que hoy es el Aeropuerto Internacional Jorge Chávez (su primera inauguración oficial se dio en 1965), la vida de Faucett encontró reposo. Su muerte ocurrió luego de 32 años de ardua labor aeronáutica.
La vida después de Faucett
Elmer Faucett falleció a raíz de un derrame cerebral, el 10 de abril de 1960. Un día como hoy, hace 60 años. Su patrimonio sirvió de mucho para consolidar la Fundación Elmer J. Faucett, una asociación que becaba a estudiantes que deseaban ser pilotos, mecánicos y otros oficios para darles estudios avanzados en el extranjero. Ese mismo año, el aeropuerto empezaba a ser trasladado de Limatambo a esa zona de chacras del Callao. Se le conocía entonces como el “Aeropuerto Internacional de Lima-Callao”. No había transporte público por la zona.
Como gesto de reconocimiento a su valía como aviador, empresario y filántropo, el 15 de setiembre de 1962, al cumplirse los 34 años de la compañía y cuando en el poder estaba el general Ricardo Pérez Godoy, tras un golpe de Estado al presidente Manuel Prado, se inauguró la nueva avenida Elmer Faucett, frente al terminal aéreo.
Tal acto se realizó en el óvalo recién inaugurado también. Allí, junto a los familiares de Faucett, al presidente del directorio de la compañía, Eduardo Dibós Dammert y a Antonio Bentín, director gerente de la empresa, se reunieron las autoridades militares y el alcalde provincial del Callao, Manuel Arispe.
La ceremonia se inició con el canto del himno nacional, ejecutado por la banda de músicos de la Fuerza Aérea Peruana (FAP). Luego el alcalde Arispe destacó los beneficios de la nueva vía. “La avenida Elmer Faucett dará prestigio internacional al Callao y a su importancia comercial”, dijo Arispe, para después explayarse en la “obra peruanista” del aviador (1891-1960), pues fue él quien abrió las rutas a la selva en cooperación con la FAP. Enseguida, se develó la placa del busto y apareció un Faucett vestido con el uniforme de vuelo de los años 20, colocado sobre una base de mármol.
Esa jornada histórica concluyó con una romería al Cementerio Británico del Callao (Bellavista), para dejar las ofrendas florales en la tumba del pionero de la aviación comercial en el Perú. Elmer Faucett dio nombre así a la gran avenida que conduce hoy al Aeropuerto Internacional Jorge Chávez.
La compañía aérea nacional vivió de todo en sus siete décadas de permanencia en el mercado: hazañas aéreas, aventuras comerciales, accidentes trágicos, récord de vuelos, campañas exitosas y también fracasos institucionales. Pese a todo ello, la empresa se mantuvo en el aire hasta 1997, justamente un año después del grave accidente aéreo en Arequipa, que dejó 123 muertos. Ese fue el momento del derrumbe final de este gigante de la aviación comercial peruana, el cual llevaba el nombre de un hombre visionario y singular: Elmer Faucett.