El tenis exige una concentración especial en el jugador. Los profesionales de este deporte pueden llegar a disputar maratónicos partidos y luego de un esforzado trabajo solitario perder todo por un descuido. Alonso Segura juega tenis. El ministro de Economía y Finanzas, además, sigue información sobre los torneos y graba los encuentros para verlos en un momento de calma. “Si tuviera que definir a Alonso en una frase diría que es poco paciente”, dice un economista que trabajó por más de tres años con el nuevo ministro y que nunca jugó un partido con él.
En el verano de 1988, Alonso Segura ocupó el segundo lugar en el examen de ingreso a la PUCP. El actor Salvador Del Solar, quien lo conoció por entonces, lo recuerda como un muchacho sencillo y algo tímido que no solía intervenir en clases, pero cuando lo hacía llamaba la atención de todos. Una vez en una práctica del curso de Lógica interrumpió la lección para hacer notar que todos los pasos que se estaban tomando para resolver una ecuación podían simplificarse en uno solo. “Todos los que estábamos en el salón nos sentimos como estudiantes de kinder, incluyendo al jefe de prácticas”, dice Del Solar.
Esa cualidad es algo que Segura ha mantenido hasta hoy, dicen quienes lo conocen: acorta los caminos y defiende con convicción la idea de que ha tomado la decisión correcta. Por eso es posible que si alguien lo refuta y él nota que la otra persona no tiene argumentos suficientes, deje de pronto de interesarle la conversación. “Escuchaba opiniones, pero no necesariamente las incorporaba”, dice un antiguo colaborador.
En la universidad era el alumno aplicado que ayudaba a sus compañeros cuando tenían problemas con las matemáticas. Aquel 1988 era un tiempo dominado por problemas y por los ‘paquetazos’ del gobierno aprista y donde jóvenes como Alonso Segura crecieron distantes de la política. “Alonso no suele tener añoranza por el pasado. Tiene una visión muy pragmática pero nada egoista”, dice la periodista Patricia del Río, su amiga desde la academia preuniversitaria, para quien el Segura de hoy no se diferencia en nada del chico atento e inteligente que sacaba las notas más altas. “Él siempre está seguro de lo que hace”, añade.
El menor de tres hermanos y el único de ellos que vive en el país, pasa la mayor parte de su tiempo dedicado al trabajo. En los cuatro años que laboró en la gerencia de estudios económicos del BCP era el último en irse a casa y no era raro verlo en la oficina un sábado o un domingo. Sus lecturas de rutina eran los informes del Fondo Monetario Internacional (FMI), donde había trabajado, y los reportes del Banco Central de Reserva. Los asuntos que más le interesaban eran los de política fiscal, sobre todo de manejo de gasto. Aunque no limita sus lecturas a asuntos económicos. También está muy enterado de temas que podrían interesarle a un político o a un adolescente: ha leído las cinco novelas de la saga “Juegos de Tronos”.
No es sencillo seguir siendo el primero de la clase. Alonso Segura tiene una certificación profesional que es muy difícil de obtener y que muy pocos peruanos tienen: la Chartered Financial Analyst (Analista Financiero Certificado). Para Melvin Escudero, director de la maestría en Finanzas de la Universidad del Pacífico, donde Segura ha dictado el curso Gestión de Portafolios y Planificación de Inversiones, el nuevo ministro por su formación profesional es especialista en dos temas de importancia para este momento del país: orden macroeconómico e inversiones.
Siempre ha mantenido un carácter reservado. Es probable que nunca llegue un día a su oficina a contar alegremente lo que le pasó camino al trabajo o el fin de semana. “Tenía momentos en los que sí podía hacer comentarios entre la gente, pero no era la regla general. No estaba dispuesto a conversar”, dice aquel antiguo colaborador. Por eso, quizá, Alonso Segura no ha tenido una cuenta en Facebook ni Twitter.