Las universidades más prestigiosos del país cobran una fortuna por educar a los estadounidenses. La matrícula en Harvard cuesta US$43.000 al año. Una universidad pública tradicional, como la Universidad de California en Berkeley, cobra US$13.000 anuales para residentes de ese estado, y US$35.000 para todos los demás.Follow @PortafolioECpe !function(d,s,id){var js,fjs=d.getElementsByTagName(s)[0],p=/^http:/.test(d.location)?'http':'https';if(!d.getElementById(id)){js=d.createElement(s);js.id=id;js.src=p+'://platform.twitter.com/widgets.js';fjs.parentNode.insertBefore(js,fjs);}}(document, 'script', 'twitter-wjs');
Por eso, no es de extrañar que la reciente propuesta del presidente Barack Obama de ofrecer una matrícula universitaria gratuita, con ciertas condiciones, a nueve millones de personas, entre ellos potencialmente a más de un millón de hispanos, haya generado una ola de expectativa, entusiasmo, y en muchos casos, críticas en todo el país.
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Los escépticos dicen que Obama está ofreciendo propuestas impagables. Las propias cuentas del gobierno señalan que la iniciativa le costaría al fisco US$60.000 millones en diez años.
En cambio, los defensores de la idea de la universidad gratuita del mandatario aseguran que es un regreso a una de las estrategias que convirtió al país en una superpotencia económica.
A comienzos del siglo XX, Estados Unidos fue pionero en universalizar la educación básica gratuita, lo que le permitió contar con la mejor mano de obra del mundo para su despegue industrial.
Ahora, esperan, un aumento en la población con educación universitaria debe permitirle mantener su supremacía en la llamada “economía del conocimiento”.
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En el centro de la propuesta de Obama está una institución llamada “community college”, cuya traducción literal sería “universidad comunitaria”.
Son centros públicos de educación superior existentes en todo el país, donde la gente, generalmente de bajos recursos, estudia programas técnicos cortos de dos años de duración, frecuentemente en horarios nocturnos o los fines de semana.Esto permite al 62% de sus estudiantes de tiempo completo trabajar mientras estudian.
Cerca de 7,7 millones de estudiantes están matriculados para obtener diplomas en estas universidades comunitarias, de las que existen 1.132 en todo el país, según datos de la American Association of Community Colleges (AACC), organización que defiende los intereses de esas instituciones.
El 49% de los enrolados son negros, asiáticos o latinos. La mayoría de universitarios hispanos en Estados Unidos, cerca de un millón y medio de latinos, estudian en esta categoría de centros de enseñanza.
Para algunos de ellos, este es el primer peldaño en obtener una educación superior. Los estudiantes más dedicados pueden, después de terminar ese primer ciclo de dos años, continuar sus estudios en una universidad tradicional hasta alcanzar una licenciatura profesional.
Los estudiantes ahí pagan en promedio una cifra comparativamente baja, de unos US$3.200 dólares al año. Pero para muchos de ellos, provenientes de los sectores más humildes de la sociedad, incluso ese es un monto difícil de obtener.
Por lo que la iniciativa de Obama ofrece a los estudiantes de tiempo completo y residentes en Estados Unidos que mantengan buenas calificaciones, la opción de matrícula gratuita por los dos años del programa del “community college”.
Según indica la Casa Blanca, hasta nueve millones de personas podrían beneficiarse del programa, que aún tiene que ser aprobado por el Congreso. Y la expectativa es que para muchos de ellos, este diplomado corto les sirva para adquirir destrezas que pueden aplicar rápidamente en el mercado laboral, o bien como los dos primeros años de una carrera profesional más larga.
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LAS QUEJAS“Tenemos expectativas de saber qué hara el Congreso con la iniciativa”, dijo a BBC Mundo, David Baime, vicepresidente de la AACC.
Y efectivamente, desde el lado republicano, no han tardado en llegar las quejas que describen al programa de Obama como una nueva iniciativa populista. Al igual que el programa de salud Obamacare, aseguran, son programas costosos que deterioran aún más la salud fiscal del país.
Otras críticas dudan de la efectividad o incluso de la justicia de la iniciativa. Señalan, con razón, que un número muy alto de estudiantes de las universidades comunitarias no se gradúan nunca.
Según datos del Departamento de Educación de EE.UU., apenas 20% de los estudiantes que se matricularon en 2009 en las universidades comunitarias habían completado su diploma en 2012. Por lo que, aseguran, en muchos casos es una inversión perdida.
A lo que Baime de la ACCC contesta a BBC Mundo: “Las universidades comunitarias están trabajando muy intensivamente en aumentar su tasa de graduación.
Enrolamos porcentajes muy altos de estudiantes de ingresos bajos que están menos preparados académicamente, por lo que es de esperar que tengan menores tasas de graduacion que estudiantes que vienen de familias acomodadas“.
“Ademas, incluso si algunos de ellos no se gradúan, van a obtener destrezas buenas para el mercado laboral”, apunta a BBC Mundo.
También hay quienes dicen que muchos de los estudiantes que recibirían estos fondos pueden pagar la matrícula por sus propios medios.
Thomas Bailey, investigador de la Universidad de Columbia, le dijo a la revista estadounidense The Atlantic que este programa no atiende a las personas que no pueden estudiar por otras razones al costo de la matricula: “El pasaje del bus, el costo de cuidar los niños, los horarios de trabajo, los retos que la gente tiene cuando trata de estudiar”, argumenta.
LA ESPERANZA DE ESTUDIARLos defensores del sistema apuntan a iniciativas similares que ya funcionan en el estado de Tennessee y en la ciudad de Chicago.
En Tennessee, señala la Casa Blanca, el 90% de los graduados de secundaria, unas 57.000 personas, solicitaron participar en la iniciativa el año pasado.Lo que da una idea de la enorme popularidad que podría desarrollar este programa.
Y, dirían los cínicos, sugiere el gran rédito político que Obama podría captar para su partido Demócrata si consigue dejar esta iniciativa como parte de su legado en el año y medio que le queda de mandato.
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