MIGUEL VILLEGAS @prakzis
Hubo un tiempo en que Cenaida y Cecilia se defendían a muerte.
Hace cuatro años, exactamente. Teníamos otro presidente, otro Congreso. En la televisión estaba por estrenarse la miniserie Matadoras, de Michelle Alexander, experta en elegir la historia que más polémica genere. Un capítulo de la miniserie decía que el personaje de Cecilia Tait maltrataba a sus amigas de Seúl. Incluso a Gaby Pérez del Solar. La trataba de blanquita, de pituca.
Cenaida Uribe hizo entonces la última defensa pública de Cecilia. Se portó como lo que eran, amigas. Como la madrugada de 1988 en que las dos se consuelan cuando reciben juntas la medalla de plata. “Eso es falso, de dónde han sacado eso. Cecilia me contó que en el colegio de su hija le han prohibido a todo el salón que vean la miniserie porque existe mucho beso. Por favor, respeten al público. La gente que no nos conoce puede creer que todo es verdad”. Cecilia la escuchó y dijo en una entrevista con Caretas: “Cenaida Uribe, con quien yo ya no hablaba hace tiempo, me llama todos los días; que me perdone si he hecho algo malo porque nunca le estaré más agradecida”. Cecilia le había ganado al cáncer. Las dos olvidaron, por fin, que querían ser congresistas.
Pero eso fue hace mucho. Esta es la historia de una enemistad alimentada, básicamente, por la política. O de una “mala convivencia de egos”, como dice Mario Fernández, periodista de El Comercio que estuvo en Seúl 88. Es posible. En 1998, el programa DxTV, que conducía el periodista Bruno Espósito, las invitó para recordar lo vivido en esos Juegos Olímpicos. Le preguntó a Cenaida por qué perdimos en la final. “La rusas eran mejores técnicamente”, dijo. Cecilia la escucha y sonríe con ironía. “Yo creo que no”. Ya discrepaban. Ya no eran tan amigas. O quizá nunca lo fueron.
Nadie puede culpar a nadie de no tener química con alguien. Lo curioso es que en esos fabulosos años 80, Cecilia y Cenaida sí la tenían. Los subgrupos, que existen en todos lados, las unían a las dos, como también juntaban a Natalia, Rosa y Gaby. Man Bo Park le dijo alguna vez a DT que eso era “muy natural”. “Cecilia tiene un carácter especial y Cenaida también. No me sorprende que cualquier choque entre ellas, por más chico, las haga estallar”, cuenta un periodista muy cercano a ellas que prefiere la reserva. Natalia Málaga lo definió mejor: “Lo que pasa es que Cecilia siempre fue fresca, y se molestaba. ‘Mambo’ la gritaba y ella no iba a entrenar. Y mejor dejo las cosas ahí”. Chocar con Cecilia era pues, batalla segura.
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¿Por qué se pelearon entonces? En 2012 Cecilia era congresista del partido Perú Posible y Cenaida era congresista del Partido Nacionalista, además de brazo derecho del presidente Humala en asuntos del deporte. La Zurda de Oro había pedido, en sesión de pleno, apoyo económico para los deportistas calificados. Ya en el 2003, según consta en su sitio web en el Congreso, Cecilia había impulsado La Ley de Promoción y Desarrollo del Deporte, que incluía seguro médico e incentivos para estos deportistas. Por tanto, para Angelita Leyva, Maguilaura Frías, Rosa Valiente, las chicas de Natalia, por su cuarto lugar en Tailandia 2013, Tait consiguió un premio de 5 mil soles como incentivo. Pero el día de la premiación, ya en 2012, nunca la invitaron a la ceremonia. Para la foto no estuvo ella y sí Cenaida y el propio Ollanta. “Con gusto hubiera ido, pero no voy a donde no me invitan”, dijo Cecilia entonces. La respuesta de los asesores de Cenaida –o sea, de Cenaida- fue: la mandamos por courier.
Hubo un desplante más. El 11 de noviembre del año pasado fue público. En el encendido de la antorcha de los Juegos Bolivarianos en Palacio, las amigas de Seúl pasaron de largo a la hora del saludo. Posaron juntas para una foto, como aquella vez de la entrega de la medalla de plata en Seúl, en 1988. Pero no se miraron. No se abrazaron. No lloraron juntas. Nada. Los hinchas del vóley peruano si lo hicieron, un poco.
Cuenta un personaje muy cercano a Leyla Chihuán en el Hemiciclo que son famosas “las largadas” entre Cecilia y Cenaida. O Cenaida y Leyla. Solo que ninguna cámara ha podido captarlas (aún). Lo que sí han sido públicas, desde aquellos desplantes del 2012, han sido las declaraciones de Cecilia:
“Nos están metiendo uniforme verde, el militarismo de una manera asolapada. No lo voy a permitir y creo que nadie de mi bancada tampoco”, advirtió en los primeros meses de este Gobierno.
“Yo me retiro así me boten de mi bancada. Estoy en contra de esta repartija”, acusó sobre los negociados que se realizaron para nombrar a los candidatos al TC, BCR y Defensoría del Pueblo.
“Cenaida Uribe se quiere lavar la cara después de haber votado a favor de la repartija, está desesperada por figurar en la foto. La señora Uribe no tiene sangre en la cara”, golpeó y entonces hizo personales las cosas. Como casi siempre en la política peruana.
“Yo quiero recordar que yo también fui oficialista, tuve sueños y ambición de progreso, pero no afecte al pueblo que me eligió, porque tengo que dar el ejemplo. A veces uno se embriaga de poder”, dijo ayer en canal N.
Alguna vez fueron amigas. Lloraron juntas en la derrota. Pero como suele pasar con las personas, la política las enemistó.