En enero de este año, 14 contenedores con productos alimenticios de Ajinomoto del Perú fueron retenidos en la aduana ecuatoriana. En ese mismo mes Alicorp sufrió pérdidas porque su línea de champú para el cabello no podía ser comercializada en Ecuador, nuestro socio en la Comunidad Andina (CAN), bloque que desde el 1 de enero del 2006 es una zona de libre comercio.
¿Por qué este impedimento? Porque los productos de las empresas peruanas no cumplían con ninguno de los 120 reglamentos técnicos que nuestro vecino del norte impuso a las importaciones con el pretexto de mejorar su balanza de pagos. Estos obstáculos al comercio generan pérdidas para el Perú por aproximadamente US$120 millones.
Pero las restricciones no vienen solo de Ecuador. Colombia, nuestro también socio en la Alianza del Pacífico, impuso una salvaguardia a nueve productos agropecuarios, la cual afectaba principalmente a las cebollas peruanas. A pesar de que la CAN dejó sin efecto esta medida, Colombia ha apelado la decisión, de tal modo que seguimos en la querella.
En tanto, Bolivia ha amenazado con emitir este año normas que exijan especificaciones técnicas y requisitos administrativos para proteger al sector productivo boliviano. “Al no poder cumplir estas exigencias, no se podrá importar y el mercado nacional se nutrirá más de producto nacional”, declaró Teresa Morales, ministra de Desarrollo Productivo de Bolivia, al diario boliviano “Página Siete” el 1 de diciembre del año pasado.
Con todos estos hechos salta a la vista que la CAN pasa por el peor momento de su historia. La zona de libre comercio, el corazón del bloque, solo ha quedado en el papel porque la mayoría de sus miembros recurren a medidas proteccionistas. Entonces ¿vale la pena que el bloque continúe existiendo? ¿El Perú debe seguir en ella? Vayamos por partes.
VISIÓN HACIA ADENTROLa CAN nació en 1969, ella estaba integrada por Colombia, Ecuador, Bolivia, el Perú y Chile; en 1973 se unió Venezuela. El objetivo principal del bloque fue lograr un desarrollo común equilibrado, a través de instrumentos como la libre movilidad de bienes y personas entre los países miembro, tal como sucede en la Unión Europea. Esta fue una idea muy moderna para la época y permitió crear una zona de libre comercio, para sustituir importaciones.
Para que este bloque tuviera solidez se creó un sistema que hace posible que sus decisiones tengan un carácter supranacional y vinculante, a través de instituciones como el Tribunal de Justicia y la Secretaría General, con sedes en Quito y Lima, respectivamente. Precisamente esta institucionalidad es señalada por la CEPAL, como uno de los principales activos del bloque, además del libre movimiento de bienes y personas.
“Esto implica que los acuerdos alcanzados entre los estados miembro pasan inmediatamente a tener fuerza vinculante en el territorio de los mismos. Ello contrasta con lo que ocurre en otros esquemas de integración de la región”, afirma la CEPAL en su propuesta de reingeniería de la CAN, documento de carácter confidencial al cual este Diario tuvo acceso.
Un ejemplo de lo que menciona la CEPAL es la industria cosmética, la cual entre los años 2002 y 2003 pudo uniformizar su normativa técnica de manufactura y así facilitar el comercio dentro de la CAN, pero con las barreras ecuatorianas esta facilitación ha quedado solo en el papel.
Las desavenencias dentro del bloque giran en torno al objetivo que motivó su creación: el enfoque de desarrollo hacia adentro. “Esto fue lo que propició la salida de Chile en 1977. La CAN ha mirado solo hacia adentro y ha dejado pasar la oportunidad de abrirse al mundo, tal como lo hicimos Colombia y Perú”, explica Carlos Posada, director de la Cámara de Comercio de Lima (CCL) y exviceministro de Comercio Exterior.
Esta falencia trajo consigo lo que Diego Castrillón, director de Prospectiva 2020, llama la globalización selectiva, “que es lo que han hecho Colombia y el Perú al buscar por sí solos tratados de libre comercio con socios comerciales que les brinden mayores oportunidades de mercado para sus empresas, lo cual en la práctica la CAN no les ha dado”, explica.
El aspecto comercial siempre ha sido la principal bondad y la piedra en el zapato para el bloque andino. En 1994 el Perú abandonó el grupo por algunos meses ¿Por qué? porque el bloque buscaba un arancel externo común que en la práctica hacía imposible la importación de bienes de capital y el país, en ese momento, no podía darse el lujo de restringir su comercio cuando sus industrias no estaban preparada para ello.
Otro hito que marca la historia de crisis de los andinos es la negociación del TLC con Estados Unidos. Al inicio, en el 2004, se dijo que los cinco países negociarían en bloque, pero Venezuela nunca aceptó tal prerrogativa y Bolivia asistía a la mesa solo como observador, mientras que Ecuador se retiró de la misma por un golpe de Estado en abril del 2005, mientras se celebraba en Lima la novena ronda de negociaciones.
El saldo final fue la separación, en el 2006, de Venezuela a causa del TLC que Colombia y Perú firmaron con Estados Unidos, porque con este acuerdo primero se rompió la visión endógena del bloque e hizo, en segundo término, que la relación comercial de Venezuela con sus socios andinos entre en una etapa de incertidumbre.
Este hito también propició el surgimiento de otros esfuerzos integracionistas como el ALBA, Unasur y el que viven ahora Colombia, el Perú, Chile y México con la Alianza del Pacífico, países que tienen en común una política de apertura comercial.
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