En 2007 el gobierno alemán encabezado por Angela Merkel votó la elevación gradual de la edad de jubilación de 65 a 67 años y se presentó como ejemplo de probidad fiscal durante el estallido financiero de 2008 y la crisis de la deuda de la eurozona.
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Desde la perspectiva de Berlín, el desequilibrio fiscal de los países del sur europeo se debía a su insostenible despilfarro y no a los problemas del sistema financiero internacional que habían obligado a los Estados a salir al rescate de los bancos.
El cambio de dirección que marca la nueva ley jubilatoria germana no podía ser más patente.
La ley, que entró en vigor a principios de julio, permite a los nacidos entre 1949 y 1952 que hayan contribuido al sistema durante 45 años que se jubilen a los 63 años con la pensión completa.
Unos seis mil alemanes ya han solicitado esta jubilación anticipada y se calcula que unos 200 mil más podrían hacerlo.
Según Karl Brenke, del Instituto Alemán de Investigación Económica (DIW por sus siglas en alemán), la reforma es insostenible.
“Es una ley puramente política, no es justa porque favorece a unos y no a otros, y no es sostenible a nivel financiero”, indicó a BBC Mundo.
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ENTRE CONTENTOS Y AGRAVIADOS
El motivo político está claro. En las elecciones del pasado septiembre Merkel ganó con comodidad, pero se vio obligada a hacer una alianza con los socialdemócratas para formar gobierno: uno de los precios del pacto fue esta reforma jubilatoria.
El gobierno ha estimado el costo de la medida en unos 4.400 millones de euros este año – alrededor de US$6.000 millones –que se dispararán a unos US$15.000 millones hacia 2030.
El fondo de pensiones gubernamental tiene suficientes reservas para cubrir los primeros años pero, tarde o temprano, los más jóvenes tendrán que contribuir más.
“Esto ha creado muchas protestas de los más jóvenes que se sienten discriminados por esta ley. Y no son los únicos. Como la aplicación de la ley es gradual, los nacidos en 1953 tendrán que retirarse un poco después de los 63 años y así sucesivamente en los años siguientes”, señala Brenke.
El universo de la ley es limitado porque abarca a los nacidos entre 1949 y 1952 y exige una contribución de 45 años, es decir, que para ser elegible a los 63 habría que haber empezado a trabajar a los 18 años.
Esto descartaría en principio a todos los que tienen título universitario que solo habrían comenzado a contribuir después de recibirse.
La estimación es que la mayoría de los beneficiados han hecho trabajos de gran impacto físico.
Uno de ellos, Frank Fisher, que terminó trabajando como supervisor de un asilo de ancianos, se desempeñó como camionero durante más de la mitad de su vida laboral, a cargo de transportar y descargas equipo pesado.
Fisher cree que la ley es un acto de justicia social.
“Yo he visto lo que pasa a la gente cuando se ponen viejos y les falla la salud. Todo el dinero del mundo no les sirve de nada”, señaló a la prensa en Alemania.
EUROPA
Los condicionamientos políticos y sociales no salvan a Angela Merkel del reproche tanto en el interior de Alemania como en otros países de la eurozona.
A fin de cuentas, países de la eurozona como Grecia se vieron obligados, bajo fortísima presión germana, a reformar sus sistemas de seguridad social, elevando sus jubilaciones de 65 a 67 años.
Anne Zimermmann, economista de la Cámara de Industria y Comercio alemana, opina que el cambio es una señal totalmente equivocada para el resto de Europa.
“Es incoherente con nuestra decisión de estabilizar el sistema social. En las negociaciones con nuestros socios europeos siempre enfatizamos nuestra decisión de subir la edad jubilatoria a 67 años para mejorar la situación del fondo jubilatorio. Ahora estamos haciendo exactamente lo contrario”, señala.
El anuncio coincide además con algunas señales de que, a pesar de la relativa calma de los dos últimos años, la crisis de la eurozona no está resuelta.
La debacle del Banco Espirito Santo en Portugal este julio dejó flotando en el aire la probable necesidad de un nuevo rescate para un sistema financiero que no termina de enderezarse.
En caso de un nuevo efecto cascada como el que sacudió a la eurozona en 2011 y 2012, Angela Merkel, cuyo liderazgo de la crisis de la eurozona ha sido muy cuestionado, habrá perdido capital político y discursivo para seguir exigiendo sacrificios.
EL FUTURO ALEMÁN
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En Alemania, la más fuerte preocupación es por el impacto a mediano y largo plazo a nivel nacional.
Un reciente informe del Boston Consulting group, que estudia 25 economías del mundo, señala que Alemania ya tiene un déficit de trabajadores en relación a sus jubilados.
“La población económica activa alemana se reducirá de 43 a 37 millones de acá a 2030. Si Alemania quiere crecer a un 1,2% como lo hizo en los últimos 10 años, necesitará entre 8 y 10 millones de trabajadores adicionales o saltos tecnológicos tales que le permitan suplir con máquinas esa masa laboral”, indicó a BBC Mundo el economista alemán Rainer Strack, coautor del informe.
La sostenibilidad de un sistema jubilatorio se calcula por la relación entre los que financian el sistema (la población económicamente activa que tiene empleo y hace contribuciones jubilatorias) y los que reciben los beneficios, es decir, los jubilados.
Aún sin la reforma actual, el cálculo es que de acá a 2030 la presión demográfica aumentará con una caída en el número de trabajadores y un fuerte incremento de la población de más de 63 años.
Cuando, a fines del siglo XIX, el canciller alemán Otto von Bismark introdujo el primer rudimento de jubilación estatal del mundo, había que tener 70 años para acogerse al beneficio, edad que pocos alcanzaban dada la expectativa de vida de la época.
La ecuación ha cambiado radicalmente. La jubilación estatal es percibida como un derecho inalienable y los avances científicos y tecnológicos han disparado la longevidad.
“Una de las soluciones es aumentar la inmigración. La otra dar un salto tecnológico tal en la productividad que necesitemos menos trabajadores para producir lo mismo. Pero no hay ninguna indicación que nadie se esté moviendo de manera consciente y deliberada en esta dirección”, indicó Strack a BBC Mundo.