El río Nar, un pequeño canal a unas 100 millas al norte de Londres, es apenas conocido por el británico promedio. Y, a primera vista, es difícil entender por qué una empresa que cuida su marca como Coca-Cola desearía tener algo que ver con él.
Una parte del Nar posee un infeliz parecido a una zanja debido a décadas de desvíos en su recorrido que lo han dejado tan recto y angosto que sus aguas turbias se pueden cruzar con un solo paso. Sin embargo, el río es importante para Coca-Cola porque fluye a través de un área que suministra una gran parte de la remolacha de azúcar que la compañía utiliza para endulzar las bebidas que vende en el Reino Unido.
El escurrimiento de fertilizantes de las granjas ha contribuido a los problemas del Río Nar. Coca-Cola sabe que este tipo de problemas puede suponer un riesgo para su negocio. Hace once años una de sus plantas embotelladoras en la India fue objeto de enfurecidas protestas por su impacto en los suministros locales de agua y, finalmente, fue cerrada. Durante mucho tiempo insistió que las acusaciones eran injustas.
Pero, desde el 2003, Coca-Cola y sus embotelladoras han gastado cerca de US$ 2 mil millones para reducir su consumo de agua y mejorar la calidad del agua donde sea que operen. Ese gasto ahora se extiende a un campo empapado cerca al Nar.
Además,entregó 1,2 millones de libras esterlinas al grupo de conservación World Wildlife Fund, que ha cavado un canal sinuoso para restaurar un tramo recto del río y volverlo a su versión serpenteante y natural.
Los casi US$2 mil millones en inversiones de Coca-Cola pueden parecer mucho, pero en realidad son un pequeño ejemplo de cuánto las empresas están empezando a gastar en agua en todo el mundo. Casi 20 años después de que el Banco Mundial empezara a advertir sobre una inminente crisis del agua, la combinación de una población en aumento, una clase media global en crecimiento y un clima cambiante está llevando al límite los suministros de agua. Para las empresas esto equivale a mayores costos por un recurso en el que durante mucho tiempo ni se había pensado.
“El costo marginal del agua está aumentando en todo el mundo”, señala Christopher Gasson, editor de Global Water Intelligence, una compañía de investigación. “Antes el agua era tratada como una materia prima gratuita. Las empresas se están dando cuenta de que pueden dañar su marca, su credibilidad, su calificación crediticia y sus costos de seguro. Eso se aplica tanto a un fabricante de chips de computadoras y a una empresa de alimentos como a un generador de energía o a una empresa petroquímica”.
Abundan los ejemplos de estos costos: Nestlé, una de las empresas de alimentos más grande del mundo, destinó US$43 millones de dólares para instalaciones de ahorro de agua y de tratamiento de aguas residuales en sus plantas el año pasado.
En Australia una subsidiaria del BG Group, la compañía británica de petróleo y gas, ha puesto en marcha un sistema de monitoreo y gestión de agua por US$938,7 millones que lleva mediante tuberías el agua tratada desde sus yacimientos de gas a fin de aumentar el suministro de líquido para los agricultores y los pueblos.
Antero Resources, una compañía de gas de esquisto en EE.UU., planea invertir US$525 millones en una tubería para llevar agua hacia sus operaciones, aumentando la confiabilidad de sus suministros. Por su parte, Rio Tinto y BHP Billiton han puesto en marcha un esquema de desalinización por US$3 mil millones en Chile que bombeará agua de mar tratada hasta 10.000 pies hacia una mina de cobre de propiedad conjunta, reduciendo el uso de los frágiles suministros locales de agua.
Ford, el fabricante de automóviles, ha construido un sistema de tratamiento de agua por US$2,5 millones en su planta de ensamblaje de Pretoria en Sudáfrica la que está aumentando la reutilización del agua hasta en un 15% y EDF, el grupo de energía francés, ha gastado 20 millones de euros cambiando un túnel de toma de agua para una de sus plantas hidroeléctricas en los Alpes franceses.
