Damien Hirst, el artista más rico del mundo, no quiere que se venda una de sus obras. “Bombay Mix”, un cuadro que Hirst pintó sobre papel de pared en una casa de Londres, no puede comprarse ni con todo el dinero del mundo. ¿La razón? Existe una disputa sobre quién es el legítimo propietario.
“Bombay Mix” fue una de las primeras obras del artista británico. Pintado en 1988, muestra varias líneas de puntos de colores y forma parte de una de las series más famosas del artista.
Hirst, o alguien que trabajaba para él, lo pintó sobre papel de pared en una casa en Fulham (Londres), en 1989. Fue un regalo de una pareja de coleccionistas de arte a su hijo, Jamie Ritblat.
Pero Ritblat vendió la casa años después y la nueva propietaria, Jess Simpson, decidió levantar el papel y enmarcarlo.
“Compramos la casa en 2005”, explicó Simpson al programa Today de la BBC Radio 4.
Simpson quiere vender la obra, pero no puede. La compañía que representa al artista, Science Limited, asegura que la mujer no es la legítima propietaria porque no tiene el “certificado firmado” que acompaña la obra de arte.
“El certificado asegura la propiedad. Tener la superficie de pared pintada sin el certificado no proporciona derechos sobre la obra”, aseguró la empresa en un comunicado.
Lo que dice Science es que el anterior propietario de la casa “intercambió” la pintura sobre la pared por una obra en lienzo. Al hacerlo, se comprometió a eliminar la obra de Hirst pintando algo encima, pero no lo hizo.
“Primero, me dijeron que tenía que devolverlo para que ellos pudieran destruirlo. Ahora dicen que puedo mostrarlo pero no venderlo ni obtener ganancias con él”, explicó Simpson.
“Poco transparente”
Mientras se resuelve el embrollo, “Bombay Mix” está expuesto “discretamente” en una galería del barrio londinense de Pimlico. El dueño de la galería, Andrew Lamberty, no se resigna. “Estoy bastante convencido de que voy a venderlo”, le cuenta a BBC Mundo.
Lamberty acusa a Science de ser poco transparente y duda de lo que dice la empresa. “El certificado existe, pero quién sabe cuándo lo hicieron”, afirma Lamberty. “La obligación de destruir la obra, en todo caso, la tenía el anterior propietario de la casa”, insiste.
El galerista dice que la obra pueda venderse por más de dos millones de dólares. “Seguramente fue pintada por el propio Hirst”, asegura Lamberty, “ya que era amigo de la familia de la casa”. A lo largo de los años, Hirst encargó cada vez más a sus asistentes que pintaran los cerca de 1.000 “cuadros de puntos” que existen.
Pero la empresa no se lo va a poner fácil a Lamberty. Science “adquirió el certificado del propietario original hace unos años y es ahora el propietario legal”.