“Primero mido los espacios con una regla y después voy calibrando cada línea con la escuadra. Luego uso una cinta azul para guiarme, cuidando que la raya quede perfectamente impresa. Entonces recién busco los colores y me pongo a pintar cada color por separado. Si necesito corregir algo, lo hago en el camino. Y si me equivoco o he dejado correr un rastro de más, me apresuro en corregirlo lijando la superficie para que no quede trazo alguno del error”, dice.
Así, en su taller de Miraflores, la pintora y fotógrafa Mariella Agois (Lima, 1956) explica la composición de esta nueva serie de acrílicos que inaugura hoy, íntegramente geométrica y desplegada sobre espacios de no-presentación. Alineada, además, con los postulados de algunas corrientes aparecidas a fines de la década de los ochenta. Esto es, ensambles abstractos, imágenes construidas, signos figurativos que transportan la mirada hacia espacios ambiguos. Toda una narrativa con final abierto.
SIGNO Y VOLUMETRÍA¿Pero, qué lleva a un pintor a decantarse por elementos decorativos sin referentes reconocibles en la realidad? “Quizás el proceso de la pintura, en mi caso. Cuando trabajo en un cuadro me interesa encontrar un balance entre color y forma. No importa si son decorativos, yo no los veré decorativos, sino necesarios para que el cuadro funcione. La razón de estas líneas, desplazamientos y pliegues va más allá de lo que se ve”.
Y lo que se ve en las flamantes criaturas de Agois son dos grupos diferenciados por un signo tan sutil que solo la artista es capaz de ver: mantos y pliegues. Un reto al ojo y sus capacidades de distorsión con referencia a la forma, el color, la dimensión y la perspectiva.
¿A qué atribuye su aproximación a la pintura geométrica? “Ha sido un proceso de varios años. Empecé a pintar queriendo tener una idea antes de empezar, un elemento figurativo que me sirva de guía para decir algo. Con el pasar del tiempo y dentro del proceso de la pintura, esto dejó de ser importante. La idea era el cuadro mismo. Me interesaba generar una situación dentro del espacio pictórico, no algo que tenía que referirse al exterior, a la realidad”.
CIMAS DE COLORLas referencias vendrán, entonces, del interior: esos mantos reproducen los colores de los chales que se tejen en San Miguel de Cajamarca. “Me intrigan los colores que escogen y la combinación que hacen esas tejedoras”, dice. Agrega que esta muestra forma parte de una más grande que mantiene bajo cuatro llaves porque se va a la feria ARCO Madrid. Sin embargo, de manera excepcional, descorre una veladura. Lo que aparece es una réplica del Cerro de Colores, majestuosa cima ubicada en las estribaciones del Ausangate.
“Esa montaña es una belleza”, dice la artista. “Como los chales cajamarquinos, una fusión entre la sierra y la costa dentro del tejido peruano. Las combinaciones de color son increíbles y las he usado como inspiración. No diré que soy una experta en la materia o que mi trabajo es acerca de ellos. Pero es como cuando miras el cuadrito ”El Limón“ de Monet, te puedes desmayar de lo lindo que está pintado. Y no es una geometría. Igual me pasa con muchos cuadros de Magritte y las miniaturas de la época Mogul, en la India”.
Y así, con una sólida trayectoria referenciada por Mondrian, Monet, Scully, Richter y Kiefer; bajo una construcción estudiada de imágenes, tejiendo redes y tramas donde su afilada inteligencia visual actúa por repetición, es posible afirmar que Agois establece todo un referente en la abstracción geométrica peruana, en línea inmediata con los celebrados Morros Moncloa y Regina Aprijaskis.
MÁS INFORMACIÓNLugar: Galería del Paseo. Dirección: Gral. Borgoño 770, Miraflores. Fechas: inauguración hoy, hasta el 7 de diciembre. Horario: lunes a viernes de 11 a.m. a 7 p.m. Sábados de 11 a.m. a 3 p.m. Ingreso: libre.