Desde el aire se ven como tres grandes conos de cristal incrustados en la tierra. Son la entrada de luz y aire para un gigantesco centro comercial subterráneo al poniente de Ciudad de México.
Es uno de los nuevos proyectos que se realizan en la capital del país y que, según algunos, puede ser una alternativa para controlar el tamaño de una de las ciudades más grandes del mundo: construir hacia abajo.
Además de esta plaza comercial, llamada Garden Santa Fe, se ha construido un acuario propiedad del empresario Carlos Slim, considerado el más grande de América Latina. También está bajo tierra.
Y existe un proyecto para edificar un complejo de 65 pisos subterráneos que albergue oficinas, viviendas y negocios bajo la emblemática plaza central de la ciudad, el Zócalo.
Aunque existen desarrollos habitacionales y de comercios que utilizan sótanos como estacionamientos, o edificios anclados a laderas de barrancos, las construcciones realizadas bajo el suelo son una novedad en el país.
Para algunos también resultan polémicas porque varias zonas de la capital mexicana en su origen prehispánico eran un lago y actualmente se consideran vulnerables a los sismos.
Los promotores de los complejos subterráneos, en cambio, aseguran que la tecnología actual permite construir sin riesgos en cualquier sitio de la capital mexicana.
BBC Mundo le cuenta algunos detalles de estos impresionantes edificios bajo tierra.
CONOS DE LUZ Y AIRE
El centro comercial Garden Santa Fe se construyó en un parque semi abandonado y que se usaba con frecuencia para estacionar autos, le dice a BBC Mundo Francisco Montes de Oca, director de Arquitectoma, la empresa que desarrolló el proyecto.
Originalmente el plan era construir un estacionamiento, algo muy necesario en esa zona del oeste de la capital que alberga más de 56 edificios de corporativos empresariales y donde muchos de los empleados se transportan en automóvil.
Después se añadió el espacio comercial para el que se utilizaron técnicas de construcción desarrolladas en Reino Unido, que consisten en establecer un muro de concreto en el perímetro de las excavaciones para evitar deslaves.
Los conos de cristal visibles desde la superficie permiten la entrada de aire y luz del sol, lo cual reduce sensiblemente la iluminación artificial y con ello baja el consumo de electricidad, afirman los desarrolladores de la plaza.
Además, en la superficie se conservó el parque con jardines y árboles que es lo que más se aprecia desde el nivel de la banqueta, aunque hacia abajo existen 65.000 metros cuadrados de construcción subterránea en seis niveles: dos para comercios y el resto para automóviles.
En esta zona de la capital mexicana el suelo es más firme que en el área del centro, explica Montes de Oca, lo que haría que el riesgo de daños por sismos sea menor.
Construir hacia abajo puede ser una alternativa para Ciudad de México, que con sus 1.495 kilómetros cuadrados de superficie está muy cerca de agotar sus posibilidades de expandirse de forma tradicional, es decir ocupar horizontalmente sus reservas territoriales.
“Se me hace absurdo crecer en forma horizontal, la ciudad se ha extendido a tales dimensiones que la gente para tratar de llegar a su trabajo tarda dos o tres horas. Es verdaderamente absurdo”, insiste Montes de Oca.
PECES BAJO TIERRA
La razón principal por la cual el Acuario Inbursa se construyera bajo el suelo es que su propietario, el Grupo Carso de Carlos Slim, no quería que nada estorbara la vista del Museo Soumaya, donde se exhibe la colección privada del empresario que incluye obras de Augusto Rodin, Salvador Dalí y Tintoretto, entre otras.
Pero también fue una decisión práctica: el terreno disponible para realizarlo no alcanzaría para albergar 1,7 millones de litros de agua de mar, 230 especies distintas, 500 ejemplares y todas las instalaciones necesarias para conservarlos.
“El terreno era chico en comparación con el programa arquitectónico que manejábamos, pues la primera opción era que fuese todo en una planta de 3.000 a 5.000 metros cuadrados”, le dice a BBC Mundo Edgar Delgado, uno de los diseñadores del acuario.
Así, el complejo ubicado en el noroeste de Ciudad de México se desarrolló en cuatro niveles a 25 metros bajo tierra.
El recorrido de los visitantes inicia en el tercer sótano, donde están las especies que viven a mayor profundidad en el mar, y luego asciende hasta llegar a un área de manglares en la superficie.
El acuario se construyó de arriba hacia abajo, es decir, primero se colocó el piso de concreto del primer nivel subterráneo, luego se excavó el siguiente donde también se estableció una base de cemento y así hasta concluir el edificio.
La construcción está rodeada de un Muro de Milán, una protección de concreto y polímeros para evitar deslaves y movimientos del terreno pues a unos metros de la zona circulan ferrocarriles cargueros.
“RASCASUELOS”
Uno de los proyectos más polémicos se llama Rascasuelos, y consiste en construir una pirámide invertida de 65 niveles subterráneos para albergar oficinas, viviendas y negocios bajo la plaza principal del país, el Zócalo de la capital mexicana.
La pirámide tendría vacío el espacio central para permitir la circulación de aire y la entrada de luz natural, además que toda la estructura se planea que sea de concreto para contener la presión de la tierra.
La parte más ancha a nivel de la superficie se proyecta de cristal endurecido. La idea fue desarrollada por el grupo Bunker Arquitectura. El costo estimado de la obra es de unos 10.000 millones de pesos (US$769 millones) y tardaría ocho años en construirse.
Rascasuelos sigue en proyecto, aunque su aparición pública causó polémica pues el sitio donde se planea fue el corazón de Tenochtitlán, la capital del pueblo azteca, que a su vez fue edificada dentro de un lago.
Bajo el Zócalo existen vestigios prehispánicos, al margen de que la plaza está rodeada de algunos de los edificios más antiguos y emblemáticos de México. Es, además, una zona muy vulnerable a los sismos.
Los desarrolladores de Rascasuelos, sin embargo, afirman que su proyecto no afectará a la zona y que la técnica de construcción previene el riesgo de los movimientos de tierra.
Y es que en el centro de Ciudad de México existen normas para restringir el tamaño de rascacielos. Pero los límites son distintos en los nuevos edificios subterráneos.