AUGUSTO TOWNSEND KLINGE @atownsendk
El jueves pasado, las calles de Huaycán recibieron a una inusual visitante, nada menos que una reina. Con un carisma rebosante, la encantadora reina Máxima vino a conocer lo que este país está haciendo para promover la inclusión financiera, en su calidad de asesora especial del secretario general de las Naciones Unidas en tal materia. Según confesión propia, se va de regreso a Holanda con una sonrisa por lo aquí visto. ¿Qué impresión le deja esta visita al Perú?Yo hace mucho que quería venir. Sabía, por supuesto, que estaban trabajando muy bien el tema del microcrédito, al punto de que no era necesario tener que venir a promoverlo. Pero, como he podido conversar con el superintendente de Banca, Daniel Schydlowsky, era evidente que el Perú estaba listo para una siguiente etapa. Lo que han hecho en microcréditos ha sido fantástico y un ejemplo para el resto del mundo, pero hay que mirar también los otros tipos de servicios financieros que se necesitan, llámense ahorro, pagos, seguros y demás. Sabemos que en este momento solo un 20% de los peruanos tiene una cuenta de ahorro formal, así que queda aún mucho camino por recorrer. Para ello, se necesita una política conjunta tanto del gobierno a todo nivel, como de las ONG y el sector privado. Dicho esto, pienso que la estrategia nacional que nos han presentado está muy bien planteada y lo que sí espero es que mucha gente del sector privado y de los ministerios pueda trabajar de la mano para ejecutarla, pues cuando uno pasa una ley de banca móvil, por ejemplo, no está asegurado que al cabo de dos años todos tengan un teléfono celular y puedan aprovecharla. Afortunadamente, veo en este país un gran compromiso y entendimiento de este tema, y por ello me voy con una sonrisa de vuelta a Holanda. ¿Desde la función que usted cumple para las Naciones Unidas, qué se hace para vincular el tema de la inclusión financiera con el emprendedurismo y la innovación?Aquí debemos hablar no solo de las microempresas, sino también de las pequeñas y medianas empresas, pues todas tienen que tener un acceso y un uso adecuado de distintos tipos de servicios financieros. De modo que esa vinculación tiene que estar muy clara. Lo importante, en ese sentido, es que no solo basta con dar acceso a los servicios financieros –y repito, no solo al crédito sino a otros también–, sino que es fundamental la capacitación técnica y la educación financiera de los emprendedores. Usted estuvo [el jueves] cuando hablamos con las mujeres emprendedoras que nos decían que ahora podían planear pues entendían qué son las ventas, las ganancias, los costos y demás. Esto les permitía saber cuánto iban a ganar con un negocio, lo cual es vital porque uno no se tira al agua sin hacer un análisis previo. Hoy decía en mi discurso de la maña na [del viernes] que por lo menos un tercio de los emprendimientos aquí en el Perú después de tres años ya no existe, y eso es por un mal manejo financiero. Pero mire, también en Holanda tenemos el mismo problema y lo hemos enfrentado dándole seguimiento a estos emprendimientos. Conjuntamente con un préstamo, les ponemos u n ‘coach’ [consultor/asesor] a los emprendedores que vemos que les falta un poco de ayuda, y hemos tenido grandes resultados con esto. Y aquí también lo veo, por ejemplo en el caso de Severino, a quien conocí [ el jueves] en la agencia del Banco Financiero en Huaycán. Aquí se ha tratado mucho de aprovechar el rol de la mujer para impulsar la inclusión financiera, tanto en los programas sociales como en las estrategias comerciales de las instituciones privadas. ¿Cuán importante es esto?Es muy positivo. Sé que en el Perú la mujer ha tenido mucha preponderancia y estamos muy contentos por eso por una razón muy sencilla: invertir en la mujer es invertir en la familia. No digo que los hombres no lo hagan, pero estamos seguras de que las mujeres sí lo hacen. Hay muchas madres solteras que son el sostén de sus familias o que trabajan al igual que sus maridos, pero que antes tenían menor credibilidad en la banca tradicional que los hombres al momento de solicitar un crédito. Hubo entonces que formar políticas especiales para darles créditos a las mujeres, y como sabemos, las mujeres pagan muy bien sus créditos. No son más riesgosas que los hombres, sino todo lo contrario. Si bien ha sido muy destacable el desarrollo de las microfinanzas en el Perú, por otro lado llama la atención que el país siga teniendo un grado tan alto de informalidad. Aun así, la gente paga sus microcréditos y la morosidad es baja. ¿Cómo se explica esta aparente paradoja?Se explica porque no tienen otra opción. Como me dijo una señora [el jueves], yo este crédito lo tengo que pagar porque si necesito más dinero, este es el único lugar donde lo voy a conseguir. No olvidemos eso, pues estas personas tienen muy pocas