Construida en 1884 como una réplica de la gruta de Lourdes en París, Francia, se trata de un lugar de oración y “escape” del ruido y congestión casi permanente del centro de Lima.
Cuenta la historia que la gruta fue erigida a lo largo de cuatro años exclusivamente con donaciones de las matronas limeñas. Estas damas estaban dirigidas entonces por María Virginia Carassa, la primera peruana que vistió el hábito de las Hijas de San Vicente y pasó a llamarse Sor Vicenta. La orden llegó al país el 2 de febrero de 1858.
“Una invocación de Sor Vicenta a la piedad cristiana de la Sra. Isabel Soyer de Pividad hizo que esta comprara en Lourdes una imagen de la Inmaculada Concepción, y que después de hacerla bendecir y ponerla en el sitio de su aparición a Bernardita (la santa que vemos al costado izquierdo del altar), la remitió a la casa de las Hijas de la Caridad de San Vicente en París para que de allí pase a Lima. Transcurrieron tres años sin que la sagrada imagen llegara a su destino. Ni la donante ni la Madre General de la Comunidad pudieron dar razón de su demora. Nada se supo hasta 1884 cuando llegó, ilesa”, se lee en los volantes que entregan en la gruta.
Entre quienes acuden a verla hay devotos, peatones que solo desean descansar alejados del ruido y niños que juegan en el patio. Queda en la cuadra 14 de la Av. Nicolás de Piérola, a media cuadra del Parque Universitario. El ingreso es libre. Los domingos en la tarde se reza el rosario y luego se celebra una misa.
Horario de atención: de 9 a.m. a 12 p.m. y de 3 p.m. a 7 p.m.