Los científicos han realizado su mejor medición de la cantidad de hielo en la Antártida.
Un análisis detallado de información recopilada durante los últimos 50 años de exploraciones muestra como el continente blanco contiene unos 26,5 millones de kilómetros cúbicos.
Es un volumen colosal. Para ponerlo en algún tipo de contexto, si este hielo se derritiera, sería suficiente para subir la altura del nivel del océano en 58 metros.
Las cifras son el resultado del proyecto internacional Bedmap2. La iniciativa colectiva, que incluyó 60 científicos de 35 instituciones basadas en 14 países, provee nuevos y detallados datos a las estadísticas de la Antártica.
El volumen de hielo estimado por Bedmap2 es 4,5% mayor que el que se pensaba anteriormente.
Curiosamente, el incremento en el nivel del mar no es tan diferente a las pasadas estimaciones. Esto porque el hielo extra estaría ubicado bajo la actual línea de agua, por lo que si se derritiera no aumentaría significativamente el volumen.
Una manera de desplegar toda esta información es a través del mapa de espesor mostrado arriba. Esto ilustra claramente la enorme escala de la capa de hielo que cubre la Antártida.
El punto más grueso se encuentra en un lugar llamado cuenca subglacial Astrolabio. Allí, la columna de hielo es de 4.776 metros de espesor.
ÚLTIMA TECNOLOGÍA Los satélites de los últimos años han mejorado enormemente nuestra comprensión de la elevación del hielo, pero la visualización de la parte más vulnerable de la roca de la Antártida ha sido una tarea titánica de cinco décadas.
Una gran cantidad de diferentes tipos de datos se han utilizado para la reconstrucción de la subsuperficie de hielo, dijo Peter Fretwell, de la British Antarctic Survey (BAS), que forma parte del Consorcio Bedmap.
Estos incluyen información sonora de radio-eco, estudios sísmicos, datos batimétricos (estudio de las profundidades marinas), información satelital de elevación y perfiles de glaciares, entre otros.
El proyecto Bedmap se encuentra en su segunda etapa, y las cifras sobre el hielo de la Antártida, publicadas en The Cryosphere Journal, son una actualización de los datos que se conocían en 2001.
Se trata de información de referencia esencial para cualquier persona que intente responder cómo el cambio climático afectará al continente blanco en el futuro.
En comparación con >Bedmap1, el volumen total de hielo calculado para “>Bedmap2 ha aumentado en 1,2 millones de kilómetros cúbicos, a 26,54 millones de kilómetros cúbicos.
Si se incluyen las plataformas de hielo flotante que sobresalen en el océano, el total es de casi 27 millones de kilómetros cúbicos.
Sin embargo, a partir de los nuevos datos disponibles de Bedmap2, queda claro ahora que la elevación media de la base rocosa es sustancialmente más baja que lo que se creía previamente: la estimación bajó de 155 a 95 metros sobre el nivel del mar.
Ésto explica por qué la mayoría de ese volumen de hielo extra (gran parte en el este de la Antártida) se encuentran bajo el agua. La capa de hielo completa se ubica más abajo de lo que se pensaba.
Sin embargo, el hecho de que más hielo se sitúe por debajo del nivel del mar significa que, en escalas de tiempo milenarias, mayores cantidades de hielo son potencialmente vulnerables al derretimiento del océano.
Hoy se sabe que la mayor parte del hielo que se pierde en la Antártica se está derritiendo como resultado de agua más tibia que se come los márgenes del continente.
Esto no es consecuencia de las temperaturas más altas del aire, sino de los cambios en la circulación del océano causados por las fuerzas atmosféricas. Un ejemplo evidente es el rápido adelgazamiento observado últimamente en el imponente glaciar Pine Island, en la Antártida Occidental.
El proyecto Bedmap2 se ha beneficiado enormemente de la gran cantidad de estudios de radares aerotransportados que han volado en la última década.
A diferencia de la roca, el hielo es transparente al radar. Así que disparando pulsos de radio a través de la lámina superpuesta y registrando los ecos de retorno, los científicos pueden trazar tanto la profundidad de la base rocosa como el espesor de la superficie de hielo.
Aviones instrumentados, guiados por GPS, van y vienen a través del hielo en las campañas que pueden durar semanas.
LO ÚLTIMO Y LO QUE VIENE Tal vez el más conocido de los esfuerzos recientes fue la expedición multinacional en 2007/2008 para mapear las montañas Gamburtsev.
La cordillera es del tamaño de los Alpes europeos, con picos que alcanzan los 3.000 m sobre el nivel del mar. Sin embargo, aún están escondidos debajo de más de 1.000 metros de hielo.
La expedición Gamburtsev aclaró una gran incertidumbre, pero sigue habiendo una serie de zonas del continente donde todavía el perfil de la base rocosa es poco conocido.
Estas son las manchas apreciadas en el mapa de espesor de hielo. Dos de los mayores déficit de datos se centran en la cuenca del glaciar Recovery, justo al sur de la cordillera Shackleton y en la región conocida como Tierra de la Princesa Isabel, entre las montañas Gamburtsevs y la costa.
Se están haciendo propuestas a las principales agencias de financiamiento científico en EE.UU. y Europa para terminar con estas brechas de conocimiento.
La experta en glaciares Helen Fricker, del Instituto Scripps de Oceanografía, quien no está conectada con el Consorcio Bedmap, aseguró que el trabajo del proyecto fue de suma importancia.
Tenemos todos estos modelos de computadora que están haciendo predicciones sobre lo que va a pasar con la capa de hielo en el futuro, lo que nos provee de estimaciones sobre el aumento del nivel del mar. Todo eso está muy bien, pero si los modelos no tienen los parámetros básicos para dilucidar cómo es el hielo, no vamos a lograr obtener las respuestas correctas, le dijo a la BBC la profesora Fricker.
La razón por la que estamos realmente entusiasmados con Bedmap2 se debe a que algunos de los agujeros en los datos que existían en Bedmap1 han sido muy bien resueltos.