Es bastante sencillo: en las tres décadas desde que se inventó el índice VIX (el índice de volatilidad creado por el mercado de opciones de Chicago o CBOE), 2017 pasará a ser el año menos emocionante para las acciones registradas. Quedan tres días de negociación y el nivel promedio del VIX ha sido 11,11, aproximadamente un 10% más bajo que el año próximo más cercano.
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Es tentador decir que nadie piensa que esto que va a durar, pero eso sería ignorar los muros de dinero que permanece apilado en apuestas de que sí va a durar. Si observamos tan solo la franja representada por valores cotizados, alrededor de US$2.400 millones se encuentran en operaciones cortas en volatilidad a la fecha de este mes, la mayor cantidad que se haya registrado. Cientos de miles de millones más están apostando contra la beta en instrumentos como futuros de volatilidad.
Aún así, eso no significa que los inversores estén ignorando la posibilidad de un resurgimiento, o al menos una reversión a la media. A continuación analizamos el posicionamiento en volatilidad tal como está ahora.
AUMENTO DEL COSTO DE PROTECCIÓN FRENTE AL ALZA DEL VIX
El nerviosismo sobre el próximo año es visible en el costo relativo de apostar por un aumento en la volatilidad, que ha aumentado hasta llegar a un máximo, en comparación con las apuestas por una bajada del VIX. (El margen se basa en la asimetría del VIX a tres meses en datos compilados por Bloomberg.) Alguien, en alguna parte, está gastando dinero para sacar partido de un rebote en el indicador.
Pero esto no es para nada una apuesta unidireccional. Las operaciones cortas globales en volatilidad actualmente tienen más de US$2 billones en diversas estrategias, según un informe de octubre de Christopher Cole, fundador del fondo de cobertura Artemis Capital Advisers. Comparó la estrategia de apostar a que la volatilidad, que ya está cerca de mínimos históricos, caerá aún más, con una serpiente “ciega ante el hecho de que está devorando su propio cuerpo”.
Dejando aparte ese autocanibalismo reptil, a fecha de diciembre de 2017, apostar contra la volatilidad ha sido la operación que ha funcionado. Un análisis en el sitio web de ETF.com el martes señaló que siete de los 20 valores negociados en bolsa de peor desempeño este año fueron largos en VIX y otras medidas de volatilidad.
Los inversores ven una probabilidad del 74 por ciento de que las fluctuaciones de precios de las acciones serán mayores el próximo año, ya que los niveles actuales de volatilidad son “insostenibles”, según una encuesta de 229 inversores que representan US$6 billones en activos administrados realizada por Absolute Strategy Research. El VIX subió por segundo día consecutivo a 10,25 el martes después de estar por debajo de 10 durante aproximadamente el 20 por ciento del tiempo este año.
ACCIONES SOBREVALORADAS
Entre el aumento de las ganancias corporativas, un repunte en el crecimiento global y una loable gestión por parte de los bancos centrales de sus mensajes, la volatilidad ha tenido pocos catalizadores. Pero en un contexto en el que el índice S&P 500 logró 62 máximos históricos este año, un número récord de inversores considera que las acciones están sobrevaloradas, según una encuesta de Bank of America Merrill Lynch el mes pasado.Tal vez como resultado de esto, los fondos cotizados “smart-beta”, que supuestamente ofrecen un refugio frente al caos, han recibido más de US$3.500 millones en 2017.
Cualquier persona que tenga una posición de volatilidad corta debe ser consciente de que cuando llega el final, por lo general se produce rápido.
“Miren lo que ocurrió en enero de 2016, una caída de más del 5 por ciento en el S&P, y un pico en la volatilidad, surgió de la nada”, dijo Michael Antonelli, un operador de ventas de acciones institucionales y director gerente de Robert W Baird & Co. “Cuando la volatilidad sube, lo hace rápidamente, lo que dificulta salir cuando uno está corto con una cantidad significativa”.
DISPERSIÓN DE LAS GANANCIAS Y REPUNTE DE LA VOLATILIDAD
Para Mike Wilson, jefe de estrategia en acciones de Morgan Stanley en Estados Unidos, la sentencia de muerte para la durmiente volatilidad el próximo año provendrá de condiciones macroeconómicas globales menos benignas. Un entorno de crecimiento global más desafiante, el ajuste de la Reserva Federal y la incertidumbre fiscal darán lugar a una mayor dispersión en los datos económicos y los datos de ganancias, lo que dará lugar a una mayor volatilidad.
Otra pista de que el VIX bajo no es signo de una unanimidad sorprendente es la curva de volatilidad.
En una publicación de blog el mes pasado, los economistas de la Reserva Federal de Nueva York señalaron que los inversores están pagando notablemente más para cubrirse frente a las fluctuaciones de los precios a un año vista que para la volatilidad a más corto plazo. Su análisis reveló que la diferencia entre la volatilidad implícita a un mes y un año era aproximadamente tres veces más pronunciada de lo normal.
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