A sus 17 años, Christian Altamirano es una promesa para un país ávido de éxito en todos los campos. El 2015 obtuvo la medalla de oro en la Olimpiada Internacional de Matemática, que se realizó en Tailandia, y hace unos meses recibió una noticia fabulosa: el MIT de EE.UU. considerada la mejor universidad del mundo, decidió otorgarle una beca completa.Follow @EconomiaECpe !function(d,s,id){var js,fjs=d.getElementsByTagName(s)[0],p=/^http:/.test(d.location)?'http':'https';if(!d.getElementById(id)){js=d.createElement(s);js.id=id;js.src=p+'://platform.twitter.com/widgets.js';fjs.parentNode.insertBefore(js,fjs);}}(document, 'script', 'twitter-wjs');
El Comercio fue el primer medio de comunicación que decidió contar su historia en enero del 2015, fecha en la que ya contaba con innumerables medallas en concursos de matemáticas, biología y física a nivel internacional. Por entonces, tenía una medalla de plata en una competencia mundial de matemática. Pero quería más.
EL ORIGEN DE TODO
Cuando era todavía un niño de 7 años, su padre, un ingeniero civil, se percató de su talento tras verlo resolver problemas matemáticos con facilidad. “En primaria me gustaban los números y gané varios concursos en Huánuco”, dice.
Al entrar a la secundaria fue becado en un colegio particular. Sin embargo, su buen rendimiento académico le dio la idea a sus padres de encontrar una institución que contribuya a explotar su talento. “Así llegué al colegio Saco Oliveros, que no solo me ofreció una beca completa, también me trajo a Lima”.
Después todo llegó de golpe. Los viajes al extranjero representando al Perú, los días intensos en el perfeccionamiento de sus conocimientos, los exámenes de 180 minutos, las felicitaciones por los concursos ganados y demás.
“Conozco seis países del mundo. El que más me gustó fue Sudáfrica, pero en todos tuve tiempo para pasear con mis amigos”, explica con mayor confianza el chico que estudia de 9:00 am a 6:00 p.m para resolver problemas que otros no quisieran ni ver.
Altamirano siempre luchó contra el tiempo. Acabó el colegio en el 2013 y desde entonces decidió buscar la medalla olímpica de oro, en su primer intento obtuvo la de plata. Finalmente en el 2015 ganó la ansiada presea.
Aunque se piense lo contrario, su deseo de obtener la de oro no era un capricho. Sus decisiones estaban milimétricamente calculadas. Sabía que esa medalla le podría abrir la puerta de las universidades extranjeras. “Quiero estudiar ingeniería mecatrónica en el Perú y luego irme al MIT de Estados Unidos”, dijo premonitoriamente.
LA PREPARACIÓN
Desde que participó en diferentes concursos, Altamirano conoció de la trascendencia del MIT de EE.UU. “Mis amigos de otros países me contaban de esta universidad. Busqué información en Internet. Averigüé qué debía hacer para ingresar y el año pasado tomé la decisión. Lo primero que hice fue estudiar inglés porque ese era un requisito indispensable”, contó.
En el segundo año de estudio elegirá la especialidad y piensa en Ingeniería Mecánica. “Me gusta mucho los temas de robótica, ahorro de energía y la inteligencia artificial. Por YouTube he estado informándome”.
En menos de dos meses, este joven talento empezará sus clases en EE.UU., pero en la quincena de agosto ya estará instalado en el país más poderoso del planeta. En las últimas semanas ha recibido charlas de orientación y tramitado su visa.
Su historia generó que un par de empresas privadas decidieran darle el último apoyo: una le otorgó los pasajes aéreos y la bolsa de viaje, y una más un celular con saldo ilimitado para que no pierda conexión con su familia en Lima.
Y como cada paso que ha dado en su corta vida, Altamirano piensa en volver a su país. “Al terminar mis estudios, seguiré una maestría en EE.UU., trabajaré y volveré al Perú”, dijo como una promesa.