oportunidades. Recuérdese que si de un lado tienes a las microfinanzas, del otro tienes al prestador informal que les carga a veces 20% al día. Entonces, tienen que cuidar esa primera opción. Además, hay que reconocer también el trabajo que han hecho las instituciones microfinancieras para ayudar a la gente en sus emprendimientos, de modo que sus ganancias les permitan sacar más créditos e invertir más. Los clientes también han ido creciendo con el acompañamiento de dichas instituciones. ¿Cómo deben distribuirse los roles entre el Estado y el sector privado en materia de inclusión financiera?En cada Estado la situación será distinta y tendrá que discutirse el tema entre los ciudadanos de cada país, pero las condiciones mínimas serían, en primer lugar, asegurar un marco macroeconómico estable. Nosotros queremos fomentar el ahorro pero, si hay una inflación del 20% por mes, es imposible ahorrar. En segundo lugar, se necesita un marco regulatorio que ayude a la inclusión financiera. Por ejemplo, si para abrir una cuenta de ahorro una persona que es analfabeta o de bajos recursos tiene que llenar una cantidad de formularios impresionante solo para depositar 2.000 soles, no estamos en un sistema que sea proclive a la inclusión financiera. Lo mismo aplica para los emprendimientos: cómo se facilita el camino para que puedan formalizarse. Otro tema importante, que he visto acá, es que el Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social en sus programas de transferencias condicionadas a los estratos más pobres de la población utiliza también los servicios financieros. Me decía la ministra [Paola Bustamante] que el 42% de las mujeres que reciben estas transferencias ya están ahorrando. Por otro lado, si pensamos en una estrategia de inclusión financiera que sea transversal, podemos vincularla, por ejemplo, con la política agrícola, para ver cómo disminuir los riesgos en esta actividad. Luego de la crisis del 2008, la innovación en el sector financiero se hizo de un mal nombre por lo que ocurrió con los productos derivados complejos. ¿Pero, cuán trascendental es su rol en materia de inclusión financiera?Lo que tiene mucho potencial es la banca móvil, pues con ella vamos a poder llegar a la gente donde esté. Van a recibir las transferencias en el teléfono sin tener que viajar ocho horas en bus para llegar a la agencia bancaria más cercana. La innovación también debe permitir que los productos financieros para la actividad rural se adecúen a los tiempos que esta maneja. A un pequeño campesino no le hace mucho sentido un crédito a pagar en dos meses, sino uno que se ajuste a su ciclo productivo. A la par con todo esto, lo que es muy importante, y se ha hecho mucho hincapié acá, es el tema de la protección al consumidor. Hay que informarle bien cuáles son las obligaciones que asume al tomar un crédito o un seguro. Que si el consumidor tiene un problema pueda reclamar y encuentre una solución. Que el sistema actúe en el interés del cliente, de modo que si uno ya tiene dos deudas, no le vendan una tercera. Hay que evitar el sobreendeudamiento del cliente y permitirle que haga uso de los servicios financieros de la manera más informada. ¿Al margen de lo que ha visto en materia de inclusión financiera, qué sensación le deja el Perú?Veo un Perú con muchas ganas de hacer participar a la parte rural y periurbana de todo el crecimiento económico que ha estado teniendo. Me voy con muchísima alegría de ver que no solo en la parte gubernamental sino que en el sector privado hay un compromiso importante con este tema. Porque es claro, además, que incluir a tanta gente le ofrece muchas promesas al país. Es una cuestión de dar oportunidades al Perú y a cada uno de los individuos que lo conforman. He escuchado de esfuerzos agrícolas que están ocurriendo en el norte que son muy prometedores y que podrían imitarse en otras zonas del país. Hemos visto también que esta estabilidad macroeconómica que ustedes tienen le da muchas oportunidades a mucha gente. Estoy segura de que todavía faltan muchas cosas por hacer, pero al menos en mi sector es muy prometedor lo que hemos visto.
BIOGRAFÍA MÍNIMAMáxima Zorreguieta nació en Buenos Aires, Argentina, en 1971. Estudió en el Northlands School Olivos, se licenció en Economía en la Pontificia Universidad Católica de Buenos Aires (1995) y trabajó en importantes empresas de Europa y EE.UU. En 1999, en una fiesta en Sevilla, el entonces príncipe Guillermo Alejandro quedó prendado de ella. La boda se celebró en el 2002 sin la presencia de los padres de la novia a pedido de la realeza porque su padre fue ministro de Jorge Videla. Bautizada como católica al nacer, Máxima no renunció a su religión. Tienen tres hijas: Catalina, Alexia y Ariadna. Al abdicar la reina Beatriz en favor de su hijo en abril del 2013, Máxima pasó a ser reina consorte.