Cumple veinte años y mucho podría escribirse buceando en el archivo. Sin embargo, el nuevo director del Centro Cultural de España (CCE) no quiere hacer una celebración del pasado. Lo cierto es que han transcurrido ya los irrepetibles años de bonanza, y también los duros recortes poscrisis. Para David Ruiz López-Prisuelos, es tiempo de enfocarse en el presente. Tiempo de pensar en renovar la vieja casa que los cobija, de pensar qué hacer con el edificio abandonado adyacente que se compró hace 10 años y que hasta hoy no se le encuentra un uso adecuado.
“Primero hay que hacer una renovación estética. Algo que ya intentaron anteriores directores pero que, por los malos momentos económicos, no se pudo hacer”, explica Ruiz. Sin duda, se trata de una tarea urgente, porque mientras el director considera “vieja e insana” la casona del Centro Cultural de España, todas las instituciones culturales cercanas del barrio como el MALI o Fundación Telefónica se renuevan tanto en forma como en contenidos.
Esos cambios no tienen que ver solo con reforzar cimientos y restaurar paredes. Ruiz busca darle al CCE una identidad clara dentro de los nuevos modelos de la cultura contemporánea. Quiere convocar nuevos usuarios, crear un circuito alternativo al tradicional Barranco-Miraflores-San Isidro, conectarse más intensamente con el barrio circundante. “Hoy necesitamos un centro más flexible, más polivalente, más dúctil a los nuevos modelos de cultura. El CCE ya no debe ser solo un lugar de exhibición, sino también de interacción con el usuario”, señala.
—¿Por qué crees que el circuito cultural donde se encuentra el CCE, tan cerca del Centro Histórico, aún no forma parte del itinerario tradicional del consumidor de cultura?
Creo que es un tema de comunicación, de cómo vender el paquete al consumidor cultural. Allí estamos haciendo ‘lobby’ con instituciones como el MALI o la Fundación Telefónica para crear ese eje cultural. Incluso el Circuito Mágico del Agua y el Metropolitano están allí como espacios nuevos de cultura. Yo creo que aquí tenemos, a futuro, un nuevo eje cultural-turístico a las puertas del Centro Histórico. Pero antes tenemos que forzar la máquina para dar una imagen de cara al público.
—Hablando de la imagen frente al público, ¿cómo enfocas un cambio estético para el centro cultural?
El cambio estético se justifica por la salud del propio edificio, tanto en su aspecto como en los daños en su estructura. En el mundo de las nuevas tecnologías y la conectividad con el usuario, de cara al exterior el centro se merece una mirada. Además, hay un edificio anexo que se compró en el 2004 y está infrautilizado. Creo que tenemos una responsabilidad ante eso. Reforzar su estructura o tirarlo abajo son decisiones que hay que tomar rápido porque el edificio no está bien. No tiene sentido mantener una propiedad abandonada.
—Estaba la idea de construir en ese terreno un nuevo centro cultural, pero el proyecto se frustró con la crisis. ¿Se retomará?
Mi propósito es buscar un proyecto específico para ese edificio anexo. Que no sea una ampliación más del Centro Cultural de España, sino que desarrolle un contenido diferente. En esta ciudad tan grande, y tan necesitada de espacios culturales, me gustaría que este centro no fuera solo un lugar de exhibición, sino también de producción y de préstamo de espacios para artistas o gestores culturales. La intervención de la fachada de ese edificio a cargo de Boa Mistura para celebrar el día de nuestro cumpleaños es una forma de empezar a producir cambios simbólicos.
—Anteriormente has dirigido los centros culturales de España en Guatemala y Nicaragua. ¿Qué nuevos retos te exige una ciudad como Lima?
La diferencia entre los países centroamericanos con los del cono sur es fuerte. Pero la adaptación no ha sido tan difícil. Cuando llegas a un lugar lo que hay que hacer es observar, escuchar mucho y hacer eco de lo que está pasando. Puede haber diferentes contextos, pero la hoja de ruta te la marca el pulso local. Una ciudad como Lima te exige mucho mayor esfuerzo en comunicación. En Ciudad de Guatemala y en Managua, con un sector cultural tan pequeño, cualquier cosa que hiciéramos llegaba a todos. Eso no sucede aquí. Y es algo que te obliga a cambiar el modo de trabajo.
—Hablemos de presupuestos. ¿Cómo vienen los tiempos para el Centro Cultural de España económicamente hablando? ¿Pasó lo peor de la crisis? ¿Terminaron los recortes?
Es cierto que el momento de la economía española es otro. Pero faltan muchas reformas internas. De repente, este año no veremos crecimiento porque hace falta replegarse en la cueva para mejorar nuestro funcionamiento interno. Y eso el usuario no lo ve. Pero este año llega cargado de cosas.
—¿Qué puedes adelantarnos?
El plato fuerte es el proyecto “El Museo del Prado en la calle”. Es la primera vez que el museo saca sus obras, una selección de reproducciones de gran formato para adaptarla a diferentes contextos urbanos. Lo hicimos en Santo Domingo, luego en Guatemala, en Honduras y en El Salvador. El proyecto incluye una serie de actividades paralelas, como visitas guiadas, talleres y conferencias sobre las obras del museo y su diálogo con las distintas ciudades. Es una manera distinta de ver arte clásico, trasladándolo a un contexto urbano.
—¿Y cómo se piensa conmemorar los 400 años de la muerte de Cervantes?
Los 400 años de Cervantes, de Shakespeare y del Inca Garcilaso. Tenemos preparada una exposición de cómic en espacio público producida por Acción Cultural Española titulada “Miguel en Cervantes”. También queremos invitar a figuras de la literatura para ofrecer miradas cruzadas sobre estos tres autores. Asimismo, nos gustaría montar una representación escénica a propósito del año cervantino, seguramente en el Gran Teatro Nacional.
—¿Los proyectos de renovación del CCE incluyen obras de infraestructura?
Queremos reformar el auditorio del CCE para hacerlo funcional desde el punto de vista de la danza y del teatro. Vamos a hacer una reforma allí para tener una mayor presencia escénica y poder así albergar pequeñas temporadas, la mayoría de ellas ligadas a dramaturgos españoles en permanente diálogo con los autores peruanos. Aparte de eso, queremos trabajar toda una línea de cine, con una programación anual permanente.