ABRAHAM TAIPE BALLENA
A fines del siglo XVII, el comercio entre el Perú y Chile empezó con dos productos agroindustriales: el trigo y el azúcar. Con el paso de los años, nuestro país empezó a exportar cacao y tabaco, además de otros productos manufacturados procedentes de Europa, mientras que el vecino del sur añadió a la canasta: sebo y cueros.
“El siglo XVIII fue una de las épocas de mayor y mejor intercambio comercial entre ambos países”, explica Carlos Contreras, investigador principal del IEP. Sin embargo, las corrientes independentistas que recorrieron América un siglo más tarde, produjeron grandes cambios: se crearon las fronteras, se dejó de usar la moneda oficial (el peso español) e ingresaron otros socios comerciales de mayor peso, como Inglaterra y Estados Unidos.
“Chile fue desplazado”, agrega Contreras. Lo peor vendría después: la Guerra del Pacífico, conflicto que resquebrajaría la relación entre ambos a todo nivel.
VIENTOS DE CAMBIOEl período que va desde la firma del Tratado de Ancón (1883) hasta el Tratado de Lima (1929), constituye la peor etapa entre ambas naciones. “Las relaciones comerciales y políticas se mantuvieron congeladas durante todo ese tiempo”, señala el historiador Antonio Zapata.
No obstante, la situación empieza a mejorar en las décadas posteriores. Así, en la década del 40, Perú y Chile son pioneros en establecer acuerdos respecto a su derecho al mar, y en los años 50 deciden junto a Ecuador tomar medidas para regular el comercio pesquero.
Destaca, sin embargo, la década del 60, período en el que se crea la Cámara de Comercio Peruano-Chilena, el Pacto Andino -donde ambos países son fundadores- y el Citec, una organización compuesta por tres países productores de cobre: Perú, Chile y Zambia, que buscaba ser una suerte de OPEP para controlar el precio internacional del cobre, aunque no funcionó.
“Perú y Chile estuvieron juntos en esta iniciativa”, explica Zapata. El momento era interesante, pero como sucede en la historia, un giro de carácter político impidió que el camino continuara.
PROBLEMA VECINALEl golpe militar de 1968, que trajo consigo el gobierno del general Juan Velasco Alvarado, complicó el panorama político, social y económico con el vecino del sur, que, como se explicó, registraba interesantes avances.
En la década del 70 hubo hasta dos momentos -según los historiadores- en los que se creyó que ambos países entrarían en una nueva guerra. “En 1975, Chile temía un inminente ataque peruano. Y cuatro años más tarde, en el centenario de la Guerra del Pacífico, existió nuevamente una paranoia por este tema”, sostiene Zapata.
Lo cierto es que esta es otra de las etapas grises de la relación vecinal. “Hasta las empresas extranjeras manejadas por chilenos eran mal vistas en el Perú”, agrega Juan Carlos Fisher, presidente de la Cámara de Comercio Peruano-Chilena.
EL MEJOR MOMENTOContreras indica que en los años 80, ambos países afrontaron complicados problemas económicos, motivo por el cual era difícil pensar en inversiones de uno u otro lado. “El terrorismo y la inflación tenían en jaque a nuestro país, en tanto que en Chile las reformas y el cambio de modelo económico estaban en pleno proceso”, refiere.
La derrota del terrorismo y la apertura económica llevada a cabo en el Perú de los 90 permitieron la llegada de capitales extranjeros, entre ellos los chilenos. “Entonces Chile estaba en un buen momento y tenía como ventaja la cercanía con el Perú, por eso no dudó en ingresar con grandes capitales”, añade.
Fisher dice que pesó mucho el tema de la distancia. “La oportunidad estaba allí y a menos costos, y Chile supo aprovecharla”.
Lo que vino en el nuevo siglo fue el despegue de la relación, que para los entendidos configura el mejor momento de su historia. “Nunca hemos estado mejor. Lo destacable es que hoy la balanza comercial está a nuestro favor y las posibilidades de crecer son enormes”, considera Fisher. La historia le da la razón.