(Bloomberg). Botafogo, uno de los clubes más legendarios del fútbol brasileño, está en crisis: no puede pagar a sus jugadores luego de que deudas que sumaban un total de más de 700 millones de reales (US$307 millones) llevaron a las autoridades a congelar sus cuentas.
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El equipo de Río de Janeiro, cuyas camisetas negras y blancas se hicieron famosas gracias a figuras como el ganador de la Copa del Mundo Garrincha y más recientemente con el mediocampista holandés Clarence Seedorf, no paga a los jugadores desde hace más de tres meses. El equipo tenía una deuda impositiva de 127 millones de reales en la última temporada, según sus cuentas, y a los ex jugadores se les adeudan millones en aportes jubilatorios, dijo un funcionario del club.
“Tenemos bloqueado el 100 por ciento de los recursos”, dijo ayer el portavoz del equipo Bernardo Peirao en una entrevista telefónica. “No tenemos dinero para pagar ni a los jugadores ni a los empleados”.
El caso de Botafogo es un ejemplo extremo de los desmanejos financieros que aquejan al fútbol brasileño desde hace décadas. Los equipos profesionales del país deben más de 4.000 millones de reales en impuestos, según el Ministerio de Deportes. Una reunión celebrada en Brasilia hace dos días con el objetivo de pedir la sanción de una ley que implemente un plan de pagos de largo plazo terminó sin una resolución.
Para complicar las cosas para los jugadores de Botafogo, hay una norma que les impide cambiar de club a mitad de la temporada si han jugado más de seis partidos. Después de trece encuentros de esta temporada, Botafogo está 16° entre veinte equipos de la primera división, un puesto por arriba de la zona de descenso.
“Lo que vemos en los partidos es que corren y pelean”, dijo Peirao, empleado del club con seis años de antigüedad que dijo que no le pagan desde hace tres meses. “No tienen las condiciones perfectas para ganar partidos pero, cuando juegan, no piensan en eso”.
FALLAS DE LOS ADMINISTRADORESBrasil este año fue la sede de la Copa del Mundo de fútbol que se disputó en doce estadios nuevos o remodelados. La calidad de los administradores de fútbol del país no está al nivel de los nuevos estadios, según Amir Somoggi, que asesora a varios clubes importantes de Brasil sobre estrategia de negocios.
“Si Botafogo fuera una empresa, estaría quebrado”, señaló Somoggi, agregando que los equipos de fútbol desde hace años se han acostumbrado a recibir un tratamiento preferencial del gobierno.
Salarios impagos, mala administración y violencia de los aficionados son algunos de los males que aquejan al fútbol en Brasil, cuya selección nacional ganó un récord de cinco títulos mundiales. Un mes antes de la Copa del Mundo, el ministro de Deportes Aldo Rebelo dijo que algunos de los equipos del país están en “situación desesperada”.
Botafogo gastó 80 millones de reales más que sus ingresos de 154 millones de reales en la última temporada, con lo que carga con las pérdidas más grandes de la liga, según Somoggi. “Necesitan más dinero y controlar los costos”, añadió Somoggi. “Tienen que negociar con el gobierno. No sé cómo van a seguir operando”.