La quinua o quinoa se ha convertido en un alimento popular a nivel mundial gracias a su imagen saludable. Su boom sigue beneficiando a los agricultores en Perú, quienes al mismo tiempo están bajo la amenaza de la creciente competencia internacional.
Rodrigo Cisneros mira sus campos de plantas de quinua, que se extienden a lo largo de las laderas de los Andes.
Son de color amarillo brillante.
Hace apenas cinco años, Cisneros tenía una pequeña parcela de tierra donde cultivaba alimentos, principalmente para el consumo de su propia familia.
De vez en cuando vendía pequeñas cantidades de papas en la ciudad más cercana. Hoy, gracias a la popularidad mundial de la quinua como “superalimento”, Cisneros y sus dos hermanos poseen más de 20 hectáreas de tierra y emplean a 15 trabajadores agrícolas.
“Mis antepasados, mis abuelos y mis padres siempre han cultivado la quinua. Crecí comiéndola, pero nunca la vendimos ”, dice.
“LA GENTE NO ES TONTA”
Las ganancias de la quinua han pagado para que su hija estudie en una universidad de Lima, la capital peruana.
También le han permitido comprar un panel solar, que trajo la electricidad a su casa, por primera vez. Ahora Cisneros puede mirar el fútbol en la televisión o usar la luz para leer libros sobre superación personal en las noches.
“La gente no es tonta”, comenta.
La quinua es rica en proteínas, baja en carbohidratos y no tiene gluten.
“¿Es un superalimento? La gente no pagaría un buen dinero por ella si no fuera así”, dice también Cisneros.
“Las papas fritas y el pollo a veces pueden causarle dolor de estómago, pero la quinua nunca lo hace, porque es fácil de digerir”, apunta.
AUMENTOS DE LOS PRECIOS
El precio de este alimento en Perú aumentó más del 500% entre 2005 y 2014, mientras que la producción creció de 32.590 a 114.725 toneladas en el mismo período, según el Ministerio de Agricultura de ese país.
El auge de la quinua también ha transformado la suerte de Fredy Bautista y Yudy Cisneros, cuya granja ha crecido de una a 12 hectáreas, desde 2012.
“Ahora podemos darles una educación a nuestros hijos y compramos una casita”, dice Yudy Cisneros. La pareja todavía no tiene electricidad, sino que usan velas y queroseno en su lugar.
“Nos acostamos temprano y nos levantamos cuando hay luz, eso es lo que la gente en el campo siempre ha hecho”, dice su esposo.
Ellos también crecieron comiendo quinua.
“Nuestros hijos comen quinua para el desayuno, con leche, azúcar y clavo de olor. Para el almuerzo, lo pongo en sopa con verduras y un poco de carne, cilantro y perejil”, dice ella.
MEJOR CALIDAD DE VIDA
Todos estos agricultores son miembros de la Asociación de Productores de Quinua de Ayacucho (APOQUA).
Fredy Bautista dice que esta asociación ha hecho que sea más fácil aprovechar el aumento de los precios.
Jonathan Contreras, su secretario comercial, dice que es difícil para los pequeños agricultores negociar un precio con los comerciantes e intermediarios, de manera individual.
“Al agruparnos hemos podido exportar a los mercados internacionales”, destaca Contreras.
La mayoría de los agricultores peruanos que cultivan quinua aún viven en pequeñas parcelas de tierra.
Alrededor del 72% de los cultivadores de quinua poseen menos de cinco hectáreas y aún así en ellas se cultiva el 38% de la quinua del país, según cifras de 2012 aportadas por el Ministerio de Agricultura.
John Bliek, miembro de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), dice que la mayoría de estos pequeños agricultores siguen siendo pobres y no han podido aprovechar al máximo el auge de la quinua.
En estas tierras altas, los agricultores a menudo son analfabetos, el estado apenas está presente y hay una gran cantidad de migración a las ciudades.
Pero él dice que los agricultores que han formado cooperativas han visto mejoras en su calidad de vida.
“Juntos pueden comenzar a producir a mayor escala, aumentar la productividad, acceder a mercados extranjeros y obtener mejores precios para sus cultivos”, agrega.
COMPETENCIA
Sin embargo, los agricultores peruanos ahora enfrentan otro problema: el precio de la quinua ha caído un 75% desde 2014, ya que otros países como Estados Unidos, Canadá y Argentina han comenzado a producirla.
Perú es el mayor productor de este grano y aporta casi la mitad de la oferta mundial. La vecina Bolivia es el segundo mayor productor, lo que representa poco más de un tercio.
La planta de la quinua prospera en lo alto de las montañas de los Andes.
Pero en 2017 se estudió su genoma y actualmente se realizan experimentos con distintas variedades de la planta para que crezca satisfactoriamente en diferentes climas y hábitats en África, Asia y Europa.
Esto podría llevar a una nueva caída de los precios.
HERENCIA CULTURAL
A pesar de ello, Bliek dice que los productores peruanos aún tienen ventajas sobre sus competidores, pues la quinua “es un producto peruano que tiene fuertes raíces culturales”.
“Hay una historia que dice que hace 3000 o 5000 años, las estrellas regalaron la quinua a los indígenas aymaras”, cuenta.
“Estas raíces culturales brindan a los agricultores locales enormes beneficios sobre las personas que intentan copiarlos”, argumenta.
“Y aunque existe la amenaza de que los precios puedan caer, el aumento de la producción en otros países también podría aumentar la conciencia de la quinua en todo el mundo, lo que podría abrir nuevos mercados para los agricultores peruanos”.