(Infome El Comercio - IPE). Desde inicios de este mes, Argentina se encuentra en una crisis cambiaria. La fortaleza del dólar y la incertidumbre sobre si el 60% de la deuda de corto plazo del Banco Central de Argentina (BCRA) se renovaría generaron presiones en el peso argentino, el cual se ha devaluado en más de 15% este mes.
Para controlar el tipo de cambio, el BCRA ha gastado cerca de US$9.000 millones de sus reservas internacionales netas (10% del total) en un mes e incrementado su tasa de interés de referencia de 27,25% a 40% en una semana, entre otras medidas.
Si bien estos títulos se renovaron a la fecha de vencimiento, el escenario continúa siendo de riesgo para el peso argentino. Para evitar una volatilidad futura de la moneda, la economía argentina debe enfrentar su debilidad macroeconómica, algo mucho más estructural.
HISTORIA Y ORIGEN DE UNA CRISIS CAMBIARIA
Una crisis cambiaria ocurre cuando una moneda pierde valor frente a otras –se devalúa– fuertemente en un corto período.
Esto se origina por una salida importante de capitales, debido a que los inversionistas pierden confianza en las condiciones macroeconómicas de una economía local ante un contexto adverso.
La teoría económica sobre los determinantes de este tipo de crisis se divide en dos grupos de modelos.
El primero analiza cómo el deterioro de las condiciones macroeconómicas afecta la estabilidad del tipo de cambio. El deterioro de las variables macro –por ejemplo, un déficit comercial insostenible– reduce las reservas internacionales y, por ende, debilita la posición y credibilidad del banco central para defender la moneda local.
Así, se genera desconfianza en los agentes económicos que comienzan a comprar dólares. Para frenar esta demanda, la autoridad devalúa bruscamente la moneda nacional, lo que ocasiona una crisis cambiaria que incrementa la inflación y contrae la actividad económica.
En este sentido, la posibilidad de una crisis cambiaria en Argentina es mayor debido a su deterioro macroeconómico. Por ejemplo, el promedio de inflación anual en Argentina durante la última década ha superado los dos dígitos, mientras que en el Perú el promedio entre el 2001 y el 2017 ha sido 2,8% por año.
Además, la deuda bruta en Argentina es aproximadamente 53% de su PBI, mientras que en el Perú es de 26%.
El segundo modelo se enfoca en las expectativas de los inversionistas. Estos modelos se basan en un esquema de profecía autocumplida, puesto que las expectativas negativas de un grupo de inversionistas provocan una salida de capitales, principalmente de corto plazo, que desencadena una fuerte devaluación de la moneda local. Así, el ciclo se autorrefuerza.
Al respecto, la inversión extranjera directa (IED) de un país es un indicador del peso de los capitales de largo plazo en la economía, que por definición son menos volátiles –y riesgosos para el tipo de cambio– que los capitales más especulativos.
Al 2016, Argentina posee IED equivalente al 0,6% del PBI, mientras que en el Perú representa 3,6%, casi seis veces su peso relativo al PBI. Asimismo, la IED como porcentaje del PBI entre 1994 y el 2016 tuvo un promedio de 2,4% en Argentina y 4,2% en el Perú.
EL PERÚ Y LA CRISIS RUSALa mayor depreciación de los últimos tiempos de la moneda peruana se produjo durante la crisis rusa de 1998. Ante el anuncio de la demora en el pago de la deuda externa rusa y la devaluación de su moneda, la confianza de los inversionistas respecto a la solidez de los mercados emergentes se quebró.
Como consecuencia, las economías emergentes –entre ellas el Perú– sufrieron una fuerte salida de capitales que presionó al alza el tipo de cambio y generó una caída en la actividad económica. La depreciación del sol fue de 15,4% y las reservas internacionales netas cayeron 9,7% en 1998.
Según un estudio publicado por el BCR en el 2008, el crecimiento del PBI peruano se desaceleró, en promedio, 2,8 puntos porcentuales (pp.) entre el período poscrisis (1999 - 2002) y precrisis (1991 - 1997). Sin embargo, el impacto sobre otras economías de la región fue mayor.
El crecimiento del PBI de Argentina fue 10,9 pp., menor y negativo en el período poscrisis; mientras que el crecimiento de Chile se desaceleró en 6,2 pp. y el de Colombia 3,5 pp.
El estudio detalla que las condiciones macroeconómicas peruanas previas a la crisis permitieron aplicar políticas efectivas para contrarrestar su impacto negativo.
En el período previo a la crisis rusa, el BCR acumuló un importante nivel de reservas internacionales –entre 1991 y 1997, las RIN se incrementaron en US$8.866 millones– que le permitió compensar la salida de capitales y reducir la volatilidad en el mercado cambiario.
Además, el Estado redujo el déficit fiscal paulatinamente hasta alcanzar un superávit de 0,1% del PBI en 1997, el primer superávit desde 1970.
La sólida posición fiscal permitió aumentar el gasto público para contrarrestar la caída del PBI e inyectar mayor liquidez en el sistema financiero. Lujos que hoy Argentina no se puede dar.
UN EJEMPLO INGLÉSUn caso emblemático de crisis cambiaria fue el Miércoles Negro en Gran Bretaña de 1992. Durante esos años, los países europeos establecieron un sistema de tipo de cambio fijo en el que cada país fijaba el valor de su moneda en relación con el Marco Alemán.
A pesar de que la economía de Gran Bretaña mostraba ciertas debilidades, la creencia en que el gobierno mantendría el tipo de cambio fijo evitaba hasta entonces una devaluación de su moneda.
Sin embargo, un grupo de inversionistas retiró sus inversiones en libras esterlinas, lo que provocó una mayor desconfianza que condujo a la salida de Gran Bretaña del sistema de tipo de cambio fijo y a una devaluación de su moneda de aproximadamente 15%.