Nelson Bunker Hunt, un empresario texano considerado en su época el hombre más rico del mundo, antes de declarar la bancarrota tras un desastre financiero, murió el martes a los 88 años.
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Bunker Hunt había heredado de su padre una fortuna en petróleo y trató, luego, de monopolizar el mercado de la plata, solo para ver una caída estrepitosa del valor del metal que le costó US$1.000 millones en un día.
Había tenido otros reveses económicos, como cuando el gobierno de Muamar Gadafi nacionalizó la empresa de petróleo que el magnate tenía en Libia y luego enfrentó problemas legales con el gobierno de EE.UU. que limitaron su capacidad de recuperación.
Nunca fue ostentoso con su gran fortuna y cuando la perdió casi toda le restó importancia al desastre financiero. En sus últimos años vivió en una relativamente modesta casa en Dallas, Texas, y terminó sus días en un hogar geriátrico tras una larga batalla contra el Alzheimer.
EL MÁS RICOHunt nació en 1926, en el estado de Arkansas, uno de siete hijos de H.L. Hunt, uno de los pioneros del primer “boom” de petróleo en Texas.
Heredó de su padre miles de millones de dólares y la Placid Oil Co., una de las principales empresas petrolíferas independientes. Sobre esta fortuna amplió sus activos en gas y crudo, descubriendo en Libia un gran yacimiento de petróleo.
En su auge, además de controlar millones de hectáreas en yacimientos en Libia, tuvo extensas propiedades en Australia, haciendas con ganado, cientos de caballos, empresas azucareras, bancos, una colección de monedas antiguas y hasta una cadena de pizzerías.
Se le consideró el hombre más rico del mundo con una fortuna estimada entre US$8.000 millones y US$16.000 millones. En una ocasión, durante una audiencia ante el Congreso, se le preguntó sobre el valor de sus activos, a lo que contestó: “No tengo la cifra en mi cabeza. Las personas que saben cuánto es su valor, por lo general no valen tanto”.
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MODESTO, IMPULSIVO Y DE DERECHATenía la reputación de invertir en base a corazonadas en lugar de detallado análisis. Nunca terminó la universidad, pero se le reconoció como un visionario con una habilidad natural para gestar un negocio.
Pero no fue ostentoso con su dinero. No se parecía en nada al estereotipo del texano multimillonario de botas y sombrero de vaquero. Al contrario, Nelson Bunker Hunt era un insulso individuo de gafas, frecuentemente vestido en trajes baratos y arrugados.
No conducía autos de lujo, nunca viajó en primera clase y se le conocía por tomar el metro de Nueva York cuando estaba en la ciudad negociando acuerdos multimillonarios.Su postura política era de extrema derecha, con la creencia que las regulaciones del estado interferían con el desarrollo del capitalismo.
Los biógrafos señalan que el temor de un apocalipsis económico generado por los comunistas y liberales en EE.UU. lo llevó a invertir en plata.
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“JUEVES DE LA PLATA”Esto sucedió alrededor de la época en que perdiera muchos de su intereses en Libia, cuando el coronel Muamar Gadafi derrocó al rey en 1969 y luego nacionalizara las empresas petroleras.
Con sus hermanos Herbert y Lamar, Hunt empezó a comprar plata cuando costaba US$1,94 la onza. Después del revés en Libia y muchas veces a través de testaferros, adquirió los derechos de 55 millones de onzas.
Frustrado porque el precio del metal no se valorizaba y por leyes que obstaculizaban el monopolio, Hunt empezó a manipular el precio con los sauditas hasta que llegó a US$50 la onza. En su momento, el magnate y sus socios controlaban 200 millones de onzas de plata.
Pero el 27 de marzo de 1980, en lo que se conoce como el “Jueves de la Plata”, hubo una caída estrepitosa en el mercado del metal que le costó US$1.000 millones.
Cuando se le preguntó sobre el desastre, Hunt simplemente dijo que “mil millones de dólares no son lo que solían ser”. A partir de entonces, tuvo una racha de mala fortuna que empezó a socavar su vasta riqueza.
Los precios del petróleo, el azúcar y la propiedad raíz empezaron a caer. Hunt se vio enfrentado a pagos impositivos, multas, préstamos y tuvo que solicitar protección de bancarrota en 1988. Pero su actitud hacia la pérdida de sus bienes no cambió.
Años más tarde, al dar su opinión sobre el funesto Jueves de la Plata, en una entrevista con un diario de Dallas, se limitó a declarar: “Pongámoslo de esta manera. Fue desafortunado”.
Nelson Bunker Hunt vivió con su esposa sus años finales en una modesta casa en Texas, tal vez no muy diferente al estilo de vida austero que practicó cuando tenía sus miles de millones.