El crecimiento de la economía tiene dos palancas: la demanda interna y la balanza comercial. Esta semana se supo que, en el primer trimestre, la demanda interna cayó 1,1%, su primer resultado negativo desde el cuarto trimestre del 2009. La caída fue empujada por el ajuste del consumo público, que se redujo por segundo trimestre consecutivo, algo que no ocurría desde el 2001.
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Sin embargo, la segunda parte de la ecuación del crecimiento –el frente externo– pinta mejor. Tras el duro shock de los últimos años en los términos de intercambio, este año hay una “luz de esperanza” por la mejora que estos tendrían.
Tanto el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) como el Banco Central de Reserva (BCR) proyectan que este año los términos de intercambio –relación entre los precios de los productos que exportamos y los que importamos– crecerán por primera vez en cinco años, período en el que tuvieron una caída acumulada de 20%. La mejora estaría impulsada, principalmente, por el precio de los metales industriales que exportamos.
Aunque para el 2018 ambas entidades prevén una corrección a la baja, los especialistas consultados para este informe consideran que esta no es muy significativa. Incluso, el economista Jorge González Izquierdo estima que, en la siguiente revisión de las proyecciones, el próximo año podría estar también en positivo.
SOCIOS COMERCIALESLas proyecciones muestran signos de que la economía mundial se estaría recuperando. De hecho, se estima que el PBI global crecerá 3,5% este año y que nuestros principales socios comerciales también se acelerarán. Así, los temores que generaba la desaceleración de la demanda china comienzan a disiparse al haberse mostrado resultados ligeramente por encima de lo esperado, explica González Izquierdo. Por el lado de Estados Unidos, la economía también está teniendo buenos resultados, aunque la incertidumbre que se ha visto esta semana por la crisis política que vive el país es un elemento que genera preocupación, acota el economista Luis Alberto Arias.Finalmente, la Eurozona crecería 1,7% este año, y juega a su favor que la incertidumbre sobre la cohesión del bloque ha disminuido tras el resultado de las elecciones en Francia.
METALESEl metal rojo tuvo un buen inicio de año, y en febrero el precio del cobre llegó a un máximo de US$2,75 la libra. Hugo Perea, economista jefe del BBVA Research explica que el alza se debió, principalmente, a la posibilidad de un déficit de oferta por la paralización de tres de las minas productoras más grandes del mundo: Escondida (Chile), Grasberg (Indonesia) y, en menor medida, Cerro Verde (Perú).Además, la promesa de Donald Trump de hacer más intensivo el gasto en infraestructura generó movimientos especulativos en compra de cobre a futuro, detalla Perea. Sin embargo, el economista afirma que este efecto fue transitorio, y que el precio se encontrará en US$2,54 este año, bajará a US$2,46 en el 2018 y convergerá a su precio estructural de US$2,50 hacia el 2020.En el largo plazo, Perea estima que el fortalecimiento de la economía India –que crece a 8% y cuya población podría superar a la china en cinco años– y el desarrollo de los carros eléctricos –que demandan cuatro veces más cobre que uno normal– son factores que podrían impulsar al alza la demanda del cobre.El precio del zinc también tendrá una tendencia al alza, dado que se espera un déficit de oferta en el mercado por el cierre de importantes operaciones a nivel mundial. Para este metal, el BBVA Research estima que el precio se encontrará en US$1,17 la libra este año y se estabilizará en US$1,05 en el 2018.
IMPACTO EN EL FISCOEn suma, un buen año de términos de intercambio será un respiro para los ingresos del Estado, sobre todo en un contexto en el que la economía se desacelera y la recaudación mantiene una tendencia a la baja. Sin embargo, Arias explica que aunque el precio de los metales suba, esto no necesariamente genera que los ingresos del gobierno aumenten a la velocidad a la que sube el precio de los metales porque existe un cierto rezago. “El efecto más inmediato se ve en las regalías, en el impuesto especial a la minería, pero hay un rezago mayor en el Impuesto a la Renta [IR]. Este se da porque las minas que han entrado a producir, en un primer momento no pagan IR, lo pagan dos o tres años después una vez que se ha recuperado la inversión”, explica Arias.
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