Hay algunas circunstancias que hacen que vender una empresa sea una oportunidad que no se pueda desaprovechar. Son cinco estos casos.
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[1] No hay sucesión. Si a los hijos no les interesa el negocio o no tienen las capacidades para gestionarlo, y no hay una gerencia profesional que se pueda hacer cargo.
[2] Los competidores son ahora empresas muy grandes y poderosas, con recursos financieros mayores a los nuestros. Mejor vender antes que nos terminen desapareciendo con estrategias comerciales que nosotros no podremos sobrellevar. Guerra de precios, por citar un ejemplo.
[3] La tecnología ha dado un salto dramático y nosotros no estamos preparados. Si no contamos con el dinero para hacer la inversión en tecnología o si ya no estamos dispuestos a hacer el cambio, mejor vender.
[4] Un comprador interesado ha tocado la puerta y ha planteado su intención de presentar una oferta de compra. Esto es como cuando a alguien se le aparece la virgen. Sobre todo si se trata de una empresa bastante más grande que la nuestra y con recursos como para pagar un buen precio.
[5] La empresa está en su mejor momento. Definición de mejor momento: todo lo que viene va a ser peor. En otras palabras, a partir de ese momento, cada día que pase la empresa va a valer menos. Si después se va a querer vender, no se conseguirá el mismo precio que ahora.
La manera y el momento de vender la empresa son cruciales. Dejar pasar la oportunidad sería un error muy costoso.
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