Después de tantos años de espera, una selección que te representa. Que corre, intenta, pelea, juega, gana y pierde. Pero que, a partir de sus pobrezas y sus enemigos, se va del Nacional de Santiago pensando más en el futuro que en el pasado. La selección de Gareca está en las finales de la Copa América de Chile, jugará por el tercer lugar el viernes contra el perdedor del Argentina-Paraguay, y deja en el aire la sensación de tiempos mejores. Falta mucho, eso sí. Falta ganar la Copa de nuevo, por ejemplo. Y falta, sobre todo, cambiar las viejas estructuras del fútbol peruano que siguen apolillándose a la espera de que un milagro las sostenga. Para que eso no ocurra, y esta final no sea una rara excepción a la regla, sino la regla, urgen cambios. Los mismos de siempre.
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LA COPA VS. LA ELIMINATORIA
Cinco partidos después de la Copa América Chile 2015, Perú ha ratificado la tendencia de 1997: clasifica a la segunda ronda sin mayores problemas. Y prueba, además, la validez de la teoría: en torneos cortos, de un mes y pico, selecciones como la peruana –de plantel reducido, sin legión numerosa de ‘extranjeros’ y dirigidas por un líder que seduce– tienen serias posibilidades de hacer campañas dignas. Una Eliminatoria de dos años y medio –el sistema actual desde Francia 1998– en la que se prueba más bien la resistencia, donde se necesitan reemplazos de categoría y donde el entrenador tiene menos chances de eso, de entrenar, a Perú le afecta y lo arrincona. Es otro rigor, otra competencia, otros rivales. Fría estadística: las tres veces que la selección clasificó a un Mundial (1970, 1978 y 1982) peleó el cupo jugando sus partidos en menos de dos meses promedio. Para México, del 3 al 31 de agosto; para Argentina, del 20 de febrero al 26 de marzo; para España, del 26 de julio al 6 de setiembre. La concentración de esfuerzos en corto tiempo produce resultados con nuestros jugadores.
Bielsa lo diría de otra forma: “Un buen entrenador debe acercar a sus jugadores a su máximo potencial, o descubrirlo. Esa es su principal función”. Es menos complicado trabajar un mes y convencerlos, que 30 meses. Juan Carlos Oblitas, director de fútbol de la Federación, le contó a El Comercio lo que significa jugar una Eliminatoria: “En un torneo corto es decisivo fortalecer un plantel. En las Eliminatorias hay otros factores. Ser fuertes en casa, por ejemplo”. Es el mensaje de una figura en tres dimensiones: campeón en 1975, al límite de la clasificación en 1998 como técnico, y hoy, jefe del proyecto Rusia desde la oficina. El siguiente paso tras esta euforia 2015 tendría que sostener los resultados más de dos meses. La Eliminatoria a Rusia es una prueba. Pero también se necesitan otras cosas.
EL FUTURO
La campaña en la Copa América (y el partido hecho ante Chile, básicamente) no puede empañar la ventana hacia lo que viene, hacia tantos pendientes. 1) Profesionalizar a los clubes del fútbol peruano, dos de los cuales, Universitario y Alianza, todavía duermen con el inminente riesgo de la liquidación. 2) Unificar el fútbol, hoy dividido en Asociación de Fútbol Profesional y Federación, dos cabezas que podrían juntarse para mejorar todos los campeonatos de fútbol en el país y no someterlo a papelones. 3) Fortalecer el proyecto Qatar 2022, que no es otro que la real apuesta de este directorio de Edwin Oviedo por liderar un trabajo a largo plazo en todas las categorías de menores. Perdimos con Chile; nadie pontifica una derrota. Eso sí, vamos a sentirnos perdedores si otros cambios más decisivos no se hacen ya mismo.
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¿Qué dijo prensa de #Chile y del mundo sobre la actuación de #Perú en semifinales? ⏩ http://t.co/H8Hogop48M pic.twitter.com/FQRx9wc6wQ— DT El Comercio (@DTElComercio) junio 30, 2015