Altibajos, episodios de amor y odio y una sucesión de tira y afloja marcan la relación de más de 60 años entre Argentina y el Fondo Monetario Internacional (FMI), en los que los pedidos de rescate por parte del país han sido una constante.
Pero para muchos argentinos, el FMI es una mala palabra que se asocia a recetas de ajuste y a más recesión.
“Debo confesar que con Christine (Lagarde) hemos iniciado una gran relación ya hace algunos meses, que espero que funcione muy bien y que termine con toda la Argentina enamorada de Christine”, dijo entusiasmado el expresidente liberal Mauricio Macri en septiembre de 2018, poco después de pactar un acuerdo stand-by con el FMI por US$ 57.000 millones.
Esta semana, su sucesor Alberto Fernández, un peronista de centro-izquierda, negocia la postergación de los pagos de ese préstamo, al menos, según él, hasta que Argentina deje atrás la recesión y recupere el crecimiento económico.
“Si pagáramos, igual no nos va a alcanzar [el dinero], pero estaríamos sumiendo a la economía en una postración absoluta. Para pagar primero tenemos que crecer”, insistió Fernández en momentos en que una misión del FMI se encuentra en Buenos Aires para debatir el tema de la deuda.
“AGRAVARON LAS RECESIONES”
En asuntos de deuda, Argentina tiene algunos récords: en 2001 declaró la mayor cesación de pagos de la historia, por más de US$100.000 millones, y en 2018 consiguió el mayor préstamo que haya otorgado el FMI, por US$57.000 millones.
El FMI “tiene una imagen muy negativa porque es visto como responsable de las últimas dos grandes crisis”, en el 2001 y en el 2018, explicó a la agencia AFP Matías Rajnerman, de la consultora Ecolatina.
“Los préstamos del FMI agravaron las recesiones en lugar de ayudar a salir de ellas”, añadió.
El país sudamericano, tercera economía de la región, ingresó al FMI en 1956, durante la dictadura del general Pedro Aramburu (1955-58).
En todas las ocasiones, el recuerdo de lo que dejaron los tratos con el FMI son malos. Pero el peor remite a 2001, cuando cayó el conservador Fernando De la Rúa en medio de la peor crisis de la historia del país, después de renunciar y huir en helicóptero.
Su sucesor, Adolfo Rodríguez Saá, que duró apenas una semana, declaró el default y comenzó una dolorosa crisis social y económica.
Marcelo Rodríguez, un militante comunista de 55 años, afirma que nadie en Argentina puede recordar un momento en que el FMI “haya sido un beneficio para el país”. Por lo contrario, “ha sido siempre un protagonista de las crisis más grandes y de los momentos en que el pueblo argentino más sufrió”.
–RELACIÓN SUSPENDIDA–
Desde el regreso de la democracia en 1983, Argentina ha tenido once planes con el FMI.
Pero la relación fue suspendida en 2006, cuando el entonces presidente Néstor Kirchner, un peronista de centro-izquierda cuyo jefe de gabinete era Alberto Fernández, canceló US$9.600 millones que aún se adeudaban al FMI. El organismo dejó entonces de realizar sus visitas periódicas y sus informes sobre el estado de la economía.
“Eran los tiempos del boom de las materias primas”, explicó el exdirectivo del FMI Claudio Loser.
Al gobierno de Néstor Kirchner le siguió el de su esposa Cristina (2007-2015), actual vicepresidenta y quien mantuvo la distancia con el FMI.
–EL REGRESO–
Argentina tiene una deuda total de US$311.251 millones (91,6% del PBI), según cifras del ministerio de Economía al cierre de septiembre de 2019. De ese monto, se busca refinanciar las acreencias con bonistas privados, por US$121.979 millones (35,9% del PBI), y con los organismos bilaterales y multilaterales, 72.679 millones (21,4% del PBI).
En 2015, cuando asumió Macri, la deuda pública era de US$240.665 millones (52,6% del PBI).
A la espera de inversiones extranjeras que no llegaron en los montos esperados, Macri comenzó a emitir deuda hasta que una suba de intereses en Estados Unidos a mediados de 2018 alejó a los capitales y provocó una devaluación y disparada de la inflación que empujó a Argentina a pedir el auxilio al FMI.
Según el ministro de Economía, Martín Guzmán, “el FMI es también responsable por la crisis económica y de deuda que el país atraviesa”.Pero Loser lo ve de manera totalmente opuesta. “Los argentinos detestan la disciplina fiscal y siempre culpan a otros por sus problemas. Las autoridades siempre han responsabilizado al FMI por las medidas que tienen que tomar”.