“Con este billete, hace cinco años, usted se hubiera podido comprar una casa de US$40.000”, dijo el entonces primer ministro y titular de Economía, Juan Carlos Hurtado Miller, en un mensaje a la nación, mientras sostenía un billete de quinientos mil intis con ambas manos. Buscaba trasmitir, de manera dramática, la pérdida de valor de la moneda peruana durante el primer gobierno de Alan García.
Era el 8 de agosto de 1990 y el Perú experimentaba una hiperinflación que carcomía la economía y mantenía a los peruanos en tensa incertidumbre. Tras anunciar el temido ‘shock’, una liberalización de precios que disparó el costo de varios productos de primera necesidad a la estratósfera, el mensaje de Hurtado Miller terminó con cuatro palabras que pasaron a la historia: “Que Dios nos ayude”.
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García, ex presidente que falleció tras suicidarse antes de ser detenido en su domicilio este miércoles 17 de abril, es recordado por el también triste episodio de la hiperinflación, que dejó al país sumido en graves problemas económicos. No se puede concluir que Dios nos ayudara tras el mensaje de Hurtado Miller, pero sí que el regreso a criterios básicos de racionalidad económica luego de décadas de heterodoxia y distorsiones logró controlar la rienda del excesivo aumento de precios en el país.
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Con el ‘shock’ quedaron atrás las fuentes de esta crisis: los subsidios, controles de precios y de divisas que distorsionaban los incentivos, y la asignación de recursos; el crónico desbalance fiscal financiado por el BCR; el intervencionismo estatal en todos los campos de la economía; y, sobre todo, ese concepto que los economistas llaman “emisión inorgánica de moneda” y que en el Perú recibió el popular apelativo de la ‘maquinita’.
Pero el ‘shock’ no se llevó consigo a la inflación de más de un dígito. Al menos no inmediatamente. Como recordó esta semana el Banco Central de Reserva (BCR), fue recién en febrero de 1997 que la inflación anualizada bajó hasta 9,4%.
Para Gustavo Yamada, director del Centro de Investigación de la Universidad del Pacífico y actual vicepresidente del BCR, el papel de Hurtado Miller fue clave para el inicio de la estabilización, pero también la de Julio Velarde, actual presidente del ente emisor.
“Él ha estado en el directorio desde los años 90 y estuvo en las discusiones para diseñar la estabilización”, rememora Yamada. De hecho, como ha recordado el economista Ricardo V. Lago, en 1990 el presidente oficial del BCR, Jorge Chávez, estaba terminando su doctorado en Oxford, por lo que fue Velarde quien lideró el equipo que paró en seco la inflación.
EL REMEDIO
Para la salir de la hiperinflación fueron claves el ‘shock’ y las políticas de estabilización que controlaron el déficit fiscal y apagaron la ‘maquinita’ que lo financiaba. Pero llevar la inflación a un solo dígito y mantenerla allí por dos décadas requirió otras medidas.
Según el economista Juan José Marthans, uno de los factores clave fue la modificación en la ley orgánica del Banco Central de la Reserva (BCR), que le dio autonomía constitucional a la entidad para que pudiera manejarse con independencia. “El directorio del BCR estaba aparentemente politizado”, recuerda Marthans. Desde entonces, lo que ha primado en su conformación es un perfil con formación económica, especializado en política monetaria o con experiencia bancaria.
Además, el trauma de la hiperinflación le dejó al BCR una obsesión. “Nuestro banco central tiene la particularidad de que solo se preocupa por la inflación”, explica Diego Macera, gerente general del Instituto Peruano de Economía. Otros bancos centrales, como la Reserva Federal de EE.UU., tienen mandatos adicionales, como procurar el pleno empleo.
Finalmente, un último avance fue establecer metas explícitas de inflación en el 2002, con lo cual se fija un objetivo de alza de precios conocido por el público. Ello permite anclar las expectativas inflacionarias.
“Una de las razones por las que estudié Economía era porque quería entender por qué los precios subían todos los días. Y no solo algunos precios, sino todos los precios todo el tiempo”, recuerda Yamada. Ahora, enseña a sus alumnos lo que hizo el Perú para cortar de raíz con ese problema.