En una concurrida cocina comuntaria en Nueva York, Paula Barbosa, dueña de una start-up culinaria, coloca cuidadosamente pequeñas esferas de chocolate, cubiertas con nueces, en secciones individuales en una caja dorada.Follow @PortafolioECpe !function(d,s,id){var js,fjs=d.getElementsByTagName(s)[0],p=/^http:/.test(d.location)?'http':'https';if(!d.getElementById(id)){js=d.createElement(s);js.id=id;js.src=p+'://platform.twitter.com/widgets.js';fjs.parentNode.insertBefore(js,fjs);}}(document, 'script', 'twitter-wjs');
“Estos son los brigadeiros, un dulce tradicional en Brasil”, le explica a la BBC.La joven de 34 años vende las exquisiteces en su empresa, llamada “My Sweet Brigadeiro” (Mi Dulce Brigadeiro).
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La lanzó en 2011, pocos meses después de mudarse a la Gran Manzana desde Río de Janiero.
En el otro extremo de la larga mesa de acero donde están los brigadeiros de Barbosa, hay un tipo totalmente distinto de alimento en preparación.
Tres mujeres, dirigidas por Isabel Gunther, están echándole vegetales a unos fideos de arroz blanco en grandes tazones.
El plato será empacado como almuerzos escolares sanos, que son parte de la empresa de Gunther, llamada “Little Green Gourmets” (Pequeños Gourmets Verdes).
Ambas empresas alquilan el espacio y las instalaciones de una “incubadora de empresas” culinarias, llamada “Hot Bread Kitchen (HBK)”, basada en el barrio de East Harlem en Manhattan.
En una ciudad obsesionada por la comida, donde el espacio comercial alternativo es costoso, este tipo de incubadoras están jugando un papel cada vez más importante, contribuyendo a que las start-ups culinarias aceleren su desarrollo y crezcan con éxito.
Desde que abrió sus puertas en 2011, HBK le ha ayudado a 100 pequeñas firmas, que también pueden recibir apoyo empresarial.
“UNA LOCURA”Barbosa vende la mayoría de los chocolates que produce en internet y en algunos mercados de alimentos selectos. En 2011 sus brigadeiros obtuvieron una reseña favorable en el diario The New York Times.
Como resultado, le llovieron las órdenes. “Fue una locura. Éramos una novedad y no estábamos preparados”, cuenta la empresaria.
“Ni siquiera teníamos una máquina para aceptar tarjetas de crédito y estábamos diciendole 'sí' a todos. Así que decidimos rentar espacio de cocina y hacerlo en forma apropiada”.
Los pedidos se han mantenido a buen nivel hasta hoy en día. Su producto estrella es una caja de 30 brigadeiros que se vende a US$52.
HORNEADO EN LA PANADERÍAHBK también es un negocio en sí mismo. Fue fundado por Jessamyn Rodríguez.Emplea a 50 personas que trabajan en un negocio de horneado y en la sección de incubadoras. Y el pan que produce se vende en tiendas como Whole Foods y en mercados en Nueva York.
“En un mismo espacio dirigimos un negocio próspero y creciente de horneado de 24 horas”, le explica a la BBC Rodríguez.
“Y eso es inspirador para los emprendedores, ver esta produccion y calendario de entregas constantes. Les llega el mensaje de que si todo va bien, pueden lograr esto”.
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La incubadora de HBK cobra una cuota anual de US$500 a los miembros, quienes después pueden rentar espacio de cocina por US$17 la hora y tener acceso a servicios de asesoría empresarial en asuntos como estructuración de precios y ventas en internet.
Los emprendedores también hacen contactos, lo cual crea una comunidad de colaboración, agrega Rodríguez.
Grace Moore, gerente de comunicaciones de HBK, agrega que la incubadora tiene criterios específicos sobre el tipo de start-ups que debe aceptar.
“Aceptamos negocios con una idea que está comprobada, lista para crecer”, indica.“Cuando ya han estado produciendo y vendiendo por un año, y la cocina en su casa está a punto de reventar, es entonces que entramos nosotros”.
DESARROLLO DE RECETASMichael Schwartz dirige la “Organic Food Incubator” (OFI), (Incubadora de Alimentos Orgánicos), basada en el barrio de Long Island City, en el distrito de Queens.
Lanzó el centro en 2011 para ofrecer a los start-ups de alimentos las instalaciones y la asesoría que él difícilmente encontró cuando lanzó su propia empresa, BAO Alimentos y Bebidas.
“Cuando comenzamos BAO en 2009 tuvimos innumerables problemas”, recuerda Schwartz. “No había nadie quien nos dijera cómo hacer llegar el producto a una tienda, por ejemplo. El pequeño ambiente de la comida era muy distinto de lo que es ahora”.
Agrega que OFI ofrece “todo, desde desarrollo de recetas hasta asegurarse de que tu etiqueta es legal”. El centro ahora incuba a 60 compañías, con precios que comienzan en US$220 por cinco días.
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Al igual que las otras incubadoras de empresas tradicionales, cuenta con una lista de ella emprendedores exitosos que han logrado desarrollar sus start-ups con ellos hasta que estuvieron listos para dejarlos y expandirse más.
La compañía de bebidas de Ariel Glazier, Kombrewcha, pasó sus primeros dos años en la incubadora de OFI antes de mudar su producción recientemente a New Hampshire.
La empresa produce un tipo de té fermentado con un nivel de alcohol de 2%. Glazier le agradece a la incubadora el haberle dado tiempo y espacio para lograr un producto adecuado antes de lanzarlo comercialmente.
“Cuando comienzas un negocio no sabes en lo que te estás metiendo, y si necesitas más tiempo para desarrollar tu producto puedes matar tu negocio” dice. “Al hacerlo con una incubadora, no necesitas poner capital inicial”.
COMIDA LOCALPara poder cumplir con una demanda creciente, tanto Shwartz como Rodríguez planean expandir sus instalaciones de incubadora. Y mientras tanto en toda la ciudad están surgiendo incubadoras de alimentos.
Schwartz piensa que esto se debe a la creciente popularidad del movimiento de comida local: el de gente que desea comprar alimentos que se cultivan y producen localmente.
Jessamyn Rodríguez asegura que también ayuda el hecho de que los amantes de comida de Nueva York siempre están buscando “el próximo gran novedad”.
“Hay muchas bocas hambrientas aquí constantemente en busca de lo más novedoso que ofrece el mercado” dice. En Nueva York, los pequeños start-ups de comida son un gran negocio.