Ya estamos en pleno verano y miles de limeños escapan de la ciudad camino a las playas de Chorrillos y Barranco, o al sur chico. Muchos traen o compran cosas para comer durante su estancia playera. Estas cosas vienen en bolsas, vasos, botellas o contenedores de plástico. A las siete en la mañana, antes de recibir a las multitudes de bañistas, la playa Agua Dulce parece una escena posbatalla, desfigurada por las miles de piezas de basura que disminuyen la experiencia de la belleza natural que atrae a todos allí. La basura, en su mayoría, está formada por plástico desechable, diseñado para un solo uso, y que demora más que 500 años en descomponerse.
El problema no es solamente en Agua Dulce, sino en todas las playas de Lima.
Hablando en base a mi experiencia personal, cuando uno se mete al mar para bañarse lo más probable es que una bolsa de plástico se envuelva alrededor de nuestras piernas. Más que simplemente malograr la experiencia de la playa, el plástico tiene efectos devastadores para la vida en el océano. Después de ser dividido en pequeñas piezas por la fuerza de las olas, se forma microplástico, el cual es comido por muchas especies de peces, incluyendo las anchovetas, que forman un rol fundamental en la cadena alimenticia acuática del mar peruano. El resultado es la contaminación de toda la cadena, desde la anchoveta hasta nosotros.
En los últimos años ha habido varias iniciativas organizadas por grupos de vecinos para limpiar las playas, junto con campañas mediáticas que han tratado de producir un cambio en el comportamiento de los usuarios de estos espacios públicos icónicos de Lima. Pero lamentablemente en Lima, estos espacios siguen siendo invadidos y afectados por la presencia de tanta basura.
Quizás la solución no se logre a través de la búsqueda de un cambio en el comportamiento de las personas únicamente. En muchas ciudades, e incluso en algunos países, los gobiernos están cambiando sus políticas para reducir el daño causado por el plástico descartable. Este mes, Montreal (Canadá) se unió a los cientos de ciudades en el ámbito mundial que han prohibido bolsas de plástico descartables. En Nueva York cobran un impuesto de cinco centavos por el uso de cada bolsa. La Unión Europea ha ido aun más allá. Este mes, Bruselas ha anunciado que en el 2030 los productos de plástico descartables, incluyendo bolsas, sorbetes y recipientes, serán prohibidos.
Estos tipos de políticas de fiscalización podrían tener un impacto aun más grande en Lima que en un contexto europeo o norteamericano, donde ya existe una mayor conciencia cívica y donde las personas han dejado de tirar su basura en los espacios públicos hace décadas. LEE TAMBIÉN...
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