Fue símbolo de la movilización más importante que se dio en el 2016. Es, además, una sobreviviente de esa enfermedad social llamada feminicidio, que cada día acaba con la vida de 12 mujeres en Latinoamérica. Lady Guillén conversó con nosotros a pocas horas de que su agresor, Ronny García, sea capturado por la justicia en una vivienda del Rímac.
Has dicho que uno sana físicamente, pero los recuerdos nunca se borran...
Es bueno que la gente sepa que la violencia, a cualquier ser humano, le deja traumas psicológicos que lleva de por vida en el alma. Lo único que hace la persona es tratar de aprender a convivir con esos traumas. Yo hace dos años y medio dejé las pastillas y hasta hoy llevo un tratamiento psicológico constante. Todo esto lo digo para que la gente que lea la revista pueda entender que lo que uno pasa es algo duro, pero de lo cual no hay de qué avergonzarse.
Has sido uno de los rostros más visibles del movimiento Ni Una Menos. En una sociedad aún machista como la nuestra, imagino que ello no solo significó recibir palabras de respaldo.
Sí, pues, pero no solo de varones, también hay mujeres machistas que normalizan la violencia y de ellas he recibido muchas críticas y no solo ahora último. Durante estos cinco años he tenido que aprender a dejar pasar las críticas destructivas, porque si no, me habría deprimido o no habría podido continuar con el juicio a mi agresor.
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¿Como sociedad, Lady, crees que hemos aprendido algo en estos últimos años de casos como el tuyo?
Si queremos un cambio en el país, las personas tienen que cambiar primero. A los padres tenemos que pedirles que a sus hijos los formen desde pequeños con igualdad entre varón y mujer. Y si la niña barre la casa, que le diga a su hijo: “Ayúdala a barrer”.
Es cierto, pero de la mano debe haber un cambio institucional, un cambio en ese Poder Judicial que en junio liberó a tu agresor, por ejemplo.
Así es, un cambio integral. Yo no tengo por qué ser hipócrita y lo voy a decir porque es lo que siento: yo no confío en la justicia de mi país. Y no confío porque he vivido en carne propia la presunción de corrupción. He vivido en carne propia la discriminación por haberme puesto una tanga. He vivido en carne propia todo lo que es la injusticia en nuestro país. El fallo de la Corte Suprema [a su agresor Ronny García] tardó tanto que cuando me enteré no sentí nada. Ahora que sé que está con orden de captura me da esperanza de que algo puede cambiar, pero faltan muchas marchas todavía.
La conversación completa, este sábado en la revista Somos.