Los volcanes activos pueden arrasar ciudades enteras y matar grandes números de personas.
El aspecto tenebroso de la ciudad romana de Pompeya es un recordatorio de la erupción letal del Vesubio en el año 79 de nuestra era, que mató a miles de habitantes y preservó la huella de sus cuerpos al morir.
Pero no fueron la lava ardiente o las nubes sofocantes de ceniza las que dejaron tantos muertos. Fue algo mucho más inusual.
Los flujos de lava, o las rocas derretidas que expulsan los volcanes en escudo, se mueven demasiado lento como para ser realmente mortales.
Los exterminadores reales son mucho más escabrosos.
BBC Mundo le presenta cuatro formas en que un volcán puede resultar mortal.
1. FLUJOS EXTREMADAMENTE CALIENTES DE GAS Las ciudades romanas de Pompeya y Herculano fueron destruidas el 24 de agosto del año 79 dC, cuando Vesuvio erupcionó violentamente y envió olas de gas recalentado por las faldas del volcán a velocidades de huracán.
Estos flujos piroclásticos contienen gas, cenizas y rocas y pueden viajar a hasta 700 kilómetros por hora.
La primera ola golpeó a Herculano con temperaturas de hasta 500º centígrados. Esa temperatura fue suficiente para hervir los cerebros y vaporizar instantáneamente la carne de sus víctimas, dejando apenas los esqueletos ennegrecidos.
Pero cómo murieron la gente que estaba en Pompeya fue un misterio por muchos siglos. Los vulcanólogos descubrieron que murieron por una ola posterior de flujos piroclásticos.
La ola de Pompeya fue significativamente menos caliente que la que arrasó con Herculano, así que si bien los cuerpos de las victimas permanecieron intactos, el calor cocinó sus carnes de forma instantánea.
Su forma y a veces hasta expresión en el momento de morir fue preservados por la ceniza volcánica que cayó.
Los flujos piroclásticos son tal vez el evento volcánico más mortal porque pueden viajar por kilómetros y son imposibles de sobrevivir.
Son producidos por estratovolcanes explosivos, que están hechos de capas alternas de lava, ceniza y roca.
Cuando un volcán de estos hace erupción, la capa de roca se destroza y queda en partículas diminutas de polvo.
Estas partículas se mezclan con la ceniza caliente y los gases para formar una nube gigante en forma de hongo.
A medida que la erupción se debilita, la nube puede colapsar bajo su propio peso. Cae entonces por los lados del volcán como un flujo piroclástico, destruyendo todo a su paso.
Pero esa no es la única forma en que pueden causar problemas mayores
2. BARRO QUE FLUYE RÁPIDAMENTE En Colombia, en 1985, el volcán Nevado del Ruiz hizo erupción.
A medida que los flujos piroclásticos explotaron desde el volcán, derritieron los glaciares en la montaña.
Derritieron agua mezclada con la ceniza volcánica, barro y rocas, lo que provocó que cuatro enormes e hirvientes lahares o flujos de sedimentos se despeñaran por la montaña a 60 kilómetros por hora.
Los lahares son mezclas tan gruesas como el concreto que se precipitan como avalanchas. Pueden ser extremadamente destructivas porque viajan con semejante fuerza que cargan enormes rocas a altas velocidades por hasta unos 80 kilómetros.
Los lahares del Nevado del Ruiz fluyeron en los seis ríos principales en la base del volcán antes de cubrir el pueblo de Armero, en el departamento del Tolima, y dejar más de 20.000 muertos.
3. GASES VENENOSOS Los flujos piroclásticos y los lahares son eventos dramáticos, pero los volcanes también pueden ser asesinos silenciosos.
Cuando un volcán está bajo un lago, los gases del magma se pueden filtrar a través de las grietas en la Tierra y quedar atrapados bajo el agua en forma de dióxido de carbono.
Los movimientos violentos, por ejemplo de un terremoto o de un deslizamiento de tierras, pueden causar que el dióxido de carbono suba rápidamente a la superficie del lago, un evento raro pero mortal que se llama una erupción límnica (también conocido como el fenómeno del lago explosivo).
Una de las dos erupciones límnicas registradas ocurrió en Camerún, en 1986. Un deslizamiento afectó un lago profundo llamado el lago Nyos, ubicado en el cráter de un volcán inactivo.
Más de 80 millones de metros cúbicos de dióxido de carbono se levantaron sobre pueblos cercanos, sofocando a más de 1.700 personas, así como ganado y otros animales.
4. NUBES DE CENIZA Los gases volcánicos venenosos, los lahares y los flujos piroclásticos son mortales para casi cualquier persona que se los encuentra. Pero los efectos devastadores de una erupción volcánica pueden tener un alcance incluso más amplio.
En Filipinas, en 1991, el Monte Pinatubo explotó en una erupción cataclísmica, expulsando 22 millones de toneladas de partículas de ceniza y dióxido de sulfuro hasta 19 kilómetros en la atmósfera.
Los vientos fuertes de un tifón cercano desperdigaron la ceniza en todas las direcciones hasta que cayó como nieve gruesa sobre los edificios cercanos. Muchos techos colapsaron simplemente por el peso, lo que dejó 300 personas muertas en sus casas.
Las erupciones explosivas como esta son tan poderosas que las partículas de ceniza livianas pueden ser levantadas tan alto que llegan a la baja estratosfera por corrientes de convección (una forma de transferencia de calor).
Cuando la ceniza y los gases volcánicos se esparcieron alrededor del globo tras la erupción del Monte Pinatubo, reflejaron parte de la radiación solar de vuelta al espacio.
Esto causó que la temperatura global cayera en 0,6 grados Celsius. El efecto de enfriamiento duró dos años.
Pero algunos científicos creen que la actividad volcánica como ésta puede haber causado un cambio en el clima que contribuyó a la extinción masiva del Pérmico, un evento en el que murió el 96% de todas las especies sobre la Tierra.