En los últimos años, Estados Unidos ha perdido su estatus de principal socio comercial en partes de Latinoamérica, tales como Chile -un país rico en cobre- y Brasil -una potencia agrícola y minera-. Ahora la incertidumbre en torno a los planes del presidente estadounidense, Donald Trump, —desde la construcción de un muro fronterizo en el sur a un nuevo enfriamiento de las relaciones con Cuba o una salida del acuerdo de cambio climático de París apoyado por América Latina— podría representar una oportunidad para que China gane más terreno en la región.
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Por su parte, el Gobierno chino está preparado para ampliar su presencia en una región que ya está abasteciendo a la economía asiática en expansión de todo tipo de productos, desde mercancías agrícolas hasta materias primas.
En 2009, China superó a Estados Unidos como mayor mercado de exportación de Brasil tras el incremento de los envíos de la mayor economía de América del Sur, desde mineral de hierro a soja. Un año más tarde, China se convirtió en el principal socio comercial de América Latina, excluyendo México y teniendo en cuenta únicamente las naciones sudamericanas.
“China ha establecido con éxito una presencia económica realmente notable en la región durante un período de tiempo relativamente corto”, según Margaret Myers, directora del Programa Interamericano de Diálogo para América Latina y el Mundo.
México es una excepción y todavía mira a Estados Unidos para la mayor parte de su volumen comercial, gracias en cierta medida al régimen de cero aranceles del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Las exportaciones del país a Estados Unidos se elevaron a US$303.000 millones en 2016 frente a los US$5.400 millones a China.
Pero la presencia de China en la región podría intensificarse si Trump cumple las amenazas de retirarse del TLCAN, lo que resultaría en una subida de aranceles entre México y Estados Unidos. México ya está trabajando en planes alternativos para aumentar el comercio con naciones no estadounidenses en caso de que el pacto comercial se disuelva. La proximidad del país a América Latina lo convierte en un punto de pivote natural.
Por supuesto, esto no significa que China sólo vaya a obtener beneficios de unas malas relaciones entre Estados Unidos y México. La nación asiática quiere importaciones de productos básicos de América Latina principalmente, mientras que las mayores exportaciones de México a su vecino del norte son automóviles y repuestos de automóviles, así como productos electrónicos, elementos que China ya produce en abundancia.
Pero la disolución del TLCAN podría crear un vacío en México que China trataría de llenar, al menos parcialmente.
“Ciertamente, México estará interesado en una mayor colaboración con China”, y con otros países, si termina el TLCAN, según R. Evan Ellis, profesor de estudios latinoamericanos en el US Army War College. “La asociación de México con Estados Unidos ha sido un muro realmente para los avances de China en la región”.
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