ENRIQUE PLANAS
Bienvenidos a este museo virtual. En esta casa nací y aquí pasé mi primer año de vida junto a mi madre y mi familia materna. Y aquí está reunida ahora, en una animada síntesis, toda mi trayectoria de escritor”. Es el propio Mario Vargas Llosa quien habla, vestido de azul, al lado del escritorio del abuelo Pedro. La imagen holográfica del escritor recibe al público que ingresa a la Casa-Museo Mario Vargas Llosa por el segundo piso de la casa de la familia Vinelli, espacio que alquilara la familia Llosa de la residencia ubicada en el bulevar Parra, muy cerca de la estación del tren de Arequipa.
“Recorriendo estos cuartos descubrirán cómo nació mi vocación, cómo se gestaron algunos de mis libros, las experiencias que me hicieron gozar o sufrir, las ciudades en que viví, los trabajos con los que me he ganado la vida, las cosas y las personas que me ayudaron a fantasear historias, mis ilusiones, mis aventuras y mis fracasos. Espero que esta visita sirva para que me conozcan mejor y nos hagamos amigos”, expresa el autor de “La Casa Verde” antes de desvanecerse en el éter. Entonces, una vieja radio se enciende y el noticiero “Arequipa” da cuenta de la noticia más urgente del 28 de marzo de 1936, cuando la “actividad fumarólica” del volcán Ubinas atemorizaba a la población.
Ese telúrico día nació nuestro mayor escritor, y la tecnología holográfica reproduce aquel momento íntimo en la habitación original. En la cama de época, Miss Pritchard, inglesa que atendía muchos de los partos en la Ciudad Blanca, asiste a doña Dora Llosa Ureta en un trabajo de parto que ya suma seis horas. Demanda agua caliente a las mujeres y pide a la futura madre que respire: “Muy bien, Dorita, ahora puja”, dice la imagen holográfica. Los gritos del bebe inundan la habitación. “¡Es un varón!”, exclama Miss Pritchard.
“Durante 40 años Miss Pritchard hizo nacer a miles de arequipeños”, nos explica Luis Llosa, quien ensaya el papel de guía ante un pequeño grupo de prensa especializada. “Por ejemplo, hizo nacer a Mario y muchos años después, a Martha Méndez, la escenógrafa de este museo”, cuenta.
La casa natal de Vargas Llosa fue restaurada por el Gobierno Regional de Arequipa poco después de que el escritor fuera reconocido con el Nobel de Literatura. Luego, se eligió a la empresa Iguana Producciones, dirigida por Luis Llosa, para convertir la casa en un museo que combinara elementos de alta tecnología como hologramas y proyecciones en alta definición con objetos y documentos personales donados por el propio escritor.
VOLVER A CASA Así, la primera sección del recorrido intenta reproducir fielmente la residencia de los Llosa como fue en el momento del nacimiento de Marito. Luis Llosa ha recopilado numerosos retratos de familia, en las que destacan imágenes de doña Dora el día de su boda con Ernesto Vargas Maldonado, el padre del escritor. También del abuelo Pedro Llosa, o de la Mamaé, la recordada señorita de Tacna. “Muchos de los objetos con los que reconstruimos la época los conseguimos de anticuarios arequipeños. Es una cantera fantástica”, comenta el director de Iguana.
Vargas Llosa vivió en aquella casa solo su primer año de vida, pues el abuelo sería luego contratado para introducir el cultivo del algodón en Santa Cruz, Bolivia. “Fueron años que nunca olvidaría, en ese momento de mi vida fui totalmente feliz”, recuerda el escritor en versión digital. El resto de las salas transporta al visitante por los diferentes hitos de la vida del escritor: Cochabamba, Piura, Madrid, París, Londres, Barcelona.
Un viaje extraordinario que empieza así: en el dormitorio donde el Nobel vio, por primera vez, la luz. La primera casa del Nobel.