Ni siquiera cuando está resolviendo temas administrativos se despega de su pasión: la huaca Pucllana. Desde su oficina, en un extremo del complejo arqueológico miraflorino, Isabel Flores Espinoza tiene una vista impresionante de la plaza principal y de la pirámide trunca. Un enorme cántaro de la cultura Lima es fiel compañero de su escritorio.
Pero lo realmente suyo es el trabajo de campo. El día de esta arqueóloga y educadora, que el último miércoles cumplió 81 años, empieza temprano. A las 7 a.m. ya está recorriendo la enorme zona intangible de 6 hectáreas considerada Patrimonio Cultural de la Nación. Un par de horas después recibe a los niños que cada mañana de verano llegan hasta el complejo para participar en el taller de arqueología de vacaciones útiles, que ella forjó hace 25 años.
Con una energía que es la envidia de todo su personal, Isabel sube hasta la cima de la pirámide y con ojo de lince escanea cada detalle de la zona arqueológica. Es apasionada y disciplinada con su trabajo de directora del museo de sitio. Si Caral tiene a Ruth Shady, Pucllana tiene a Isabel Flores.
Isabel es la gran responsable de que hoy Pucllana sea una zona arqueológica modelo. El amor entre ambas surgió hace 35 años cuando la Municipalidad de Miraflores y el entonces Instituto Nacional de Cultura (INC) –hoy Ministerio de Cultura– se dieron la mano y aprobaron un proyecto suyo de conservación y puesta en valor de la huaca. Isabel, que estaba en las filas del INC y que ni se imaginaba que en el 2016 seguiría como responsable del sitio, recibió el encargo de llevar a cabo su ambicioso proyecto.
Pero ya varios años antes, en 1967, habían empezado sus coqueteos con la huaca: el historiador Juan José Vega, entonces alcalde miraflorino, le encargó gestar un proyecto para recuperar el área arqueológica, que había sido invadida por un centenar de familias que vivían en condiciones precarias.
En aquella época la basura se había apoderado de parte de la huaca, que era conocida como Juliana. El golpe militar de Juan Velasco truncó la ejecución de ese proyecto inicial. Isabel estuvo pocos meses en la huaca y casi nada pudo hacer, pero ese tiempo sirvió para cimentar entre ellas una relación que se mantiene hasta la actualidad y no tiene fecha de caducidad. “Seguiré en Pucllana hasta que Dios me lo permita. Estoy formando a arqueólogos que tomarán la posta cuando yo no esté”, cuenta Isabel a El Comercio.
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Isabel Flores Espinoza también es educadora. Dirige año a año el taller de arqueología de verano para niños en Pucllana. (Foto: Eduardo Cavero / El Comercio)
DEDICACIÓN PLENAMientras camina por los pasajes y plazas del sitio, al lado de muros compuestos por adobitos que peruanos prehispánicos colocaron verticalmente y de manera antisísmica, saca pecho por la iluminación LED que rodea esos muros y que desde la próxima semana permitirá visitas nocturnas. Y evoca los primeros esfuerzos.
“En 1981, cuando se alían el INC y Miraflores, traje a estudiantes de arqueología de Arequipa para que me ayudasen en las excavaciones. En 1983 se logró desalojar y reubicar a las familias precarias. Ese año –recuerda la arqueóloga– empezamos a dar charlas a vecinos de la huaca en la misma zona arqueológica para lograr su identificación con ella y en 1984 comenzamos los primeros circuitos turísticos. En aquel año inauguramos el museo de sitio. A la ceremonia vino el presidente Fernando Belaunde”.
“En 1991 se firma el convenio formal entre la Municipalidad de Miraflores y el INC para conservar la huaca, y, aunque es un bien del Estado, la comuna pasa a administrarla. En el 2000 –rememora– se concesiona el restaurante interior y en el 2005 se comienza a cobrar por las visitas”.
SANGRE PATRIOTALa tacneña Isabel, quien ahora reporta al municipio de Miraflores, sabe que el camino al éxito de la hoy autogestionaria Pucllana ha sido largo, pero no le gusta alardear de ello en entrevistas con periodistas. Es una mujer de acción: “Antes que hablar, prefiero escribir –ya ha publicado cinco libros sobre Pucllana con los arqueólogos con los que trabaja en el sitio– y hacer mi labor, que es rescatar y difundir datos históricos de sociedades que nos han antecedido”.
Explica que Pucllana se mantiene económicamente con las visitas turísticas, los ingresos por el restaurante y el alquiler de ciertas zonas para eventos. Una frase revela su carácter: “Ninguna pieza de acá irá al Museo Nacional de Arqueología que se hará en Pachacámac. Lo de Pucllana se queda en Pucllana”.
Fue alumna en las aulas sanmarquinas de Matos Mar, Porras Barrenechea y Arguedas, y condiscípula de Vargas Llosa en una clase de Literatura en la casona del Parque Universitario. De padre plebiscitario, se considera patriota y se recuerda a sí misma excavando en el Alto de la Alianza y hallando vestigios de soldados peruanos que pelearon en la guerra con Chile. “Desde niña me gustó la historia”, confiesa Isabel.
Casada con un arqueólogo, dice que su familia es su otra pasión: tiene tres hijos, siete nietos y dos bisnietos. Pero la huaca siempre está presente en su pensamiento. “Pucllana es como una hija para mí”, susurra.
MÁS DATOS
Visitas nocturnas a la huaca — La ministra de Cultura, Diana Álvarez-Calderón; el alcalde de Miraflores, Jorge Muñoz; y la arqueóloga Isabel Flores inauguraron anoche el circuito nocturno de Pucllana, que fuera presentado a la prensa el martes de esta semana.
Tres culturas en Pucllana — La huaca fue ocupada por la cultura Lima (del siglo II al VI), los wari (del VI al IX) y los ichma (del IX al XV). Visitas diurnas: de miércoles a lunes; S/12 adultos y S/6 niños (de 9 a.m. a 5 p.m.). Visitas nocturnas: de miércoles a domingo, desde el 17 de enero ; S/15 adultos y S/7,5 niños (de 7 p.m. a 10 p.m.).