(AFP). Tras recibir varios apoyos de peso, la francesa Christine Lagarde anunció este viernes su candidatura a un segundo mandato como directora gerente del FMI, y espera no verse incomodada por un complejo caso judicial en Francia.Follow @PortafolioECpe !function(d,s,id){var js,fjs=d.getElementsByTagName(s)[0],p=/^http:/.test(d.location)?'http':'https';if(!d.getElementById(id)){js=d.createElement(s);js.id=id;js.src=p+'://platform.twitter.com/widgets.js';fjs.parentNode.insertBefore(js,fjs);}}(document, 'script', 'twitter-wjs');
“Sí, soy candidata a un segundo mandato”, afirmó al canal francés de televisión France 2 en directo desde Davos, en los Alpes suizos, donde participa en el Foro Económico Mundial.
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Lagarde tomó las riendas de la institución multilateral en 2011, sucediendo a su compatriota Dominique Strauss-Kahn, caído en desgracia por un escándalo sexual.
“He tenido el honor de recibir apoyos desde la misma apertura del proceso”, afirmó Lagarde, de 60 años, mencionando en particular a Francia, el Reino Unido, Alemania y China.
A menos de seis meses de que concluya su mandato, Lagarde recordó que Estados Unidos, principal contribuyente del Fondo, suele comunicar su posición al final del proceso.
No obstante, mencionó los apoyos expresados recientemente por la administración del presidente Barack Obama.
“Las declaraciones del vicepresidente (Joe Biden) de Estados Unidos el otro día en una intervención pública fueron extremadamente elogiosas, y casi embarazosas, y el secretario del Tesoro (Jacob Lew) dijo que espera seguir trabajando conmigo”, destacó.
En el pasado, esta exabogada de negocios y ministra de Finanzas de Francia (2007-2011) bajo la presidencia de Nicolas Sarkozy se mostró “abierta” a un nuevo mandato.
“Estoy dispuesta a servir”, dijo en octubre en Lima en la asamblea general del Fondo.
EL INTERMINABLE CASO TAPIE
La candidatura de Lagarde podría verse obstaculizada por la declaración que deberá prestar ante la justicia francesa por su presunta “negligencia” en un controvertido y multimillonario arbitraje que favoreció al empresario Bernard Tapie en 2008, cuando era ministra de Finanzas.
En este caso, una saga judicial que dura ya más de dos décadas, Tapie acusó primeramente al banco semipúblico Crédit Lyonnais de haber subestimado el valor de la marca de ropa y equipamientos deportivos Adidas, cuando se desprendió de ella en 1993.
El caso quedó zanjado en 2008 por una comisión arbitral privada, que dio satisfacción a Tapie y ordenó pagarle una compensación de casi 404 millones de euros. Pero la justicia anuló esa sentencia a principios de 2015, al sospechar que hubo fraude, y más tarde condenó a Tapie a reembolsar la totalidad de la indemnización acordada.
Lagarde está procesada en particular por la elección de recurrir a un arbitraje privado y no a la justicia ordinaria para resolver un caso que implicaba mucho dinero público.
Al hilo de este caso, la directiva reiteró haber “actuado en el interés del Estado, y en conformidad con la ley”. “Espero que la justicia, al término del procedimiento, por muy largo y pesado que sea, esté de acuerdo con eso”, añadió Lagarde.
A pesar de todo esto, la directiva recibió en diciembre el apoyo del consejo de administración del FMI, que dijo confiar en su capacidad de ejercer adecuadamente sus funciones.
La decisión final sobre su candidatura se tomará de aquí a comienzos de marzo, en base al consenso en el consejo de administración del FMI, la instancia dirigente de la institución, que cuenta con 24 miembros que representan a los 188 Estados miembros.
La regla tácita reserva la dirección del FMI a un europeo, y es poco probable que haya una candidatura de un gran país emergente. En 2011, Lagarde tuvo como rival a Agustín Carstens, gobernador del Banco Central mexicano.
De cara a un nuevo mandato, Lagarde podrá presumir de un balance más bien favorable para el FMI, después de haber mejorado la imagen de la institución y desbloqueado una importante reforma de su modo de gobernanza.
No obstante, bajo su mandato el Fondo no pudo evitar el mayor impago de su historia, con Grecia, y fue acusado de instrumentalización política al brindar su apoyo a Ucrania, en pleno tira y afloja sobre su relación estratégica con Rusia.