RENÉ ZUBIETA / @renezp
Redactor de Sociedad
¿Quién no se ha quejado alguna vez por el tráfico en Lima, quién no lo sufre? Basta recordar aquella vez en la que supuestamente salimos temprano, pero llegamos tarde a nuestro destino. O cuando dejamos de pasar momentos con nuestras familias o amistades para ganarle tiempo a la congestión.
Justamente la Policía de Tránsito ha identificado 75 puntos de mayor congestión vehicular en Lima durante las denominadas horas punta, los cuales se ubican en 22 de los 43 distritos. El Cercado, San Martín de Porres, Surco, Chorrillos y San Isidro tienen la mayor cantidad de cruces críticos.
“No es solamente donde estamos cubriendo servicio. Son los puntos de mayor congestión, donde estamos reforzando con personal de otras unidades […] Hay mayor concentración de trabajadores, empresas”, explicó a El Comercio el jefe de la citada división, Roger Paredes.
“Para mí, el que requiere más dedicación, porque existe mucha informalidad, es Puente Nuevo, en El Agustino. Hay vehículos que vienen del norte y el sur para ir a San Juan de Lurigancho y viceversa. También por la cantidad de personas que congrega”, apuntó Paredes. Precisó, sin embargo, que hay otros 1.200 cruces a los que se destinan agentes permanentemente.
Solo en el centro de Lima, son 70 ubicaciones, así haya semáforo. “Lamentablemente, la gente está acostumbrada a respetar el semáforo solamente en horas que no son punta. En hora punta todo el mundo quiere llegar rápido”, justificó el coronel.
Este Diario constató, por ejemplo, la gran congestión que a diario se vive en el by-pass de la Av. Habich en horas punta. Pasada la 1:30 p.m., largas colas se forman en la parte alta y en la vía lateral que da a la Municipalidad de San Martín de Porres. Dos a tres agentes ordenan el paso de unidades. Dentro de los buses de transporte público, quienes no duermen, escuchan música o tienen el rostro desencajado por el tráfico.
Tal es el tráfico en algunos cruces, que se tiene que ‘romper el semáforo’, como se dice en el argot policial. Es decir, dejar pasar dos luces verdes para fluir el tránsito. “Si no tuvieron la oportunidad de subir cuando estaban en luz roja, lamentablemente tenemos que acelerar. Si no, se nos carga”, dijo Paredes sobre los pasajeros en paraderos.
Además de la hora punta, los 3 mil policías destinados a controlar el tránsito se redistribuyen y desplazan de acuerdo al flujo vehicular, realizando también operativos.
“Tenemos un promedio de 2 mil efectivos. Sáqueles los del 24x24, tenemos mil diarios. Más del 90% son mujeres. De esos, sáqueles las que están gestando o lactando, que hacen labor administrativa [...] Ahorita somos un promedio de tres mil efectivos. Dos mil de otras unidades y mil de la Policía de Tránsito”, apuntó el coronel.
El pasado 8 de julio, el ministro del Interior, Daniel Urresti, lanzó un plan para agilizar la fluidez vehicular en horas punta disponiendo que no solo los policías de Tránsito vayan a los puntos críticos, sino también los de las comisarías, la División de Emergencias y la unidad de motociclistas Los Halcones, que se dedican a operaciones contra la delincuencia común.
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(Mapa: Ángel Pilares / El Comercio)
GESTIÓN y RESPETOAlfonso Florez Mazzini, gerente general de la Fundación Transitemos, considera que el problema del tráfico en Lima no es por falta de vías o exceso de unidades, pues el Perú tiene una baja taza de motorización. A su juicio, tendría que integrarse la red semafórica y los policías deberían fiscalizar y sancionar, no reemplazar a los semáforos.
“El tema pasa más por un tema de gestión de tránsito que por cantidad de vehículos. Eso sumado a lo mal que manejamos los peruanos. Una capital como Lima no puede estar ajena a contar con un centro de ingeniería de tráfico, como lo tiene Santiago, Sao Paulo o grandes ciudades del mundo. Cada distrito compra semáforos a su libre albedrío”, dijo.
Por su parte, Luis Quispe Candia, de la ONG Luz Ámbar, apuntó la responsabilidad de los peatones. “No respetan las normas, cruzan por donde quieren. Contribuyen al tráfico y la accidentabilidad”, indicó. Ambos coincidieron en que se debe apuntar a tener un transporte público masivo que desincentive el uso de autos particulares todos los días.