Desde el 2011 las empresas han gastado más de US$84 mil millones en todo el mundo para mejorar la forma en que se conserva, se administra o se obtiene agua, según datos del Global Water Intelligence, informes regulatorios y entrevistas del FT.
Las razones para cada inversión son diferentes. Algunas son impulsadas por la escasez física del agua, otras por nuevos procesos industriales que requieren agua en mayor cantidad o de mayor calidad. Otras empresas quieren demostrar a sus clientes que se preocupan por la conservación del agua. Algunas están motivadas por las nuevas regulaciones ambientales que requieren un mejor tratamiento de las aguas residuales.La cifra de US$84 mil millones no es exhaustiva ni fácil de comparar con niveles de gasto anteriores porque relativamente pocas revelan el precio de tales esquemas.
RESULTADOS ECONÓMICOSPor ejemplo, Google se niega a decir cuánto gastó en una planta que ha construido en uno de sus centros de datos en Georgia (EE.UU.), la que le permite utilizar el agua desviada del desagüe para mantener fríos sus servidores. Tampoco revela cuánto gasta en un centro de datos belga que emplea agua desde un canal industrial.
Joe Kava, director de operaciones del centro de datos de la compañía, ha advertido que el agua es “el gran elefante en el cuarto” para las empresas de tecnología, que comúnmente pueden emplear cientos de miles de galones de agua al día.
“Nos hemos enfocado en el consumo de energía y la eficiencia energética, y eso es excelente”, dijo en el 2009. “Creo que lo siguiente en lo que debemos centrar nuestra atención es: ¿Qué hacemos con la inminente crisis del agua?”.
A medida que el agua se vuelve más escasa, el uso de ella por las empresas de datos podría atraer el escrutinio público, agregó, trayendo como posible resultado regulaciones que controlen la cantidad de agua que consumen.
La semana pasada Google indicó al “Financial Times” que como resultado de su enfoque en la conservación del agua, ahora tiene una planta en Finlandia que es enfriada en su totalidad por agua de mar. También está estudiando el uso de agua de lluvia captada en Carolina del Sur.
La regulación es una creciente preocupación para muchas empresas, motivo por el cual los inversores están empezando a presionar para que exista mayor divulgación sobre los riesgos del agua.
El enorme fondo petrolero en Noruega por US$890 mil millones, el fondo de riqueza soberano más grande del mundo, es uno de varios inversionistas grandes que está exigiendo a las empresas mejorar su presentación de informes.
El fondo es uno de los 530 inversores con US$57 billones en activos que trabajan con el Carbon Disclosure Project (CDP), una organización benéfica internacional del medio ambiente. En nombre de esos inversores, el CDP pide a las grandes empresas cada año que den a conocer los riesgos y las oportunidades que plantea el agua en sus negocios. El año pasado, el 70% de las 180 empresas en el FTSE Global 500 que respondieron dijeron que el agua era un riesgo sustancial para su negocio, frente al 59% en el 2011.
Una tendencia similar ha surgido en la más reciente edición de la encuesta anual de riesgo global del Foro Económico Mundial para ejecutivos de negocios y otros líderes. Las crisis de suministro de agua no fueron calificadas entre las cinco mayores preocupaciones en términos de impacto en cualquier año hasta el 2011, pero han figurado entre los tres primeros puestos todos los años desde el 2012.
La escasez de agua ya no es solo un pequeño problema a nivel de planta para las empresas, sino que se ha convertido en una cuestión estratégica para la alta dirección, dice Martin Stuchtey de la consultora McKinsey.
“Está captando una mayor parte de los gastos de capital en muchas empresas”, señala. El mercado mundial del agua de US$550 mil millones –que cubre todo, desde plantas de tratamiento de agua hasta tuberías– está expandiéndose en casi 3,5% cada año, añade. Pero está creciendo mucho más rápido en algunas industrias: tanto como un 14% anual para el sector de petróleo y gas y un 7% para la industria de alimentos y bebidas.
Lea el artículo completo del Financial Times hoy en la edición impresa de El Comercio.