Un día como hoy, en 1974, el presidente de Estados Unidos, Richard Nixon, fue recibido calurosamente en el aeropuerto de Moscú por el gobernante soviético Leonid Brezhnev, y luego emprendió con él, en el mismo automóvil, una marcha bastante lenta al frente de una caravana de vehículos con destino al Kremlin.En aquella jornada, el mandatario estadounidense fue ovacionado por miles de moscovitas, que agitaban pequeñas banderas estadounidenses, y que lo saludaron a lo largo de los 35 kilómetros que separan el aeropuerto del centro de Moscú.En el Kremlin fue agasajado con una recepción en la que abundó el vodka, pero en la que Nixon se limitó a probar jugo de tomate. Esta fue la segunda visita del presidente de Estados Unidos a la Unión Soviética. La primera la realizó en 1972, en un escenario menos amistoso, pues Brezhnev ni siquiera fue a recibirlo al terminal aéreo.Nixon arribó a la URSS con tres objetivos claros. Primero, intercambiar puntos de vista sobre la situación internacional para reducir las fuentes de desacuerdo.Segundo, esforzarse en reducir la carrera de los armamentos nucleares. Y, finalmente, concluir acuerdos de cooperación.Dos meses más tarde, Nixon se vería obligado a dejar su cargo, envuelto en el escándalo político conocido como Watergate. Pero aun así, en el contexto de la Guerra Fría, una visita de ese nivel no dejaba de tener importancia diplomática y geopolítica. En su portada El Comercio tituló: “Calurosa bienvenida dieron a presidente Nixon los gobernantes rusos”.
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