Con un beso en cada mejilla, el presidente galo Charles De Gaulle saludó al mandatario peruano Fernando Belaunde, al arribar a Lima en 1964. En un perfecto francés, Belaunde le expresó: “El Perú, que ama a Francia, os da la bienvenida”. Luego, ambos gobernantes entraron al corazón de la capital por el jirón de la Unión, en carro descubierto, y en medio del papel picado lanzado desde los balcones. De Gaulle, quien lució su clásico quepí, vino con su esposa Ivonne, y se alojó en Palacio de Gobierno, bajo extremas medidas de seguridad.
Tras intercambiar condecoraciones, el ilustre visitante caminó hasta el Palacio Municipal –rompiendo todo protocolo-, donde el alcalde Luis Bedoya lo declaró huésped. Ante una multitud que colmaba la plaza, el egregio militar se dirigió en castellano: “Peruanos, Francia, tierra de historia y civilización saluda al Perú, heredero de nobles tradiciones y animado por su afán de renovación”. Su alocución terminó con un vibrante “¡Viva el Perú!”.
Incidentes
Un reportero gráfico de Associated Press sufrió una fractura al intentar saltar una reja de seguridad para tomar fotografías de la llegada del presidente francés, lo que finalmente consiguió, según declaró a sus colegas. Asimismo, al salir del avión, el presidente francés golpeó levemente la parte superior de su cabeza con la puerta, debido a su elevada estatura.
Al día siguiente visitó el Panteón de los Próceres, y recibió el saludo de los estudiantes sanmarquinos, quienes gritaban: “Francia sí, yanquis no”. En el Centro de Instrucción Militar en Chorrillos colocó una ofrenda floral en el busto de Francisco Bolognesi; y después almorzó en el Palacio Torre Tagle, cuya majestuosidad lo dejó impresionado.
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A las 5 de la tarde acudió al Congreso, donde la Marsellesa resonó junto al himno nacional. A su salida, cruzó entre los Húsares de Junín para acercarse a una madre peruana y acariciar al niño que tenía entre sus brazos. A las 8 de la noche se ofreció un banquete oficial en su honor en el Palacio de Gobierno, donde lució traje de gala y abandonó el quepí.
En su último día de actividades escuchó misa junto a su esposa en la iglesia de San Pedro. También se dio un tiempo para visitar el colegio Franco Peruano, donde se encontró con la colonia francesa, con quienes entonó el himno francés, lo que provocó emoción y lágrimas entre los presentes. Allí dijo: “Llevo un imperecedero recuerdo en mi corazón”. Su histórica visita culminó el 28 de setiembre en la mañana, cuando enrumbó hacia Bolivia.
De Gaulle rechazó el armisticio ante los alemanes en 1940 y encabezó la resistencia francesa. En 1962 reconoció la independencia de Argelia y en 1968 enfrentó los movimientos estudiantiles del “mayo histórico”. Un año después dimitió.