Cuando uno trata de analizar a la ‘U’ de Troglio, lo que se pregunta en el fondo es si este es el mejor equipo posible que puede tener Universitario de Deportes en las condiciones institucionales en las que se encuentra.
Esta interrogación atenuada, curiosamente, invita a revisar el plantel con escepticismo, y ahí uno se encuentra con una realidad: la plantilla actual no es, ni por lejos y a pesar de la profusión de juveniles, la peor del campeonato local. Solo bastaría mencionar que tiene dos jugadores mundialistas para diferenciarla del 90 por ciento de clubes. Y aun así, Universitario sobrevive en los últimos lugares del Grupo A, a pesar de su victoria ante Comerciantes Unidos.
El resultado de la reflexión es agridulce: a Pedro Troglio provoca perdonarlo por razones extradeportivas, pero la realidad futbolística del equipo lo condena. Quien escribe cree, por ejemplo, que el entrenador argentino debió dejar el cargo después de la derrota en el clásico ante Alianza Lima, no solo por ser responsable directo del desastre, sino porque luego de año y medio no se puede argumentar que haya habido una evolución.
La ‘U’ carece de estructura de juego y se sostiene con espasmos de buen toque que no superan los 15 minutos por partido. Así era el fútbol en los viejos descentralizados de los ochenta.
La pregunta, luego, es si el cambio de DT podría generar un cambio positivo, y esto es una incógnita. Lo es porque no hay certeza de que la ‘U’ pueda contratar a un entrenador de mejor nivel por menos precio, menos aun en estas condiciones. El hincha no se debe engañar: lo que pelean los cremas esta temporada es la categoría, y si existe una intención de cambio, esta debe considerar este horizonte trágico. ¿Qué podría revertir la situación? Desde lo deportivo, que emerjan liderazgos. Los responsables, por carrera y peso específico, son Aldo Corzo, Juan Manuel Vargas y Alberto Quintero. Aquí hay otra atingencia. Creer que los rendimientos individuales salvarán la campaña es creer mucho. Todos los conceptos alrededor del fútbol moderno sostienen lo contrario: es la asociación y el trabajo táctico el sostén que transforma a 11 jugadores en una fuerza.
¿Se puede decir que Troglio aprovecha lo poco que tiene para convertirlo en algo superior a la simple suma de talentos? Difícilmente. ¿Existe, entonces, un liderazgo fuera de la cancha? Es ahí donde el pesimismo se torna en pesadilla, sobre todo ahora que uno de sus directivos más destacados, Juan Carlos Ortecho, ha dejado el club.
Delineado así el campo de batalla, lo que la dirigencia debe decidir es incómodo: o la certeza de un presente doloroso y potencialmente trágico, o la duda a futuro. Lo profesional, siempre, es hacer el análisis costo-beneficio de cada uno de los escenarios y tomar decisiones. Bien, ¿hay alguien en Ate con la visión y el entendimiento como para tomarlas?