AURELIO ARÉVALO
El ‘Chorri’ le acaba de anotar un golazo a Chilavert y ya es eterno. Sus compañeros lo persiguen, pero él los esquiva y corre hacia la tribuna. Se levanta la camiseta y le enrostra a los hinchas un polo rojo con la frase: “Te amo Perú”. Saltan, lo aplauden. Ha creado un símbolo patrio, pero no se da cuenta. Solano lo zamaquea y lo carga. No tienen idea que ese será su último abrazo.
Seis minutos antes de aquella celebración, Solano había abierto la cuenta con un gol de penal. También se levantó la camiseta para festejar, pero a diferencia de Palacios, él no escondía una frase patriota. “El golazo de Gillette”, decía su polo. De nada le sirvió a Ñol besar la blanquirroja antes de levantársela. Esa noche el público los juzgó para siempre. Cuenta el libro “La historia de la publicidad en el Perú” editado por El Comercio, que para aquel primer partido por las eliminatorias Corea-Japón 2002, la marca de hojas de afeitar firmó un contrato con 5 jugadores para que, en caso de que alguno de ellos anotase, se levantara la camiseta y mostrase el lema a cambio de unos buenos dólares. “A mí nadie me iba a decir qué cosa me tenía que poner bajo el pecho”, le dijo el ‘Chorri’ a DT. “Ese día los de Gillette vinieron a ofrecerme plata y no acepté. Lo del polo ‘Te amo Perú’ salió de mí y ‘el de arriba’ me iluminó para hacer un gol a Paraguay. Dios puso eso en mi camino para que la gente recuerde quién es quién”. Efectivamente los hinchas nunca olvidaron el impacto de esas dos frases y tampoco los confeccionistas de Gamarra.
El polo del ‘Chorri’ se convirtió en el ‘boom’ comercial de la temporada. La empresa Polmer lo registró como propio para empezar a comercializarlo a gran escala y luego pasó a invadir las calles de Lima en marchas contra Fujimori. El “Te amo Perú” del ‘Chorri’ ya no solo servía para acompañar a la selección, también defendía la democracia. Quizás el único que cuestionó tanto patriotismo fue el pintor Pancho Guerra García. “Para mí ese polito era armado, era como decir qué lindo es todo, pero yo veía a un país en crisis, miedo por todas partes”. Y así, con cierto humor negro, el artista presentó por esos días una muestra dedicada al fútbol en la que destacaba una pintura con aquella camiseta roja, pero con el texto modificado a un: “Temo lo peor”. La visión apocalíptica de Guerra García se cumplió en el plano futbolístico. La selección de Maturana se fue al tacho y nunca más volvimos a ver al ‘Chorri’ y Solano celebrar un gol juntos. El periodista Jaime Cordero señaló en estas páginas que aquel festejo no hizo más que acentuar las diferencias entre ambos. Los convirtió en valores opuestos. “Hasta su forma de anotar los diferenciaba. Uno anotaba sacando fuerzas de donde no hay. El otro lo hacía casi sin despeinarse”.
Dice la leyenda que la relación entre ambos nunca fue buena y se terminó de quebrar cuando a Palacios se le habría presentado la posibilidad de ir al Newcastle, pero todo se habría truncado por una mala recomendación de Solano. ‘Ñol’ lo ha negado y Palacios ya no quiere hablar del tema. Lo cierto es que hoy, a puertas de que la selección inicie un nuevo ciclo, se extraña la presencia de ambos. En la cancha y hasta en los festejos. Porque no me van a decir que es lo mismo un “Te amo Perú” que un “Lo justo tío Pacori”.
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