Una antigua tienda un poco venida a menos que se convirtió en un emblema arquitectónico de Londres logró evitar el paso implacable de las excavadoras por segunda vez... a casi 90 años del primer intento de demolición.
Spiegelhalter, se llama. Y es el equivalente británico de las llamadas “casa de clavos” de China.
Es un tema recurrente en películas y televisión: un vecino o un empresario valiente rechaza repetidas ofertas de un promotor inmobiliario que no se cansa de acosarlo para que venda su propiedad.
En China, eso es una realidad frecuente. De vez en cuando circulan imágenes de edificios solitarios rodeados de escombros o de otros edificios construidos a su alrededor por los promotores.
Se conocen como nail houses, o casas de clavos, porque están “clavadas” en su terreno y se niegan a ser demolidas.
Algunos propietarios hacen grandes esfuerzos para conservar sus propiedades intactas, incluso mientras rascacielos y centros comerciales nacen a su alrededor y se planean carreteras que atraviesan sus propiedades.
Pero tienen a sus precursores en los edificios “resistentes” en Estados Unidos y en un ejemplo extraordinario de supervivencia edilicia en Londres.
La pobre fachada de Spiegelhalter se queda pequeña en comparación con el supermercado neoclásico que se erige a sus dos costados. Y puede que sea pequeña, pero lo que queda de esta joyería y tienda de relojes es un símbolo de resistencia.
Dos veces en pie
La tienda, situada en la calle Mile End de Londres, sobrevivió a un intento de demolición en la década de 1920 gracias al tesón de su dueño.
El negocio vecino, los grandes almacenes Wickham, había crecido hasta ocupar varios edificios a ambos lados.
Los dueños de Wickham hicieron una oferta para comprar y derribar Spiegelhalters, situado en esa calle desde el siglo XIX, desde que se instalaron procedentes de Bavaria.
El plan era construir unas instalaciones más grandes, con columnas y una torre, con el objetivo declarado de competir con Selfridges, los famosos grandes almacenes del West End londinense.
Pero los Spiegelhalters, que ya se habían mudado del 75 al 81 de Mile End Road en 1892 para acomodarse a una anterior expansión de Wickhan, resistieron esta vez.
Ninguna oferta consiguió moverlos, de forma que los grandes almacenes tuvieron que construirse alrededor de su tienda.
Esto hizo que el comercio fuera asimétrico, ya que su torre “central” tuvo que ser movida a uno de los lados.
Ahora, nueve décadas después, la pequeña tienda en medio de otro nuevo gran proyecto ha vuelto a escapar de la destrucción.
Firmas por la tienda del barrio
Más de 2.700 personas firmaron una petición para conservar lo que queda de la fachada, descrita por un crítico arquitectónico como “una de las mejores bromas visuales de Londres”.
Los empresarios inmobiliarios han escuchado y el primer piso de la tienda Spiegelhalter formará un arco por encima de la entrada hacia una oficina y un complejo de viviendas.
La incongruente tienda Spiegelhalter se convirtió en un hito.
Los Wickhams terminaron vendiendo, a medida que los grandes almacenes se hacían menos viables.
Los Spiegelhalters aguantaron hasta 1983 y el edificio se convirtió en una tienda de licores tras su marcha.
En la actualidad, Tesco Metro (un supermercado) y Sports Direct alquilan el primer piso de las antiguas instalaciones de los grandes almacenes.
Sin uso
La tienda Spiegelhalter, de la que solo queda la fachada del primer piso, ya no se utiliza.
La petición protestó contra los planes de derribar lo que queda de la tienda Spiegelhalter para construir un atrio elevado y de cristal.
Tras la campaña, el arquitecto Buckley Gray Yeoman dice que cambiará el proyecto para conservar la fachada.
El director Matt Yeoman por su parte, dijo que la empresa quiere escuchar los pedidos de los vecinos y no actuar de forma “arrogante”.
Aunque también añadió que la recolección de firmas ha convertido este proyecto en una “oportunidad para crear algo más interesante”.
El consejo local dice que está dispuesto a “preservar el patrimonio del edificio” y que “trabaja de cerca con el solicitante para explorar cómo hacerlo”.
“Es importante que los promotores escuchen lo que dice el público, en lugar de convertirlo en una competición de David contra Goliat”, dice Joe O'Donnell, de la Sociedad Victoriana.
O'Donnell cree que la campaña de conservación “evoca el espíritu” de lo que hicieron los Spiegelhalters en la década de 1920.
“Preservar la fachada no es una traba para el diseño del arquitecto, mientras que se preserva una parte valiosa de la calle”.
Otras “casas de clavos”
En otras partes del mundo, donde las construcciones desenfrenadas han desplazado a familias y negocios en una mayor escala, algunos luchan por conseguir lo mismo que los Spiegelhalters en la década de 1920.
China aporta sorprendentes ejemplos de resistencia. Una casa sobrevivió sobre un montículo de tierra en Chongqing durante tres años hasta que fue derribada.
Otra permaneció en pie en medio de un centro comercial en Changsha. Y otra se mantuvo en su lugar a pesar de estar rodeada por una carretera en la provincia de Zhejiang.
Los promotores chinos llaman a esas casas “casas de clavos” al vincularlas con los clavos cabezones que no son fácilmente martillados en la madera.
Desde 2007 hay además mayor protección legal contra los propietarios, lo que aumenta el potencial de conflicto.
La mayoría de los intentos para evitar los derribos fracasan, pero las casas se convierten en “poderosos símbolos de resistencia”, según la publicación The Atlantic.
Algunos propietarios luchan durante años y consiguen un amplio apoyo de los medios.
Los consejos locales han cortado el acceso a las utilidades para presionar a los propietarios e incluso demolido casas cuando estos salen durante el día.
En Estados Unidos ha habido también varios casos famosos.
En 2006, una octogenaria llamada Edith Macefield se hizo famosa por negarse a vender su bungalow en Seattle por un millón de dólares para permitir otro proyecto.
Así que tuvo que construirse alrededor de su casa. Macefield murió en 2008 y la casa se ha puesto en venta recientemente.
Los transeúntes dejan atado globos en la valla de la casa, en referencia a la película de Disney “Up”, en la que el pensionista y viudo Carl Fredricksen se resiste a unos promotores.
La esquina del bloque en el que están los grandes almacenes Macy's en Nueva York ha sido un símbolo de resistencia durante más de 100 años, ya que los dueños no han sido capaces de comprar el edificio de cinco pisos.
“Es adorable”, dice la historiadora Ellen Leslie.
“Es una verdadera excepción”. Pero Leslie avisa contra un movimiento llamado fachadismo y dice que es importante conservar los edificios completamente.
“No se trata de mantener la fachada y poner un montón de vidrio y acero detrás. No es esto de lo que trata nuestra herencia y los empresarios inmobiliarios deberían ser conscientes. Pero en este caso, como no queda casi nada de Spiegelhalter, la decisión es una buena noticia”.