A raíz del piloto “Pico y Placa”, programa orientado a ordenar el tráfico vehicular en los principales corredores de Lima Metropolitana, se ha cuestionado si esta medida podrá realmente ayudar a reducir la congestión vehicular en la capital.
Al 2017, Lima contaba con un parque automotor de 3,5 millones unidades, el más pequeño entre los países que juntos conforman la Alianza del Pacífico. Colombia cuenta con 4,1 millones de unidades, Chile con 4,8 millones de unidades y México con 31 millones de unidades, según datos oficiales de cada país. En todos los casos, se ha excluido el transporte de carga y los vehículos de dos o tres ruedas como motocicletas o similares.
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La evidencia en países vecinos de la región ha demostrado que no hay un efecto positivo en el tráfico de las ciudades tras implementar esta medida. Las políticas de restricción solo funcionan en el corto plazo y, además, no logran cumplir el principal objetivo: reducir el número de automóviles en circulación y la contaminación ambiental. Finalmente, otra conclusión de la literatura indica que incluso puede exacerbar los problemas actuales de las ciudades.
En todos estos países se ha implementado el sistema de restricción vehicular de acuerdo al número de placa, con horarios restringidos y según las vías principales de la capital, con algunas diferencias pero todas con un mismo planteamiento: enfrentar los crecientes problemas causados por las externalidades asociadas al transporte.
Por su parte, el informe anual sobre el parque vehicular de la Comunidad Andina señala que en el 2017, la compra de vehículos debidamente registrados creció en 1,6% en los países que la conforman (Ecuador, Bolivia, Perú y Colombia), lo cual representó 22.468 unidades.
El stock del parque vehicular durante el periodo 2013-2017, indica que Colombia es el país con más participación porcentual en la Comunidad Andina, con 55,3% del total, mientras que Perú ocupa el segundo lugar con el 26,7% de la participación. Asimismo, Ecuador (con 10%) y Bolivia (8%), registran la participación más baja.
De acuerdo a lo estimado por el estudio, por cada 1.000 habitantes en Colombia se tiene una tasa de 252 vehículos, la más alta entre los países de la comunidad durante todos los años analizados (2008-2017). En tanto, Perú obtuvo una tasa de 189 vehículos, cuando en el 2008 registraba una de las tasas más bajas, levemente por encima de Ecuador, que siempre registró la menor tasa.
¿QUÉ PASA EN PERÚ?Lima y Callao, concentran más del 60%—1,7 millón de vehículos— del parque automotor a nivel nacional, mientras que en segundo y tercer lugar se encuentran la ciudad de La Libertad (190.073 unidades) y Arequipa (187.929), según el informe publicado en el 2016 por el instituto de investigación y desarrollo de comercio exterior de la Cámara de Comercio de Lima. (CCL)
El informe indica que en los últimos años, el tráfico en la capital se ha agudizado debido a un crecimiento urbano carente de planificación, donde las urbanizaciones crecen al costado de las zonas industriales, principalmente en distritos como San Isidro, La Molina, Lima Cercado, el Callao o Surquillo.
Este fenómeno ocasiona que el transporte de carga se mezcle por las principales vías con los vehículos de las personas naturales, perjudicando al mismo tiempo la logística de las empresas—que reducen competitividad— y el desplazamiento de la población hacia sus centros de trabajo u hogares.
Asimismo, de acuerdo a la ONG Luz Ámbar, la falta de ordenamiento del sistema de semaforización en las intersecciones agrava el caos vehicular. En Lima, existen cerca de 1.200 intersecciones semaforizadas pero solo 380 (el 32%) tienen fibra óptica y son controladas desde la central de la municipalidad de la capital. Las 820 restantes funcionan de manera “automática” o a cargo de las comunas distritales sin ningún nivel de coordinación.
Según el estudio de la CCL, los peruanos han empezado a buscar vehículos nuevos y comprar uno nuevo cada cuatro o cinco años.
¿EMPEZARÁ A CRECER LA DEMANDA DE VEHÍCULOS?La evidencia muestra que en capitales donde se ha implementado esta política de restricción, la compra de autos se ha incrementado como una forma de evitar el programa de restricción vehicular
A partir del 2011, el Estado dispuso eliminar la importación de vehículos usados con el timón al lado derecho, lo que ha ocasionado un marcado descenso en la importación de este tipo de vehículos, pasando de 35.000 en el 2007 a solo 936 para fines del año 2016. Por el contrario, como era de esperarse la importación de vehículos nuevos en el país aumentó rápidamente.
En solo 10 años, la importación de vehículos nuevos aumentó 262%, pasando de 46.312 unidades en el 2007 a 167.586 en el 2016. Además, tenemos unos de los parques automotores más pequeños de la región, lo cual nos convierte en unos de los mejores destinos para la demanda de automóviles en comparación con otros países, donde la demanda ya ha sido satisfecha.
La evidencia empírica demuestra que esta medida de restricción vehicular implica una reducción en el beneficio social de la población, según el estudio “Restricción Vehicular Según Número de Patente: Requiem para una Política Errónea” de Víctor Cantillo y Juan de Dios Ortúzar, de la Pontificia Universidad Católica de Chile y la Universidad del Norte de Colombia, publicado en 2012.
Los efectos de la política, supuestamente positivos en el corto plazo porque reducen los costos de viaje y mejoran la calidad del aire, desaparecen en el mediano a largo plazo e incluso pueden empeorar la situación actual del tráfico.
El estudio explica que el comportamiento de los usuarios cambia tras la política y aumenta su disposición a pagar. Esto se traduce en la compra de vehículos nuevos o usados que finalmente, terminan aumentando el tamaño del parque automotor.