Cuando tenía solo 19 años David Herskovitz dejó de temerle a la muerte. Fue en las trincheras francesas, durante la II Guerra Mundial. Su reclutamiento como soldado raso interrumpió su temprana formación en la acuarela. “A los 19 años ya no tenía miedo de la muerte: Mi miedo era morir sin cumplir mi meta. Yo sentía, misteriosamente, que tenía una meta muy importante”, llegó a decir en una de las pocas entrevistas que dio para la televisión en el 2008.
Era 1943 y el joven que había recibido sus primeras clases de artes en China, en el Colegio Elemental de Tientsin fundado para la comunidad británica, se convirtió en cabo #329710470 del 845 Batallón de Batería del Centro de Entrenamiento de Artillería Antiaérea en Camp Stewart, Georgia.
A los pocos meses su fama de dibujante se extendió en el cuartel y sus compañeros de armas le pedían que les haga retratos. En agosto de 1943, cuando servía en el norte de Francia, sufrió de un mal común entre los soldados rasos: congelamiento de los pies. En diciembre del mismo año fue enviado a Estados Unidos para recuperarse.
Así, el hombre que sobrevivió a la guerra se convirtió en el pintor que la denunciaría con colores intensos y enérgicos con imágenes que contaban en primera persona el horror que había vivido. “La guerra no respeta cosas delicadas como el amor”, dijo hace años y en buena cuenta debió repetir la experiencia cuando ya asentado en Perú se desató el terrorismo. Nuevamente la sangre, el dolor y las balas lo rodeaban para canalizarse en su trabajo. “Lo que se siente adentro debe ser manifestado materialmente”, decía con seguridad.
—Formación y exposición—
Acabada la guerra, en 1948, estudió en el Art Student’s League, de Nueva York, donde llevó cursos de pintura con Reginald Marsh y grabado con Harry Sternberg.
En 1955 participó de su primera exposición colectiva llamada “The Little Studio” y el siguiente año tuvo otra colectiva en la Nacional Academy Galleries, de Nueva York.
En 1957 ganó el premio Windsor and Newton por la pintura al óleo “Retrato de un pintor judío”. Un año más tarde consiguió el bachillerato en Arte en el Pratt Institute, Brooklyn. También tuvo una exposición colectiva en la I Exposición Anual “El Viejo Testamento” en el Centro Comunal de Pittsfield, Massachussets.
—Peruano por decisión —
El primer contacto con el Perú sucedió en 1960, cuando llegó a Lima un 23 de julio, invitado por su hermano Arthur Herskovitz, quien era en ese entonces el gerente de Warner Brothers en Lima. Luego, el 24 de abril de 1961 se casó con la pintora arequipeña Hilda Zegarra Ballón.
Gran parte de su carrera artística la realizó en el Perú, donde se dedicó a retratar imágenes poderosas que tenía que ver con una visión muy personal de lo que lo rodeaba. “Cada pintura que yo hago es una confesión, una especie de autobiografía. Yo creo que la pintura debe empezar con una emoción muy fuerte, muy personal”, decía.
—Su legado —
La obra de Herskovitz podría caer en lo inclasificable, pero el curador Luis Martín Bogdanovich dijo en el 2006, previa a una exposición en la Galería Pancho Fierro, que la obra de Herskovitz era tan compleja como su personalidad. “Considero que es el primer pintor expresionista en el Perú. Es innegable su influjo en artistas como Tola o Polanco, incluso, salvando las distancias, sobre el mismo Humareda. Más que una escuela, su paso dejó una estela entre los artistas más jóvenes”.
Para Isabel Fuentes, asesora de arte y representante de Herskovitz, la obra del artista ha sido y seguirá siendo una inspiración para varias generaciones de artistas. “Era un maestro de la pintura expresionista, que aunque nació en Estados Unidos , se le consideraba peruano. Era un amigo entrañable. Que descanse en paz. Su obra permanecerá siempre en la historia del arte peruano. Es su gran legado”.