Toda mi vida he vivido sin que me importe demasiado la cultura ni la poesía ni la bohemia, no está entre mis prioridades qué obra tengo que hacer o dejar. Me importa un comino. Más me importan mis nietos. Así veía la vida el reconocido poeta peruano Antonio Alfonso Cisneros Campoy. Sus cinco nietos fueron su principal preocupación, lo demás, fue solo consecuencia de un gran talento que lo llevó a ser uno de los poetas más representativos de nuestro país.
Poeta, periodista, cronista, guionista, catedrático y traductor. Toñito, como lo llamaban sus amigos más cercanos, cultivó su arte en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y en la Pontificia Universidad Católica del Perú entre 1960 y 1965. Obtuvo el Doctorado en Letras en 1974.
Cisneros, pertenece a la llamada Generación del 60 de la literatura peruana. Ha sido uno de los que más ha publicado y el más reconocido poeta peruano de este grupo.
A los 26 años de edad, recibió uno de los más preciados galardones en lengua castellana, el Premio Casa de las Américas de Cuba, por su libro Canto ceremonial contra un oso hormiguero en 1968. A partir de ese hecho, su vida no fue la misma, ganó popularidad y reconocimiento internacional.
DISTINCIONES Recibió una serie de reconocimientos. Ganó el Premio Nacional de Poesía, el Premio Casa de las Américas (1968), el Premio Cosapi de la Creatividad, el Premio Gabriela Mistral (2000), además del Premio Iberoamericano de Letras José Donoso (2004)y el Premio de Poetas del Mundo Latino Víctor Sandoval (México, 2009).
Su ingenio, destreza y creatividad con la pluma, parecían no tener límites. Fue nombrado Caballero de la Orden de las Artes y las Letras de Francia. El 8 de junio de 2010 recibió en Santiago de Chile el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda, entregado y financiado por el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes de ese país.
MAESTRO DE MAESTROS Antonio Cisneros se fue, pero de un legado de conocimientos. Enseñó en diversas universidades del Perú, Estados Unidos y Europa. Su labor periodística abarcó prensa, radio y televisión. Fue además, director del Centro Cultural Inca Garcilaso del Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú.
SU ESTILO Poseedor de un estilo literario único, Antonio, en sus poemas, generalmente hacía alusión a aspectos de la literatura, la cultura y la vida contemporánea como material. Su sentido del humor irónico distinguía sus textos. Sus poemas han sido traducidos a idiomas como el chino, griego, japonés, alrededor de 14 en total.
OBRA POÉTICA Entre sus principales obras poéticas figuran: Destierro (1961), David (1962), Comentarios reales de Antonio Cisneros (Premio Nacional de Poesía)(1964), Canto ceremonial contra un oso hormiguero (Premio Casa de las Américas)(1968), Agua que no has de beber (1971), Como higuera en una campo de golf (1972), El libro de Dios y de los húngaros (1978) Crónicas del Niño Jesús de Chilca (Premio Rubén Darío), Ciudades en el tiempo (crónicas de viaje) (2001) Cuentos idiotas (para chicos con buenas notas) (2002) Los viajes del buen salvaje (crónicas) (2008) La lista es larga.
SU PALABRA Su voz y su poesía están registradas en el Archivo de la Palabra de la Biblioteca del Congreso en Washington DC, en el Archivo de la Palabra de la Casa de las Américas en La Habana y en el Archivo de la Palabra de la Casa de Poesía Silva en Bogotá.
LA RELIGIÓN EN SU VIDA Cisneros tuvo una cercana relación con la religión. De niño fue monaguillo y en algún momento creyó tener una vocación religiosa, pero sus intereses tomaron un rumbo diferente cuando ingresó a la universidad y surgió en él un gran interés por las ideologías políticas. Ello explicaría el porqué en algunas de sus poesías existe una temática religiosa, como en el rey bíblico David y en varios poemas sobre Dios Padre en Comentarios reales (1964).
ADMIRADOR DE EIELSON Aunque reconocía los grandes méritos de César Vallejo, Cisneros siempre consideró a Jorge Eduardo Eielson como el mejor poeta del Perú. La poesía de Eielson me ha gustado siempre, me interesa profundamente, me llena, reflexionó alguna vez.
Antonio Cisneros disfrutaba de lo que hacía y sentía que si debía estar en deuda con alguien o algo, por todos los logros que había conseguido a lo largo de su carrera, era con la gente que lo quiso y con la poesía, más no con quienes lo contrataban para dictar alguna clase.
Si estoy en deuda, si hay alguna, es con la gente que me ha querido aquí en el Perú o en el exterior, claro, no incluyendo a las tribus de envidiosos. Pero ¿a quién es al que han querido? Al poeta. El ciudadano Cisneros se siente indigno cuando no escribe poesía porque a fin de cuentas a quien le debe demasiado es al poeta.
Antonio Cisneros partió hoy de este mundo, pero nos dejó un gran legado cultural: esa poesía que lo hacía sentir un hombre digno y que lo llevó a conquistar el mundo. Descansa en paz, Toñito.
Los restos del poeta son velados en la iglesia Virgen de Fátima, en el distrito de Miraflores.